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domingo, 9 de noviembre de 2008

La grandeza de Antonio Gala

La grandeza de Antonio Gala


La grandeza de Antonio Gala

Escrito por: Enrique Cabrera Vásquez

Antonio Gala en diferente escenario, fotos de archivo.

SAN PEDRO DE MACORIS, 27 de febrero de 1995.- Nimbado por el aura mágica de sus palabras tiernas y sencillas, salidas de la profundidad de sus adentros; envuelto en el misterio cautivante de su figura carismática, templada por su vasta concepción filosófica de la vida y de la muerte, nos vino la presencia solemne y gallarda; extraordinaria y majestuosa; prodigiosa, infinita e inmensa del gran Antonio Gala.

Prolifero escritor y periodista, hombre de ideas y letras universales. Español y del mundo. Pluralizado y exclusivo; para arroparnos con sus aterciopeladas palabras, hirsutas y sinceras, sin de menos y sin demás. Justas y precisas. Expresada con magistral elegancia; con suma teatralidad dramatúrgica

Con sencillez hipnótica, con fluidez y soltura sugestiva. Adueñándose del escenario, del auditorio, que quedó anonadado ante el peso moral y espiritual de este solitario hombre que pulveriza conceptos falsos y estridentes. Trepidando sin inmutarse la reciedumbre de su figura enjuta.

En cada gesto y ademanes; en cada movimiento estilístico con que le imprime fuerza a la entonación melodiosa de su discurso — conferencia, fascinante, acentúa la veneración espontánea e instantánea de un público harto de escuchar charlas y conferencias cargadas de estereotipos rutinarios, flemáticos, gastados por su manoseo y contaminados por su impureza.

Frente a él, no hay escape posible, no hay desvaríos fantasiosos ni aburrimientos. El orden esmerado de su palabra, la elegancia de su discurso concluye en un éxtasis de recogimiento y respeto. ¡Hasta aplaudirlo perturba!

Él es la palabra encantada que al escuchar (desde la primera vez) no queremos que se nos escape; que cese ese (su) aluvión de prístinas ideas, puras y sinceras.

Tan fuera de lo ordinario, de lo común; libre de las ataduras ideológicas y de los apremios políticos.

Sólo él puede estar por encima de los Sistemas y de los Estados. De los gobiernos y de los gobernados.

Es la expresión gallarda, orgullosa, soberbia, presuntuosa, arrogante y hasta jactanciosa (a él le cabe y le luce), que se subleva contra los convencionalismos fastidiosos, esquizofrénicos, que nos atrofian y limitan.

Así es la recia personalidad y el hombre social, Antonio Gala. Ese que nos trajo el Seminario Internacional de Comunicación de CODETEL, celebrado del 20 al 24 de febrero de 1995, y que concluyó con su portentosa Conferencia de clausura, y que nos trajo todo un infinito mensaje real y claro conjugado en el peculiar título, “El mito de la libertad”, Por eso nos conceptualizó con honestidad, sin ambages ni miramiento, “el hombre no tiene libertad auténtica”.

En efecto, Antonio Gala dictó una impresionante Conferencia con el tema “El mito de la libertad”, en el referido Seminario dedicado a Don Rafael Herrera.

En ella afirmó la carencia de libertad en el hombre, su condición de sometido a valores y patrones falsos e irresponsables.

“No somos más que seres intercambiables galopando hacia la frustración y la locura”, dijo.

Este apasionado cultor de la soledad nos denuncia con crudeza filosófica los andamiajes intrínsecos que se dan en la multimillonaria publicidad y propaganda comercial y política, que nos aleja de la real libertad y nos convierte en seres idiotizados, engreídos, vanidosos, fastuosos, ridículos, rindiéndoles culto a la riqueza, el consumismo y al morbo. Seres atrapados por “frases, pensamientos y opiniones pre-fabricadas”.

Sólo un alto intelectual con la vasta erudición teórica y conceptual, con criterios firmes, como Antonio Gala, nos puede enriquecer y motivar al proporcionarnos estos criterios de un alcance revolucionario de tan vasta dimensión. Es el discurso de un filósofo y un humanista que vino a transmitirnos su energía de cambio; a enseñarnos la auténtica verdad, esa tan celosamente ocultada con argumentos tejidos interesadamente por quienes se han propuestos “descerebrarnos”.

Gala no es un improvisado. No es un visionario fanatizado catapultador de sacrificios y acciones heroica. Su vuelo ha sido dialéctico.

Es la resultante de un intrincado proceso cáustico y reflexivo. Raúl del Pozo nos dice de él que le enseñó a España a ponerse los pantalones.

“Es Antonio Gala, la moneda de un dios arrogante con dos caras, una oculta, pesimista, que dice “no”. No a la OTAN, no a la video-guerra, no a la corrupción.

Hay otro Gala, anarquista comprensivo, que dice “sí” al amor y a la libertad, con un estilo lírico, Juan-romoniano de sensibilidad latina y andaluza”.

“Es narrador poeta, dramaturgo, conferenciante, de conciencia moral muy despierta, cuando comenta la política es burlesco, gallardo, cáustico.

Cuando trata de los sentimientos y de los paisajes, la melancolía o la muerte, lo hace con precisión del hombre que ha vivido todas las pasiones.

Pero en los dos Galas, en el agitador y en el poeta, encontramos sobre todo esa belleza conmovedora, que ha sabido conectar con la sensibilidad contemporánea que lo ha erigido como ídolo…”. Dice.

Así, a grosso modo, nos describe Pozo a este formidable pensador español y universal nacido el 2 de octubre de 1936. Licenciado en Filosofía y Letras, Derecho y Ciencia Políticas y Económicas. Con gran vocación cultural y literaria, que ha cultivado todos los géneros literarios: ensayo, novela, poesía, teatro, periodismo, conferencia, guión televisado y cinematográfico.

Autor de Enemigo Íntimo (1963), Los Verdes Campos de Edén ( 1963), ganador del Premio Nacional de Teatro, Soneto de la Zubia, Testamento Solsticio de Invierno, Si los Padres Hablaran, Anillos para una Dama ( 1973); Las Citaras Colgadas de los Árboles ( 1974); por Qué Corre Ulises? ( 1975); Petra Ragalada (1980); Carmen, musical estrenado en 1968, etc.

Se le debe también el libreto de la ópera Cristóbal Colón y adaptaciones teatrales de Claudel, Albee y Ocasey.

Sus obras han sido traducidas a las lenguas más importantes. Con su primera novela, El manuscrito Carmesí, ha obtenido el Premio Planeta 1990.

El  Gala humanista y poeta más que comprender al género lo evalúa; trata de rescatarlo del vórtice de la tecnología nociva e inhumana.

Lo reconoce como un todo particular y general, con sus alti-bajos y proceso de etapa en la vida “la más solitaria”, “en que es pura esperanza o pura desesperación”.

En el alto vuelo de su palabra, de su mensaje gratificante que reconforta y reivindica las ansias libertarias del hombre, nos traza las pautas de la auténtica liberación. Esa que no es cupón ni trama.

Nos orienta hacia la vía de la salvación, de la “libertad auténtica”, la que debe apoyarse en la “personalidad verdadera e irrepetible en cada ser humano”.

Nos plantea que el hombre se reencontrará consigo mismo y con la Naturaleza en cuanto Naturaleza deba ser obedecida y no aniquilada. “De esta forma el trabajo se convertiría en un acto de creación, no en un castigo”, dice.

“De esta forma, el amor llegará a ser lo que es: una unión con el otro, una afirmación del otro en uno y viceversa, no en una eliminación de nuestros nombres personales, sino en una captación de ellos”.

Es esta la síntesis meridiana, sucinta y elocuente de su magno pensamiento poético, filosófico y humanista.

Gala viene a ser quizás un Krishnamurti, ese otro estupendo pensador espiritual y humanístico que nos diferencia claramente la verdad de la realidad, y nos enrumba por la delicada pendiente de la reflexión y la meditación, para que procuremos el auto liberación auténtica frente a una realidad social traumática y contaminada por la descomposición.

Y es que la privilegiada condición de poeta de Gala  le permite ese nivel único de superioridad humana, le permite ser dios para encontrarse con el auténtico Dios.

El desmitificado de los dogmas mitológicos y los ritos estúpidos como absurdos. El Dios libre de contaminación y de ataduras espuria.

El que nos brinda la auténtica libertad, surgida del rescate de nuestra voluntad. De la justipreciación de nuestra peculiar condición humana.

La que nos separa diametralmente de las ideologías fosilizadas; de los tabúes anquilosantes. En el encuentro del camino que nos matrimonia con fuerza de luz con la Naturaleza, la única Madre de todas las creaciones. He aquí la profundidad de la impronta de Gala. El vuelo indetenible de su infinito pensamiento.

Con Krishnamurdi aprendimos que además de los principios activos del hombre como el temor y el placer, existe el del sufrimiento. Y con Gala podemos objetivizar que la libertad que nos viene de afuera, no de nuestra intimidad reflexiva, es un mito. Una prisión.

“Y que cuando mayor sea la pérdida de identidad, más profunda y más honda será la exigencia de servidumbre. Porque el hombre actual se pregunta, si no soy lo que los otros piensan, que seré? Nadie, nada”

He aquí su anatema cautivante contra la inversión humana y social. El sello gomigrafo de su mensaje revolucionario y subversivo, que se enfrenta a la ideología de la mediocridad, del miedo y los dogmas. Al conservadurismo clerical y religioso y al radicalismo insensato y fascista.

Al socialismo caricaturesco y desalmado y al capitalismo inhumano e individualista. Al colectivismo forzado y a la violencia irreflexiva y emocional.

Gala, el inmenso Gala, apóstol de la legítima libertad, esa que ha sido malograda en los foros internacionales rindiéndoles culto a los egos torcidos de la bestialidad humana.

Con Gala negamos los insípidos criterios conceptuales carcomidos por la barbarie. Con claridad, valentía y seguridad nos orienta para que tremolemos nuestra voluntad adormecida, indecisa y vacilante. “Para que trabaje y se instale libremente en la vida y produzca sus beneficios”.

Cual cirujano introduce el bisturí en la profundidad del sentimiento personal para extirpar el cáncer expresado en la falsa libertad; la impuesta por las bayonetas y las bombas. La construida en hoteles de lujos y brindis publicitados.

Nos predica la auténtica libertad: la que debe surgir de la emancipación de nuestro interior; de nuestra propia liberación espiritual; la que debe surgir del amor por la humanidad y por la madre Naturaleza.

Con él iniciamos el camino para procurarnos un auténtico camino luminoso, negando la libertad surgida de los genocidios y los holocaustos. Esa que nos proporciona esta bárbara sociedad conducida por orangutanes.

La exposición clara de su palabra hecha conferencia electrizó a todo el gran auditorio que nos dimos cita en el confortable y amplio salón Anacaona del Hotel Jaragua, en Santo Domingo, convidados por el Seminario Periodístico Internacional de CODETEL.

Y no era para menos; vertió su palabra sin ningún desperdicio propia de un hombre de dimensiones cósmicas, como él.

Caló y penetró el hondón del alma humana. Soliviantó nuestra conciencia adormecida y endrogada por los invertidos mensajes pre-fabricados por los actuales regentes del mundo.

Su palabra nos estimula a luchar contra el odio y la deshumana competencia consumista.

Antonio Gala no es un nuevo Mesías pero si el portador de un rectilíneo mensaje crítico, hermoso y dulce que nos llena de satisfacción humana.

En él se manifiesta una propuesta clara y profunda de libertad y de amor.

Es la voz apasionada de un heraldo iluminado que carga con vehemencia contra el muro de la oscuridad para que resplandezca la luz; para que se abra paso la esperanza.

Y habrá libertad sin cadenas ni condiciones: sin convencionalismos ni cumplidos hipócritas. Sin precios en oro ni especies materiales. Sólo conquistada con la práctica de la moral y de la decencia. Con el respeto por la condición humana.

Esa libertad de la que nos habla Gala surgirá para quedarse siempre. Así será. Así lo desea la humanidad.

Nota al pie: este ensayo de crítica literaria se publicó primeramente en el periódico provincial-regional Macorix, página (7) siete, edición segunda quincena de febrero de 1995. Y publicado en la página Web, LOS INVITADOS DEL JARDIN, de Antonio Gala y en Poemas y Relatos, en la Web Derivas Charles Baudelaire y en viejoblues, entre otras muchas  páginas Web





 

viernes, 7 de noviembre de 2008

El pensamiento Cousteau, orientando la conciencia por la vida


El pensamiento Cousteau, orientando la conciencia por la vida

Escrito por: Enrique Cabrera Vásquez

SAN PEDRO DE MACORIS.- Solo el respeto público universal de su acerada conducta y pureza de sentimiento, puesto a prueba, posibilitó que se erigiera en cristalina figura de vanguardia para conducir la exigente lucha por la preservación de la vida de todas las especies posibles.
En medio de la contaminación e inmundicia que flagela el rumbo humano. En medio de la absurda cultura del consumismo alegre y el individualismo impertinente, sórdido e inhumano levantado como estandarte a seguir por un conglomerado humano hostigado y atrapado por el bombardeo publicitario que incita a la inmoralidad y a la destrucción de los valores éticos.


En medio del predominio de egoístas y morbosas pasiones protagonizada a despecho de la solidaridad humana, con un discurso fresco, sencillo, claro, responsable y directo; nos viene el recuerdo, como eje inspirador y guía orientador, de la portentosa, gallarda y esbelta figura del Comandante Jacques Cousteau, ciudadano de Francia y del mundo; oceanógrafo, medio ambientalista y conservacionista, quien por décadas desarrolló una ardua labor en aras de la preservación de la vida de los océanos, mares y ríos del mundo: luchando infatigablemente por que se le respete su vida interior y sus entornos, para hacer de la vida algo más sustancioso, dulce y bello.


Para el Comandante Jacques Cousteau el medio ambiente marino, acuífero y atmosférico tenía un significado e importancia trascendental en la vida de la Tierra, fuente de las demás razones de vida. Para Cousteau la vida del hombre debería ir acompañada con el respeto hacia las demás especies; especies que nacieron millones de años antes que el hombre.

Con ahínco apasionado denunció contundentemente a las multinacionales y transnacionales, a las naciones industrializadas y todopoderosas que irreflexiva y despiadadamente lanzan olímpicamente sus desechos radiactivos y tóxicos en los océanos, mares y ríos del mundo. Cousteau sin caer en la cursilería burguesa ni en el teoricismo dogmático y tautológico, tan en boga en estos tiempos, nos hace sentir su voz clamando y reclamando incesantemente respeto por todas las formas de vida posible.

Con amplio sentido realista pronunció discursos y conferencias conservacionistas en diferentes latitudes del mundo orientando a la sociedad mundial para que haga conciencia de la gravedad del curso destructor por el que se ha encausado la civilización actual. Luchó por la biodiversidad de la vida del planeta Tierra en todos los sentidos con desvelo y alta vocación de servicio y dedicación.

Sin aspaviento vocinglero nos previno contra la catástrofe para que salvemos nuestro amado Planeta Tierra del desastre ecológico. De la hecatombe total. Nos orientó e indicó por donde deberíamos transitar sin lacerar traumaticamente a las demás especies que nos acompañan en la vida, contribuyendo para que no nos convirtamos en simple cenizas o amasijos de escombros.

Era nuestro Jacques Cousteau todo un extraordinario hombre con un pensamiento certero y lúcido. Un acucioso y profundo investigador de los océanos, entregado sin pausa a una práctica tendente a que salvemos todos los géneros de vida posible. Con su altruista conducta nos marcó el sendero para que nos reencontremos con la dignidad de la vida.

El grande hombre que fue Cousteau, a posterior a su deceso, prosigue su avance sosteniendo la antorcha de la razón para que salgamos del túnel pesaroso en que nos ha sumergido el modernismo implacable y la competencia industrializada. Con él; con Cousteau, caminamos por la ruta del rescate de la flora, la fauna, el ecosistema, la biodiversidad de la vida, el medio ambiente, garantías indispensables para disfrutar de una vida plena en salud en todas sus manifestaciones.

“La humanidad ha causado, probablemente, más daño a la Tierra en este siglo que en toda la historia previa del género humano”, expresaba nuestro querido Cousteau, en entrevista que concedió a Natahan Gardels, y que fue recogida en nuestro país por el matutino Listín Diario. En la misma explayó su preocupación por el crecimiento anárquico de la población, que marcha descontroladamente sin metas ni objetivos claros.

Conciente del alcance funesto de esta situación, advirtió que “Hoy día viven en la Tierra 5,600 millones de personas. En menos de 55 años, para el 2050 habrá 10,000 millones.

El radical aumento del consumo que generará la necesidad de atender este desorbitado crecimiento producirá una presión casi fatal en los recursos de la Tierra”. Estas afirmaciones muestran el desvelo del pensamiento Cousteau por la capacidad de vida de la Tierra, evidenciando con ello la magnitud de su preocupación y la necesidad de que tomáramos en cuenta sus ideas en pro de la vida.

Ya no es sòlo la rápida eliminación de la capa de ozono lo que nos conduce hacia tiempos horribles y traumáticos sino la falta de conciencia cultural para conducirnos adecuadamente en procura de las formas naturales de alimentación y subsistencia.

El afán desmedido por malograr la vida ha estado yuxtapuesto a determinados estadios de conceptos políticos y filosóficos. El mismo Cousteau lo visualizó cuando señaló que ni siquiera la planificación comunista, utilizada como la mejor forma de existencia y preservación pudo encontrar el camino del rescate por la vida. Al respecto nos dice, “un sistema centralmente planificado no podía competir con las demandas del mercado”.

En efecto, es en la demanda de un mercado cada día más exigente en que se encuentran las bases que nos conduce al desastre total. La demanda impulsada por la cultura del consumo alegre y anárquico es lo que lleva a la humanidad al deterioro de la vida. La cultura del consumismo descontrolado, caótico, prevalece como símbolo de poder social.

Cousteau considera “que es un trabajo de la sociedad y no del individuo el controlar el consumismo destructivo”. Denunció que el “sistema de mercado está llegando a preocuparse cada vez más por cosas que no existen que por las que existen realmente. Los derivados financieros que son, esencialmente, especulación sobre especulación epitomizan la distancia que existe entre el mercado y la realidad. La corteza de hielo polar, para poner un ejemplo, se está derritiendo ahora como consecuencia del calentamiento general de la Tierra...”.

El consumo por el consumo se ha convertido en la razón de existir de las sociedades de hoy. La acelerada y protagónica competencia individual del género humano gastando desenfrenadamente, cual impulso psicológico.

No importa su precio en vida humana, animal o cualquier tipo de especies. No importa que se allane el camino al desastre. El pensamiento Cousteau cree que por medio de la educación hacia los jóvenes valores humanos podríamos hacer conciencia y detener la tragedia. “Nuestras esperanzas descansan en la juventud y en la educación”.

No todo está perdido. Es verdad que vivimos el predominio de la inversión de valores y que la prisa por llegar nos limita la capacidad de razonar con frialdad y detenimiento. “Los estudiantes de hoy están presionados hacia la rampa social de pensar a corto plazo”, nos indica el comandante Cousteau.

Creyó con alto sentido de conciencia humana que las sociedades y el hombre podrán despertar de este letargo olímpico del inmediatismo. ¿Es posible?... Quienes dirigen el mundo de hoy se muestran indolentes e insensibles; para ellos sólo hay espacio para saciar sus egos torcidos y satisfacer sus caprichos inicuos.

Sí, hoy se atenta alegremente contra la vida humana sin ningún reparo ni miramiento, con mucho más facilidad se puede eliminar la vida ecológica, animal o del medio ambiente. No hay nadie que detenga este gangrenado progreso involutivo, expresión elocuente de nuestra mediocridad y atraso.

Estamos en tránsito hacia la destrucción de todas las formas de vida. Al parecer ello constituye la única motivación de existencia de los que hoy, por designios de las circunstancias históricas, conducen los destinos del mundo.

No obstante este cuadro desgarrador y dantesco, esta disposición por destruir, el mensaje de Cousteau solivianta los criterios calenturientos y nos brinda la posibilidad de volver sobre nuestros pasos y detener esta carrera galopante por protagonizar el exterminio y la barbarie.

¡Hay que salvar a la Tierra porque con ello nos salvamos todos! Tremolemos con entusiasmo las ideas salvadora de Cousteau y hagamos una humanidad más humana y conciente de su presencia en el Cosmos planetario.

Por la vida, por todas las formas de vidas posibles, abracemos el pensamiento Cousteau y con ello le demos valor eterno a la vida. A toda la vida del planeta Tierra.

Nota. Este trabajo ensayo fue publicado en el periódico semanario El Coloso de Macorix, en su edición correspondiente al 11 de Febrero del año de 1997, en su página cinco (5.) En el internet varias páginas web de Europa y Sur América lo han reproducido

miércoles, 5 de noviembre de 2008

Carta a Viviana. Epístola-monologo, reflexión literaria

Carta a Viviana. Epístola-monologo, reflexión literaria

Escrito por:  Enrique Cabrera Vásquez (Mellizo).
 
Lunes 17 de junio de 1991

(Foto.- A la derecha, el periodista Enriquem Cabrera Vásquez, al salir de una emisora en París, donde fue entrevistado por el periodista que lo acompaña en la foto. 1991).

 SAN PEDRO DE MACORIS.  Lunes 17 de junio de 1991.-
Mi recordada amiga Viviana;-Desde la “tranquilidad” de mi lar henchido de afecto y cariño, vuela raudamente mi pensamiento tenaz, impulsado por la grata emoción que me produjo la llegada de tu carta,  fechada el 24 de mayo del presente año, y que recibí de nuestro correo nacional el 14 de junio próximo pasado ( fecha memorable e histórica en mi país), para nueva vez encontrarme contigo, y juntos,  mezclar el olor a caña de azúcar inherente en mi procedencia ancestral de petromacorisano con el sentimiento  nostálgico; necesidades,  sufrimientos y privaciones, resultante de tu  forzado ostracismo parisino; y entonces, desde la quimera ilusión de mis deseos  por un mundo sin injusticia, abuso, exclusiones  y  opresión,  reiniciar  aquel nuestro diálogo de “iluso” lleno de imaginación y metáforas maravillosas; estatuyendo nuestras verdades, denunciando, anatematizando y estigmatizando este sistema de injusticia organizada; este orden degradante que prioriza la inmoralidad y la corrupción en las funciones públicas  por encima de los  valores humanos de honradez, dignidad y decoro,

 Es hermoso y emocionante hablar contigo inmensa amiga del alma,  mujer estupenda que siempre apuesta  a la nobleza del alma humana y  cuya mirada trasluce sentimientos hermosos  de compromisos sociales,  solidaridad entusiasta  y afectividad humana, inspiradas en la necesidad de resarcir desde un cambio político trascendental la extendida deuda histórica y social con los pueblos oprimidos y saqueados del mundo víctimas de  las elites del poder dominantes. 


Torres Eiffel, París.-Construida como símbolo de Paz en 1889, fue diseñada por el ingeniero Gustave Eiffel como una sola construcción de dos vigas enrejadas y unidas, que aportan una resistencia mínima al viento. Está realizada con unas 6.300 t de hierro forjado y constituye una obra maestra de la tecnología del siglo XIX.

Sí  mi amiga querida, inspiradora  de ensueños añorados vamos a platicar; vamos a desahogar nuestros sentimientos de repulsa y  condena  contra los marfuz y execrables personajes   que desde su pedestal de codicia e empecinamiento despótico  nos mantienen sometidos a su servidumbre. Es reconfortante, estimulante y  provecho de interés,  hablar siempre  contigo,  mi pequeña gigante,  enseñoreada de nobleza, decoro  y dignidad.

Inagotable es la fuente verbal  de donde mana la riqueza espiritual que motiva  este nuestro onírico conversatorio.
¡Oh mi gentil amiga! Nimbada de donaire.  Limpia y transparente. ¡Qué agradable y refrescante es tener la dicha y el encantador privilegio  de conversar contigo! ¡Albricias! Pues,  por este instante  estupendo y cautivante de estar aunque sea imaginariamente contigo mi adorada amiga de argentina,  arropada de mansedumbre. Aterciopelada, sencilla, generosa y  bondadosa.  Gracias infinitas por brindarme tu amistad. Y es, que los azahares del destino nos juntaron en París,  la fascinante  capital histórica de la Francia propiciadora de embelesos hipnotizantés, catapultadora de dulzura, respeto.  Gracias siempre reiteradas   por tenerme confianza.  Por calentarme con el contacto vivificador de tus manos y de tu compañía.
 

Ovante  e inconmensurable  fue el histórico momento en que por circunstancias privilegiada del azar tuve la dicha de encontrarme contigo en París, aquella tarde-noche-  cuando acompañado de mi entrañable amigo Luís Rosich  Astacio, marchábamos envueltos en una multitud de hombres y mujeres que junto a ti y nosotros, protestábamos con todas nuestras humanas energías  contra los bombardeos a Bagdad iniciados a finales de 1990 a raíz de la  estúpida invasión iraquí a Kuwait por  parte del  implacable dictador  Saddam Husein, el 2 de agosto de 1990,  y que provocó la  conocida Guerra del Golfo Pérsico liderada por los Estados Unidos de Norteamérica.  Contienda ésta que  impactó al mundo al tener la novedad  de ser  presenciada en directo por televisión por cientos de millones de  telespectadores, que impotentes, observaron desgarradoras imágenes dantescas  de exterminios y devastaciones horrorosas: Escuelas, hospitales, hogares, monumentos, acueductos, mercados,  las infraestructuras, puentes, estaciones eléctricas, etc., etc. 
Todo  hecho polvos, “irradiados por las nuevas armas de destrucción masiva, abrasados con napalm, volatilizados con bombas gigantes de 9.5 toneladas”. La crueldad y el asesinato de miles de niños (as), hombres y mujeres, gentes inocentes sometidas a un infierno  sin piedad alguna bajo el castigo criminal  de las bombas de  Naciones Unidas, controladas por los Señores de la Guerra. Fue en esas circunstancias conmovedoras, y tan especial e inolvidable que nos conocimos; tu  tan distante de tu Argentina querida; en el París de María Antonieta, Danton y Roberspiere.Ese día y en ese momento  reafirmamos nuestros compromisos con nuestras principios y  verdades…

(Foto.- “María Antoniea, fue reina de Francia y murió guillotinada en 1793 junto a su marido, el rey Luís XVI, durante la Revolución Francesa. Su impopularidad fue motivada por su lujoso estilo de vida, e hizo caso omiso de la crisis financiera del país. Se negó a hacer concesiones a las masas hambrientas que asaltaron el palacio de Versalles y envió a sus tropas contra ellos”).

(“Marie-Antoinette de Hamburgo-Lorena, Antoinette (1755-1793) era la hija de la Maria todo-de gran alcance Theresa que reinó en Viena. Francia y Austria que colocaba sus diferencias siete años de anterior, en 1770 el heredero al trono francés, nieto de Louis XV, casaron los archiduques austriacos, sellando una alianza que cierta gente todavía se sentía era artificial. La novia era quince años de viejo, la preparación dieciséis. Su unión estimuló la construcción de la ópera, en donde los festivales de la boda fueron llevados a cabo”).

Hay muchas cosas de que hablar mi “distante” amiga Viviana.  Podemos hablar de la santisidad  de las flores; del amor que explayan en su peculiar conformación física y química que le proporciona la evolución precisa  de la Naturaleza y la  manifestación categórica  de la materia. De su entereza inconmovible e incólume.  De su belleza perfecta,  hipnótica, inmaculada y cautivante.  

Podemos, hablar, mi querida amiga,  de como  se ha enraizado la indolencia y la indiferencia en el sentimiento de amplios sectores  de la humanidad  cuyo accionar se caracteriza por un  desbordado consumismo e individualismo desalmado. Gentes  embriagadas por la opulencia y el derroche olímpico y alegre a despecho de la insalubridad, la mortandad infantil, el abandono, el hambre, la pobreza  y la miseria que flagela a las amplias mayorías del mundo.  Podemos hablar de la Ciencia, de su generalidad  como necesidad social imprescindible para elevar la calidad de vida de la humanidad,  así como de  sus polémicas particularidades  cuando se trata de deshumanizar su sentido y función social.  De  su alto valor  en  la conciencia social, y las   cualitativas  formas  organizada de la vida social.

(Foto.- “Maximilien de Robespierre (1758-1794).-Abogado en Arrás se le elige en el Tercero Estado del Artois. Mal orador se impone por su fuerza de persuasión a la Componente y al club del Jacobinos. Hostil a la guerra en 1792. Cargo electo al Convenio, se toma inmediatamente para objetivo por los Girondinos. Hace bloque ayudado de Marat y Danton y será su principal acusador en mayo de 1793. Entrado al Comité hola de Público él debe compartir su renombre con Danton y Hébert que eliminará sucesivamente. Seguido siendo solo principal su Gobierno pasa a ser rápidamente una dictadura sangrienta. Se detiene y realizado en julio de 1794. Fue una de las figuras más polémicas de la Revolución Francesa. Protagonista del denominado Reinado del Terror, durante el que fueron guillotinados miles de ciudadanos, finalmente él también fue ejecutado”).

 (Foto.- “Georges-Jacques Danton (1759-1794).-Clérigo en París en 1780 luego abogado en 1787. Orador muy escuchado de los Cordeliers. Uno de los organizadores de la petición del Champ-de-Mars. Su papel es esencial en el motín del 10 de agosto de 1792 que invierte la monarquía. Cargo electo al Convenio luego nombrado al Comité hola de Público para ocuparse de los Asuntos Exteriores se opone a Robespierre. Preside el Convenio en verano 1793 y hace votar el levantamiento en masa. Robespierre hace decreto Danton 30 de marzo de 1794 Después de un pleito ilegal Danton guillotiné el 5 de abril de 1794”).
  
 Podemos hablar, mi inolvidable amiga Viviana, de filosofía y de moral; la primera con sus leyes universales que subordina tanto el ser como el pensamiento humano, arma fundamental para comprender el gran problema de la relación entre el pensamiento  y el ser, entre la conciencia y la materia.  La moral poderoso dique de contención a nuestras distorsiones espirituales,  del desbordamiento desenfrenado de nuestras pasiones y emociones.  Pero no, sería una pérdida de tiempo útil que distraería nuestros razonamientos y nos conduciría hacia una complejidad de dudas e interrogantes permanentes.

Estaría demás hablar de René Descartes,  el extraordinario y grande filosofo francés de mi predilección juvenil que me fascinó con su geometría analítica, su teoría mecánica señalando el carácter relativo del movimiento y del reposo. Su ley general de la acción y de la reacción, así como su ley de la conservación total de la cantidad del movimiento sobre el desarrollo natural del sistema solar; en la cual consideraba que la forma básica del movimiento de la materia cósmicas (movimiento que condiciona la estructura y el origen de los cuerpos celestes), “es el movimiento torbellino de sus partículas”.
 
También, podríamos hablar de Kant, el conocido filosofo alemán quien me interesó muchísimo en mis otrora tiempos  de búsqueda afanosa de explicaciones y respuestas a mis imberbe inquietudes filosóficas y científicas del mundo, con su “idealismo crítico y trascendental”, creador de la hipótesis cosmogónica de la “nebulosa”, en la que explica el origen y la evolución del sistema planetario por la existencia de una "nebulosa" inicial.  Su hipótesis sobre la existencia de una gran galaxia universal fuera de nuestra galaxia, “desenvolviendo la teoría sobre el retardo de la rotación diurna  de la Tierra. Y la teoría sobre la relatividad  del movimiento y del reposo”.


O hablar de Federico Engels, el más grande y mejor amigo del más grande y mejor pensador social que haya producido la humanidad, Carlos Marx, quien inició su prolifera labor intelectual, critica y filosófica,  con su brillante y honda crítica a las ideas místico-religiosa de Schelling, con su demoledor cuestionamiento a Hegel, por sus conclusiones conservadoras y por la contradicciones a su  dialéctica  idealista, ese Engels, que junto a Marx, nos legó todo un apreciable arsenal botin de conocimientos   políticos e ideológicos,  de humanismo y moral, que nos iluminan el camino ahora que estos tiempos procelosos han producido un apagón  tan prolongado en los principales motores de la historia. 


Y hasta de Cristóbal Colón podríamos hablar, ese trascendental personaje que con su novedosa visión geográfica del mundo profanó nuestros mares y tierras con su apabullante odisea oceánica que dividió los pretéritos tiempos de nuestra configuraciones multigeográfica para con su nombre y en su nombre y con el nombre y por el nombre de los reyes de España, imponer  las fronteras limitantes de nuestra expansión autóctona. 

Y hasta de Einstein podríamos  hablar, de su magistral teoría de la relatividad que condujo “nuevas representaciones sobre el espacio, el tiempo, la sustancia, la luz y la gravitación”. Quien en 1903, formuló la genial teoría del movimiento  “browniano”, es decir, “del movimiento de pequeños cuerpos en suspenso en su líquido bajo el influjo de los impulsos dados por las moléculas”.  Con su extraordinaria teoría, Einstein señaló una demostración convincente de la realidad de las moléculas y sus movimientos. Einstein enriqueció los conceptos científicos de sus predecesores: que desde los tiempos de Tolomeo, iniciaron Pitágoras, “dueño de una lucidez reflejadora de una instrucción genial”, iniciador de la primera concepción  heliocéntrica del cosmos;  Copérnico, artífice del sistema  astronómico  heliocéntrico del mundo; Galileo, el paladín  sin regateo de la concepción científica del mundo con su controversial ( en esa época) formulación de la ley de la inercia y del principio de la relatividad, según la cual el movimiento uniforme  en que dicho sistema se dan, con lo cual redujo a la nada la estéril  física escolástica y abrió  el camino a la ciencia  experimental  de los tiempos modernos, que ha sido de importancia capital.  Esas formulaciones científicas sirvieron  de punto de apoyo, tal vez tímidamente, en las argumentaciones esgrimidas  para sostener las ambiciones de conquistas de aquellos  europeos que procedentes allende los mares a fuego y espada sometieron a la servil obediencia  a nuestros primitivos pobladores aborígenes e indígenas verdaderos dueños de todas estas  tierras y mares profanados y violados por la Conquista Europea.  Pero no mi amiga Viviana, no hablemos de esas cosas tan complejas,  complicadas y  provocadoras de intensas polémicas, No. hablemos de otras cosas, quizás,  mucho más atractivas y sustanciosas. 
 Tal vez, te interesaría que hablemos del arte, ese resultado de la vasta productividad del sentimiento humano: expresión inequívoca de la  conciencia social y de la   actividad  humana, que  manifiesta mediante formas y lenguas  diferentes el reflejo de nuestra respectivas realidades culturales  a través de grabados,  imágenes pictóricas, manifestaciones poéticas   y artísticas: constituyendo uno de los procedimientos más importantes de la aprehensión estética del mundo.  Pero no, tampoco hablemos de eso, pues nos indigestaríamos al ver la distorsión constante de la manifestación  espiritual del sentimiento humano reflejado  en un arte condicionado, sin libertad expresiva, insustancial y alienante. Tal vez te gustaría  platicar sobre política, actividad que uno de los forjadores de nuestra nacionalidad (la dominicana), Juan Pablo Duarte, calificó de noble y pura, pero que en la práctica de estos tiempos ignominiosos no es más que  una inversión  de la verdad, bajo el predominio de grandes medios de comunicación que adrede priorizan  la mentira, utilizandola  como soporte manipulador y  garante  del  dominio opresor de las perversas elites que hoy someten al mundo a su antojo y caprichos interesados,  y que sólo  estilan escarnio  y vergüenza.

Al hablar de política tendríamos que vernos en la necesidad de ensayar disertaciones teóricas para justificar desde nuestra óptica  implacable  la presencia  histórica y política de gente como Lenin, Mao y Fidel, quienes encabezaron revoluciones triunfantes,  (considerándolo de manera apresurada e interesada  como bueno) y  a Hitler, Trujillo, Somoza,  Videla, y Pinochet, quienes encabezaron dictaduras despiadadas  (como  malvados). No. Quizás  estas apreciaciones nos darían un  vértigo espantoso y podríamos  perder  nuestras facultades  racionales al contemplar horrorizados como el Capitalismo está palmo a palmo liquidando  el Socialismo de Marx y Engels, mediante el subterfugio de “Economía de Libre Mercado”, y nos arrepentiríamos  de haber  nacidos en estos tiempos de retroceso y claudicación. 


Tal vez, te gustaría que conversemos  de la Familia, cuya desintegración marcha unida a la desaparición de los afectos, y que  para dialogar de este tema sumamente interesante  nos apoyemos en Morgan, ese trascendental etnógrafo y arqueólogo  norteamericano que estudió la vida de los indios de Norteamérica y recogió una enorme cantidad de datos relativo a la historia de la sociedad primitiva, y que le sirvieron de base para escribir su maravilloso libro “La Sociedad Primitiva”, 1877, donde señala claramente que la familia es un fenómeno histórico, que  cambia a la par que la sociedad evoluciona. Nosotros robusteceríamos estas enseñanzas antropológicas y social recurriendo necesariamente a Federico Engels, quien en su extraordinaria obra “El Origen de la Familia, la Propiedad Privada y el Estado”, que  si bien se apoya en los novedosos descubrimientos de Morgan con su correspondiente  aportaciones, nos  brinda profundas  ideas  científicas sobre este tema sumamente importante, objetivizando en su real  magnitud que la familia es una categoría  histórica.  Que su vida y sus formas están condicionadas por el régimen económico y social de producción  imperante en cual época histórica y por el carácter de las relaciones sociales en su conjunto.  Diciendo al respecto, que, “El hombre es en la familia el burgués: y la mujer representa el proletariado”.  Pero al tener que hablar de estos temas tan exigentes nos abocaríamos a un terreno movedizo y correríamos el riesgo de lacerarnos. Nos fatigaríamos y sucumbiríamos  extenuados, cuasi cataléptico,  frente a la cruel realidad  de estos tiempos  de deshonra y deshonor, entonces  no encontraríamos  los paliativos que nos reivindiquen  y reconforten, y una gran  frustración  arroparía nuestros espíritus. 

 
(Foto del Che Guevara)
, Sería muy  emocionante hablar de tu paisano Ernesto –Ché- Guevara, ese  prohombre sin igual, símbolo enhiesto de mis sueños imberbes, que al venir al mundo el 14 de junio de 1928, trajo aparejado consigo una estrella perenne indicadora de la esperanza.  Convirtiéndose con su práctica histórica  en un estandarte de vergüenza y optimismo en medio de la turbulencia que empaña  el horizonte.  Que con su muerte el 8 de octubre de 1967, acaecida en la quebrada de El Yuro, un cañón de la tupida selva boliviana, se sembró eternamente en la conciencia de la humanidad que lucha  sin descanso por un porvenir  digno y decoroso.  Su muerte fue un ejemplo de su tenaz  esfuerzo por darnos un Continente hispano-americano libre, independiente y soberano.  El Ché expresó con su conducta de bien los ideales más puro y nobles de los forjadores de nuestras respectivas nacionalidades.


Su imagen, sus convicciones y su meta revolucionaria, constituyen la más acrisolada bandera que podamos levantar en nuestra búsqueda constante e incesante del hombre nuevo.  De la sociedad nueva.  Pero no,  mi querida amiga Viviana, mi amiga del alma,  no es prudente que nos detengamos  a hablar del Ché, al hacerlo le daríamos paso a la nostalgia, a la amargura, el dolor,  la impotencia, la angustia, o a cualquier  meaculpa de remordimiento, de autocrítica, por  nuestras vacilaciones;  por nuestra flaqueza de espíritu que en un  momento impreciso de nuestras vidas se aposentaron intrusamente en la frágil comarca de nuestro contorno emocional.  Por lo tanto, mi querida amiga Viviana, creo que es mejor que hablemos de nosotros.  Porque no tenemos  la calidad para hablar,  para dialogar sobre un hombre tan dimensional como Ché Guevara. Para hablar con la solemnidad, la compostura, la serenidad y sobre todo, con la paciencia y el relajamiento que amerita hablar de un  personaje tan querido y adorado como el Che.  Somos mortales.  Solo los inmortales pueden hablar de los inmortales,  por lo menos en estos momentos. “Hay que dejar a los muertos en paz, para que ejerzan la bella función de iluminar la conciencia de los vivos”.

(Fotos de Juan Luís Guerra y Carlos Gardel.. Así que mí querida y recordada amiga Viviana, vamos a hablar un poquito de nosotros.  Sí hablemos de ti y de mí… Por razones biológicas,  históricas y sociales  ambos surgimos del subdesarrollo.  Somos un producto de los embates de la marginación y de la discriminación.  El despotismo entronizado, ilustrado, institucionalizado, procura impedir que nos casemos  con las perspectivas promisorias del porvenir.  La dominación de clase que nos gobierna, esa clase parasitaria, corrupta y perversa, no escatima   posibilidades en su maldito  propósito de preservar  su dominio sobre nosotros.

La realidad social  condiciona la “libertad” de amar. La desigualdad social y  la separación de clase  nos conculcan el derecho a escoger a quien debemos amar. La dominación de clase aprisiona el sentimiento amoroso. Mediante una esclavitud moderna y sofisticada,  disfrazada de rostro humano, apenas nos permiten subsistir para servirles mientras nos hacen la vida insoportable.

La esperanza y la voluntad de lucha jamás podrán erradicárnoslas.  Están aceradamente soldada en nuestro espíritu, en nuestra peculiar conformación histórica.  Nuestros  valores  son infinitos.  Es la resultante de los altos  principios morales que nos legaron  con sus martirologios nuestros antepasados desde los bravos y valientes originarios de estas nuestras tierras hispanoamericanas simbolizados en Túpac Amaru

Mi inolvidable Viviana, quisiera continuar llenando estas cuartillas, desahogando mis ideas, continuar nuestro diálogo prolongado.  Son tantas  las cosas de que hablar que el tiempo jamás nos alcanzaría para expresar todo el torrente de sentimiento que motiva la emoción del momento.
Lamentablemente nos  vemos  forzados a interrumpir  nuestra conversación,  nuestro diálogo-monólogo,  tanto tú como yo tenemos que atender diferentes obligaciones y  “compromisos”  dictados por las exigencias de la  vida, por la inmediata  cotidianidad de la responsabilidad social.  Esos quehaceres constituyen –quizás-  la terapia relajante que merma nuestras tensiones diarias.

Volvamos cada uno a nuestros que hacer  rutinarios, a nuestras respectivas responsabilidades, a saciar la caprichosa y egoísta   complacencia vana de los bribones regentes del mundo. “Deleitémonos”  con la silente  contemplación del correr de los días.  Con las repugnantes noticias que dan cuenta de que “nuestros amos” ahora no quieren  a los haitianos aquí ( en República Dominicana); que después  de estrangularles sus deseos libertarios lo recogen al granel montando un show, un espectáculo dantesco.  Parece ser que después de lo de Europa del Este;  Nicaragua, Grenada, Chile, Panamá e Iraq,  la preocupación  central será segregarnos en todos los aspectos.
Mediante el subterfugio de la “integración” pretenden en realidad  desintegrarnos,  reubicarnos en las fronteras de sus intereses emanados de su nuevo reparto del mundo. Quieren ponernos  nuevos  parámetros y condicionantes dentro de su acariciado proyecto de “purificar la raza  humana”. Mientras el “hacha va y viene”- como dice el pueblo-, refugiémonos fugazmente en la música sabrosa de Juan Luís Guerra y su 4-40, y desempolvemos los eternos tangos del inmortal- nuestro inmortal- Carlos Gardel.
            

Nota: publicado en el periódico tabloide semanario El Coloso de Macorix, edición de la primera quincena  de Marzo del año de 1996, páginas 10 y 11.

martes, 4 de noviembre de 2008

Yo quisiera como los poetas y humanistas universales traspasar las estrellas y ser infinito en el tiempo

 Yo quisiera como los poetas y humanistas universales traspasar las estrellas y ser infinito en el tiempo
 
Escrito por: Enrique Cabrera Vásquez

“Lo más preciado que posee el hombre es la vida. Se le otorga una sola vez y hay que vivirla de forma que no se sienta un dolor angustiante por los años pasados en vano, para que no queme la vergüenza por el ayer vil y mezquino, y para que al morir se pueda exclamar. Toda la vida y todas las fuerzas han sido entregadas a lo más hermoso del mundo, a la lucha por la liberación de la humanidad. Y hay que apresurarse a vivir. Pues una enfermedad estúpida o cualquier casualidad trágica pueden cortar el hilo de la existencia”. (Nikolai Obstrovski, de su novela, Así se templó el Acero.

Abraham Lincoln, el 16º presidente de Estados Unidos, procuró evitar la disgregación de la Unión durante la Guerra Civil estadounidense y abolió la esclavitud. Recordado por su honestidad, compasión y fortaleza de espíritu, es uno de los presidentes más respetados de Estados Unidos.

Benito Pérez Galdós (en la foto) Considerado por muchos como el mejor novelista español desde Miguel de Cervantes, Benito Pérez Galdós es célebre por su ciclo de 46 novelas que, en su conjunto, recibieron el título de Episodios nacionales (1873-1879 y 1898-1912). Cronista de la historia de la España del siglo XIX, Pérez Galdós desarrolló un estilo de narrativa histórica basada en una meticulosa investigación destinada a recrear los acontecimientos del pasado. Una segunda serie de obras, las Novelas españolas, giraban en torno a asuntos religiosos y sociales de su época. (Foto del poeta Pablo Neruda)


SAN PEDRO DE MACORIS. Remisiblemente caigo orante ante el esplendor fulguroso de los inmortales heraldos que allende los tiempos conquistaron con la sublime majestuosidad de su sentido canto, trémulo y emocionante, todos los rincones posibles del universo humano; que aguijonearon con certeza las vastedades espaciales de nuestro cosmos apoderándose devotamente del espacio tiempo que nos catapulta socio-biológicamente como realidad histórico-social.

 Con suma propiedad son símbolos enhiestos de la grandeza humana. De la condición humana. Únicos seres del mundo a los cuales en verdad se le debe rendir tributo, reverencia y culto; un respeto inextinguible. Es el mérito de ser poeta. De ser humanista. Una categoría especial (muy especial y única)  reservada a una selectiva y privilegiada capa de la especie humana. 

Sólo ante estos seres pluralizados y maravillosos, poseedores de la excepcional facultad de cantarle a la vida. De desafiar a la muerte. De atemorizar a los tiranos y dictadores. De vencer los egos torcidos de la bestialidad humana; sólo ante ellos, primorosos arquitectos de versos encantados, rindo yo mi palabra y las posibilidades de mis potenciales energía; de mi humana fuerza en tránsito de esta vida mía. Y es que los grandes adalides y paladines de la humanidad solo se han apoyado en la pureza de su mensaje, en la castidad de su palabra; virtudes que lo destacan con la reciedumbre y calidad moral que posibilita que la humanidad consciente les guarde devoto y fervoroso respeto. Admirarlo. Amarlo. Ser discípulo o seguidor de la enseñanza y del ejemplo extraordinario de estos estelares pensadores de la humanidad constituye una categoría significativa de vida. (Foto del escritor Grabiel García Marquez)

Los cristianos han tenidos en Jesús el Cristo su redentor inmaculado;  los comunistas a Marx y Engels, quienes impactaron y estremecieron todo el globo terráqueo sin más arma que el poder omnímodo de su proclama poética de liberación social, expresada sin desperdicio en su famoso e histórico Manifiesto Comunista de 1847. Desde milenios antes del cristianismo hasta nuestros días ha sido con cánticos poéticos y humanísticos, con mensajes de amor y sabiduría, con la prédica de buenas venturanzas que los hombres y mujeres del mundo han enfrentados la barbarie; los genocidios, la explotación y la opresión.

 Sólo ellos: los aedas, tienen ese peculiar lenguaje que comunica al hombre con la naturaleza, votiva energía de donde emana fecunda creación de vida. Sólo ellos y nada más que ellos tienen esa especialidad excepcional; ese poder luminoso, mágico, trascendental y solemne de entender, valorar y comprender la fuerza y la razón de la Naturaleza en todo su esplendor. Traspasaron las alturas inmensas del espacio primero que el telescopio. Alcanzaron La Luna mucho antes que los astronautas de la Misión Apolo X1.

Ellos pueden considerarse libre de mezquindad y de egoísmo, son nuestros queridos dioses terrenales. Tienen esa fuerza moral, telúrica, magnética y espiritual que le ha permitido en todos los tiempos y sin ningún vehículo espacial tocar las estrellas. Traspasaron las alturas inmensas del espacio primero que el telescopio. Alcanzaron La Luna mucho antes que los astronautas de la Misión Apolo X1.


Sus palabras tienen una fuerza seductora, extraordinaria, optimistas, convincentes de tal magnitud que los mortales que se lanzaron al espacio tras su ávida conquista tuvieron que inflarse de sus palabras para asumir con valor y entereza su misión científica. Se llenaron de fuerza con los versos del Nuevo Testamento para enfrentar con decisión la empresa tan llena de misterio e incógnitas como es la conquista espacial. 


 Me lamento no ser poeta; el no haber podido desarrollar mis posibles potencialidades intelectuales y culturales sumergiéndome por oníricas rutas inspiradoras y creativas, protagonizando la imaginación de los sueños en un lírico espacio de producción connotada. No obstante la limitación profana que acusa el entorno glauco de mis pasos tengo a bien desafiar los vestigios de torpeza que se asoman a la vereda por donde corre sublevada el trepidar de mis palabras e  ideas al encuentro entusiasta con estos seres prodigiosos que desde la pubertad de mi existencia han venido orientando e inspirado mi vida. No soy poeta, es verdad, pero, me enorgullezco aspirar a serlo. Me conforma y revitaliza el admirarlo, el sentir sobre mí el placer  inmenso de sus proclamas, la reciedumbre de su majestad onírica; su integridad y firmeza moral. Son seres inagotables, maravillosos, prismatizados. Motivos de vida y esperanza; dueños de palabras sencillas, perfumadas, aterciopeladas, vigorosas, hirsutas y hasta cáusticas. 

En ellos la muerte jamás existe. Son auténticos y verdaderos protagonistas de la historia; prohombres dotados de una integridad y dignidad ejemplar.

 ¡Que grandiosos son estos poetas extraordinarios; humanistas, científicos, pensadores públicos y líderes políticos de trascendencia universal; virtuosos profetas de cambios revolucionarios asentado en cada alba de esperanza, imágenes fosforescentes situadas en el portal de la patria universal! 

Deifiquemos con gloriosa gratitud inmarcesible sus nombres cultivando con devoción reverente sus legados de emancipación, dignidad humana,  justicia social, redención, paz y amor. 


Que vivan permanentemente en la conciencia de la humanidad Jesús el Cristo, Mahoma, Euripedes,  Pitágoras, Lucrecio, Tácito, Galileo Galilei, Arquímedes de Siracusa, Demócrito, Platón, Aristóteles, Sócrates, Publio Virgilio Marón, (mejor conocido por Virgilio), el historiador y geógrafo griego Heródoto de Halicarnaso, Homero, el sensacional dramaturgo griego Esquilo, el historiador, filósofo y militar griego Jenofonte, el aedo griego Homero; el también griego y poeta trágico Sófocles; el historiador y militar ateniense Tucídides, Dante Alighierl, Petronio, Filippo Brunelleschi, Nicolás Copérnico, Tolomeo, Confucio, William Shakespeare, Friedrich Wilhelm Nietzsche,  Blaise Pascal,  Benedict de Spinoza, el español universal de la lengua castellana Miguel de Cervantes Saavedra, Góngora (Luís de Córdoba y Aragot, Immanuel Kant, René Descarte, Isaac Newton, Franz Kafka, Víctor Hugo, Albert Camus, Daniel Defoe, Jean-Paul-Sartre, Simone de Beauvoir, Bertolt Brecht,  José de Espronceda, Erasmo de Rotterdam, Oscar Wilde, Edgar Allan Poe, Howard Phillips Lovecraft, Henri Beyle, más conocido por  Stendhal, Lewis Wallace, Charles Darwin, Valle- Inclán, Rafael Alberti, Miguel de Unamuno, Federico García Lorca, Miguel Hernández, Salvador Dalí, Pablo Picasso, Dolores Ibárruri Gómez (La Pasionaria), el argentino José Hernández, Cuy de Maupassant, Tomas Moro, Octave Mirbeau, Emily Bronte, Nicolás Maquiavelo, Gustave Flaubert, Alejandro Dummas, Abate Presvóst, Antón Chéjov, Máximo Gorki, Antonin Artaud, Voltaire, Jaime Balmes, Barbey D Aurévillo, Juan Ruiz de Alarcón, Charlotte Bronte, Giovanni Bocacio; Gustavo Bécquer, Fernando de Riojas, Juan Boscán, el Inca Garcilaso de la Vega, (Vladimir Nabokov), Lorenzo Ghiberti, Baltazar de Alcázar, Fray Luís de León, Francisco de Quevedo, Fedor Dostoirwski, León Tolstoy, Nikolái Gógol, Francesco Petrarca, Sandro Boticcelli, Boris Pahor, Mijail Sholojov, Andrés Bretón, el connotado escritor italiano Cesare Pavese, Andrés Malraux, François Villon, Emile Zola, Nicolás Gógol, el poeta, dramaturgo y científico alemán Johann Wolfgang von Goethe, León Felipe, Linus Pauling, Kjartan Fløgstad, Eduardo Lourenço, Jorge Manrique, Jaime Sabinas, Claude Lévi-Strauss, Eric Hobsbawm; el parisino y consagrado pacifista Frédéric Passy, Jorge Semprún, Zygmunt Bauman, Malon de Chaide, Gaston Bachelard, Sor Juana Inés de la Cruz, Teresa de Cepeda y Ahumada (Santa Teresa de Jesús), Madre Teresa de Calcuta, Luís Vaz de Camoes, el anónimo del Mío Cid, Arcipreste de Hita, Marcel Proust, Juan Rulfo, Alejo carpentier, José Enrique Rodó, Miguel Hernández, Juan Ramón Jiménez, Paulho Cohelo, Miguel otero Silva, Samuel Fijoe, Jacques Derrida, Gabriela Sidorie (Colette), Marie Salomea Sklodowska Curi (Marie Curie), el suizo, filántropo y activista de la causa humanitaria y primer Premio Nobel de la Paz Jean Henri, San Agustín, Jacinto Benavente, Charles Baudelaire, Honore de Balzác, Benjamín Franklin, Albert Einstein, Charles Darwin, Walt Whitman, Eduardo Zamocoi, Andrés Bello, Samuel Taylor Coleridge,  Eugenio María de Hostos, Alejo Carpentier, Gabriele D'Annunzio,  Amado Nervo, Julio Cortázar, Octavio Paz, Camilo Cela, Nicolás Guillén,  Paul Verlaine, José Lezama Lima, Gabriela Mistral, Vicente Huidobro, Gabriel García Márquez, Edmund Spencer, Ernesto Sábato,  Miguel Ángel Asturias, Carlos Pellicer, Isabel Allende, Jacobo Rousseau, Ernest Miller Hemingway, Henry Miller, Sigmund Freud, Abraham Lincoln, Thomas Jefferson, George Washington, Theodor Roosevelt, Franklin D. Roosevelt, Ralph Waldo Emerson, Ben Jonson,  José Luís San Pedro, Schopenhauer,  Henry Louis Mencken, conocido como el "Sabio de Baltimore", Louis Pasteur, Calderón de la Barca, Lope de Vega, José Ortega y Gasset, Diego Rodríguez de Silva y Velázquez, Stephen Edwin King, Rubén Darío, Pablo Neruda, César Vallejo, Domingo Faustino Sarmiento, José Augusto Trinidad Martínez Ruiz, más conocido por su seudónimo Azorín, Francisco de Goya y Lucientes, Jorge Luís Borges, Alfonso Reyes Ochoa, Carlos Fuentes, Mario Benedetti, Rómulo Gallego, Herman Hesse, Laura Esquivel, Julia de Burgos, William James, Charles Chaplin, Mario Moreno (Cantinflas), Berkeley,  Gabriel Marcel, Gustav Theodor, Jonas Edward Salk, su Santidad Juan Pablo II, Krishnamurti, Carlos Marx, Federico Engels, John Stuart Mill, Adam Smith, David Ricardo, Vladímir Ilich Uliánov (Lenin), Jorge Plejanov, Jorge Dimitrov, León Trótski, Rosa Luxemburgo, Clara Zetkin, Mahatma Gandhi, Mao Tse-tung o Mao Zedong, Ho Chi Ming, Zhou Enlai, Deng Xiaoping, Winston Churchill, Charles de Gaulle, José Martí, Simón Bolívar, Augusto César Sandino,  Patricio Lumumba, Fidel Castro Ruz, Ernesto Che Guevara, Salvador Allende, José Eduardo dos Santos, el sacerdote nicaragüense Ernesto Cardenal, Carlos Alberto Fonseca Amador, Benjamin Jonson, Tomás Borge Martínez, Miguel Humberto Enríquez Espinosa, Emiliano Zapata Salazar, Hugo Chávez Frías, el salvadoreño Schafik Jorge Handal, José María Heredia y Heredia, (Cantor del Niágara), Albert Schwietzer, Sigmun Freud, Auguste Comte, Saint Simon, Robert Williams Buchanan, Soren Kierkagard, Carl Sagan, Raffaello Sanzio, Martin Luther King, Jimmy Carter, Willy Brandt, Adolfo Pérez Esquivel, Nelson Mandela, Kofi Annan, el ex presidente finlandés Martti Ahtisaari, Oliver Cromwell, Mairead Maguire, la abogada iraní Shirin Ebadi, Henri Bergson, Carlos Fuentes, Rigoberta Menchú Tum,  el bioquímico y  activista estadounidense Linus Carl Pauling, la pacifista y baronesa austríaca Bertha Felicitas Sophie, Pedro Albizu Campos, Olof Palme, Amílcar Cabral, Agatha Christie, Emily Elizabeth Dickinson, José Saramago, Eduardo Galeano, Stephen Hawking  y nuestros Pedro Mir, Manuel del Cabral, Juan Bosch y Gavillo, y José Francisco Peña Gómez, entre otros tantos insignes y carismáticos poetas, humanistas, revolucionarios, políticos, pensadores sociales, científicos, talentosos  hombres y mujeres relevantes de consagrados ideales altruistas y libertarios que orgullosamente han tenidos a bien descollar una rutilante personalidad de acentuado acervo cultural y alta sensibilidad humana y social. Algunas de estos notables personajes han sido distinguidos con el Premio Nobel lo que indica claramente la reciedumbre publica de su figura.


Injusto y mezquino sería no añadir a este privilegiado listado arriba referenciado a nuestra prolíficas constelaciones dominicana conformada por pléyades peculiares como Luis Gerónimo de Alcocer, Antonio Sánchez Valverde y Ocaña, José Gabriel García, Pedro Agustín Morell de Santa Cruz,  Ulises Francisco Espaillat, César Nicolás Penson, Félix María Ruiz,  Jacobo Villaurrutia, Nicolás Ureña de Mendoza, Pedro Henrique Ureña, Salomé Ureña Díaz, Salomé Ureña de Henríquez, Leonor de Ovando, Francisco Xavier Billini, Bartolomé Olegario Pérez, Francisco Henríquez y Carvajal, Jacinto de la Concha, Juan Isidro Pérez, Tulio Manuel Cestero, Manuel Arturo Peña Batlle, Américo Lugo Herreras, Valentín Giró, Pedro Francisco Bonó, los hermanos Javier y Alejandro Angulo Guridi, Félix María del Monte, Manuel María Valencia, Eugenio Deschamps Peña, Osvaldo Bazil Leiva, Víctor Villegas, Lupo Hernández Rueda, Ricardo Pérez Alfonseca, los hermanos Gastón y Rafael Deliges, Domingo Moreno Jiménez, Ercilia Pepín Estrella,  Anacaona Moscoso Puello de Sánchez, Manuel de Jesús Troncoso de la Concha, Franklin Mieses Burgos, Mariano Lebrón Saviñón, Freddy Gastón Arce, Héctor Incháustegui Cabral, Fabio Fiallo, Aída Cartagena Portalatín, Evangelina Rodríguez Perozo, José Joaquín Pérez, Carmen Natalia, Antonio Fernández Spencer, Federico Bermúdez, Manuel Rueda, Freddy Gastón Arce, Máximo Avilés Blonda, Salvador Cucurullo, Franklin Mieses Juan Isidro Jiménez Grullón, Burgos, Rafael Américo Henríquez, Juan Manuel Sepúlveda, Sally Rodríguez, Luis Alfredo Torres, Juan Sánchez Lamouth, René del Risco y Bermúdez, Marcio Veloz Maggiolo,  Pedro Ovalles, Octavio Guzmán Carretero, Dionisio de Jesús, José Mármol, Mateo Morrison, Chiqui Vicioso, Martha Rivera, Haffe Serulle. León David, José Acosta, Marianela Medrano, Tony Raful, Andrés L. Mateo, Bruno Rosario Candelier, Manuel Matos Moquete, Ylonka Nacidit-Perdomo, José Alejandro Peña, Norberto James Rawlings, Tomás Castro, Enriquillo Sánchez, Miriam Ventura, Adrián Javier, Carmen Sánchez, Alexis Gómez Rosa, Soledad Álvarez, Carmen Imbert Brugal, Jóvine Bermúdez,  Rafael Nino Féliz, José Enrique García, José Mármol, César Augusto Zapata, Sabrina Román, Radhamés Reyes Vásquez, Emilio Gil Fernández, Manuel Mónica (Meso Mónica), Tomás Hernández Franco, Plinio Chahín, Mayra Alemán, Juan Antonio Alix, Lipe Collado, y nuestras petromacorisanas doña América Bermúdez viuda del Risco y doña Ludín Lugo y Odalís Pérez, entre otros tantos distinguidos (as) protagonistas del arte literario que desde su acerva acumulación de saberes engalanan nuestro sensacional parnaso nacional. Su silabario literario es ampliamente riquísimo en creatividad metafórica y sustancia artística explayada con elegancia y desbordado entusiasmo más allá de la sangre, el dolor, el llanto y el miedo, dándole siempre  luz fresca a la vida.

Obliga nuestro recorrido de reflexión bibliográficas que  sumemos a este sitial de honor literario y cultural a nuestros artistas plásticos, don  Enrique García Godoy, el petromacorisano Paul Giudicelli,  Asdrúbal Domínguez, Silvano Lora, Guillo Pérez, Ramón Oviedo, Cándido Bidó, Darío Suro, Ada Balcácer, Miguelina Rivera, Amaya Salazar, Celeste Woss y Gil, Genaro Reyes Cayuco, Elvis Aviles, Alberto Lestrad, Juan Plutarco Andújar, Amado Melo y los petromacorisano Nadal Walco y Mariachi Alburquerque.


 Vale destacar la presencia de  nuestros consagrados folcloristas nacionales doña Casandra Damirón, Josefina Miniño, Luis Días, Dagoberto Tejeda, Fradique Lizardo, Xiomarita Pérez. e Hilma Contreras.

 
A nuestros políticos y patriotas de encumbradas proyecciones sociales e intelectuales dedicado con ahínco y entrega sincera a mantener bien en alto en la conciencia ciudadana los ideales de los forjadores de nuestras raíces patria legados por Juan Pablo Duarte, Francisco del Rosario Sánchez, Ramón Matías Mella y Gregorio Luperón, llevada cabo  con alto sentido de responsabilidad cívica por Gregorio Urbano Gilbert, Enrique Jiménez Moya, Manolo Tavárez Justo, Minerva Mirabal, Juan Isidro Jiménez Grullón, y el afable Jacobo Majluta Azar.


A nuestros sacrificados militares constitucionalistas de la Revolución de abril de 1965, coroneles Francisco Alberto Caamaño Deñó, Rafael Tomás Fernández Domínguez, Juan Lora Fernández, Hernando Ramírez  y Ramón Manuel Montes Araches, asi como, el capitán Peña Tavera y el sargento Polonio Pierret.

Merecen mención histórica referencial los periodistas Antonio María Pineda, José Núñez de Cáceres, don Rafael Herreras, Guido Gil Díaz, Orlando Martínez, Plinio Díaz, Gregorio García Castro y don Francisco Comarazamy Rangasami, entre otros tantos poetas, poetisas, humanistas, científicos,  pensadores, educadores, ensayistas, políticos, patriotas anegados, periodistas, gremialistas, sindicalistas, folcloristas, declamadores, versificadores, decimeros, filántropos, profesionales de bien, honrados y honestos servidores públicos, hombres y mujeres  sobresalientes por su alta dignidad humana y probadas vocación de servicios en favor de causas justas.


Ser poeta significa conformar un exclusivo conglomerado de seres encantados; bioluminiscencias refulgentes, nimbadas constelaciones mágicas, privilegiados arquitectos de palabras dulces, perfumadas, tiernas, fantásticas y amorosas, concebidas desde el fondo del alma humana para verbalizar los sentidos de  nuestra interioridad. Es poseer la asombrosa y peculiar capacidad  de esparcir  discursos plurisignificativo de sentida penetración desgarrante, sensibilizador, abriéndoles las puertas a toda ilusión de amor pleno; fecundas alegorías de sueños esplendorosos. Presencia poética sobre el universo encarnando nobles y profundas aspiraciones de dichas y bienestar  humano.

Los poetas son seres infinitos. Moldeado con un espíritu de sensibilidad y poseído de una  gracia heroica sin igual ungen con su aliento profético todo mundo de maldad y oprobio que se le antepone  blandiendo al aire con desafiante orgullo sus palabras universal, y desde su cumbre poética nos hablan con un alto sentido humano; sus palabras tan precisas y bien situadas cargada de una dignidad solemne, a veces un tanto hirsutas ante la rabia estilada por la afrenta, conmueven las fibras más aceradas de la humanidad.  Están hechos de una pasta muy especial, dimensional. Son estrellas galácticas cuyos fulgores imponente vence toda oscuridad. Duendes de amor subvertidos contra la ignominia, la injusticia, el  odio, el desdén, la indiferencia y la estupidez. Excelsos y auténticos. Asumiendo siempre posturas de principios cristalinos. El peso moral de sus ideas rescata la autoestima universal lacerada en estos nuevos tiempos de desorden, guerras insensatas y caos de exterminios interesados. Estos hombres y mujeres del saber, cultores del conocimiento,  cuyas características esenciales ha sido ser poeta, filosofo, filólogo, científicos, botánico,  biólogos, escritor, historiador, artista plástico, pintor, escultor, pensador político,  vanguardista de la moral y de la ética, tienen la misión permanente de indicarnos los buenos caminos que anhelamos en nuestras  jornadas de vida.

El poeta viaja desde su interior montado en su audacia literaria,  con pasos de fe y optimismo, significando en su prolíficas pulsaciones  la grandeza de la vida, propagando en la envoltura de sus epodos llamativos  su férvido amor insospechado por la humanidad mas allá de las limitadas fronteras  de su mirada empecinada.

La magnitud de su aura resplandeciente compele todos los rufianes, canallas, cretinos y malvados del mundo obligándolo  a vacilan y retroceder,  temeroso frente al peso emocional y espiritual de estos exeas de la humanidad. Pinochet en Chile, en medio de su concierto represivo y orgía de sangre y terror; dentro del  furor de su felonía cobarde, tuvo que inclinarse anonadado ante la portentosa figura de un Pablo Neruda.


" ¿Quien es el ignorante que mantiene que la poesia no es indispensable a los pueblos? Hay gentes de tan corta vista mental, que creen que toda la fruta se acaba en la cáscara. La poesía, que congrega o disgrega, que fortifica o angustia, que apuntala o derriba las almas, que da o quita a los hombre la fe y el aliento, es mas necesaria a los pueblos que la industria misma, pues ésta le proporciona el modo de subsistir, mientras que aquélla les da el deseo y la fuerza de la vida. ¿A dónde irá un  pueblo de hombres que hayan perdido el hábito de pensar con fe en la significación y alcance de sus actos? ". (José Martí)

Los más grandes idealistas, puros y auténticos, se han inspirados en manifiestos poéticos. No hay ideal sin poesía. Los palestinos en el Medio Oriente y en el mundo se lanzan al holocausto y al más aterrador de los sacrificios arropados en los versos del Corán. Mueren en nombre de Mahoma.

Abraham Lincoln, el 16º presidente de Estados Unidos, procuró evitar la disgregación de la Unión durante la Guerra Civil estadounidense y abolió la esclavitud. Recordado por su honestidad, compasión y fortaleza de espíritu, es uno de los presidentes más respetados de Estados Unidos.

Abrahán Lincoln, ese extraordinario y mejor líder que ha dado los Estados Unidos de América, le dio sentido humano al pensamiento político y social de su pueblo con su famoso discurso poético en Gettysburg, donde dejó plasmado que los abuelos que trajeron a luz en este continente una nueva nación, concebida en el más amplio espíritu de libertad y basada en la idea de que todos los hombres nacen iguales. Asimismo, la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano nacido de la histórica asamblea nacional francesa, resultado de  la revolución de 1789, nos legó otro sentido y sincero manifiesto poético que sintetiza los caros anhelos de la humanidad. 

También, el Fausto de  Johann Wolfgang von Goethe , es otra aproximación de los deseos perfeccionista de los hombres y mujeres del mundo que procuran un estado espiritual consecuente con sus aspiraciones humanas, siendo uno de los poemas más trascendentales de Occidente.

Thomas Jefferson insigne precursor de la declaración de independencia norteamericana, estableció claramente “que todos los hombres han sido dotados por su creador con derecho (inherente) e inalienable; que entre esos derechos se halla la vida, la libertad y la busca de la felicidad”.


 Jacobo Rousseau se preguntaba angustiado ¿cómo conocer la fuente de la desigualdad entre los hombres, si antes no se le conoce a ellos? Se preguntaba preocupado, ¿cómo llegará el hombre a contemplar tal cual lo ha formado la naturaleza a través de todos los tiempos que la sucesión del tiempo y de las cosas ha debido producir en su complexión y lo que las circunstancias y su progreso han añadido o cambiado a su estado primitivo? Estas interrogantes intrínsecas en el mismo origen del hombre solo han podido ser contestadas aproximadamente por la verdad posible establecidas por los poetas y los grandes humanistas que apoyados en definidos conceptos morales y filosóficos se han dedicado con vehemencia e inclinación mística, apasionada, a procurar las respuestas elementales a las inquietas interrogantes del ente social, físico-químico, biológico y filosófico, que siempre a preocupado al género humano constituyendo su sentido de existencia en la vida. 

Y es que como bien dicen algunos de estos extraordinarios pensadores, somos un proyecto inconcluso de la naturaleza. El genial Charles Darwin se acercó quizás como nadie al borde de este misterio.

En cada uno de estos prodigiosos  personajes encontramos valores morales y filosóficos; ideas y  aportes emblemáticos que nos indican el camino del bien y la nobleza.


En Confucio (479 a. C.) encontramos atinadas predicas  contra la corrupción, propiciando desde una filosofía trascendental  por modelos morales en procura de revertir la degeneración y el caos. «La esencia de sus enseñanzas se condensa en la buena conducta en la vida, el buen gobierno del Estado (caridad, justicia, y respeto a la jerarquía), el cuidado de la tradición, el estudio y la meditación. Las máximas virtudes confucianas son  la tolerancia, la bondad, la benevolencia, el amor al prójimo y el respeto a los mayores y antepasados. Si el príncipe es virtuoso, los súbditos imitarán su ejemplo».

Krishnamurti importantiza la meditación y la reflexión, nos indica  que es preciso estar atento al desorden que hay dentro de uno mismo, atento a las contradicciones, a las luchas dualísticas, a los deseos opuestos; atento a las actividades ideológicas y a su irrealidad. Dice que debemos observar "lo que es" sin condenar, sin juzgar, sin evaluar en absoluto. Es la enseñanza por una conciencia incontaminada. «Un estado de atención lúcida, despierta, todo es puesto al descubierto».


William Shakespeare (1564-1616) considerado el más grande dramaturgo y poeta de todos los tiempos, quien  en su insuperables  tragedias  Romeo y Julieta, Hamlet y Macbeth, nos dramatiza  los alti bajo de la pasión humana, así como la fuerza emocional  que  tiende a alterar los sentidos de nuestros interiores, empujando al hombre por rutas de odio y desprecio. Su tan popular Romeo y Julieta es una conmovedora tragedia en prosa  sobre el amor prohibido; destacando el  valor y la fuerza de la pasión amorosa hasta la muerte suicida. En su Hamlet nos denuncia la lujuria, la venganza, el incesto y la corrupción moral, episodios frecuente en conductas lascivas y  depravadas.

 El Macbeth de Shakespeare, es  «un largo poema de crueldad, horror y desesperación». En esta tragedia, el  genial dramaturgo inglés del siglo XVI,  nos presenta al hombre acosado y vencido  por la tentación  del poder protagonizando sus crímenes envuelto en una vorágine de egoísmo, ambición, extravíos,  ansiedad  y locura; expresión dramática de  la lucha incesante que libra el hombre  contra los espíritus demoniacos que tienden a  empujarlo por caminos tortuosos, malditos e inapropiados. Macbeth «es una tragedia poética que describe un reinado de terror donde se asesina al sueño»; es una tragedia acerca de la traición y la ambición desmedida, que encuentra espacio en los hombres carentes de convicciones de una filosofía de vida noble y digna.


 Muy por encima de todo lo que se ha conseguido, y de todo lo que falta, están ellos, levitando sus mensajes orientadores, inflándonos valor de optimismo,  reinando sobre la humanidad. Su infinita presencia universal nos indica el sendero de la paz y del amor. 

Con su acrisolada práctica emancipadora tremolan la verdad posible sobre la verdad maniquea y absoluta. Se han enfrentado a la mediocridad absurda estampada por personajes anti-históricos que apoyados en logros y peldaños artificiales, en personales posesiones materiales ridículas y estúpidas han sabido imponerse transitoriamente, invadiendo de podredumbre todo el escenario humano. 

Es verdad que algunas que otras letrinas sociales han conseguido puestos determinantes en la escala de valores de la sociedad, que el despotismo y el escarnio más pusilánime y estercolero se ha hecho sentir con todo su peso brutal y aplastante. Que el dinero (el dólar) ha sabido en ocasiones prolongadas determinar la cultura social, que la corrupción y la inmoralidad se han cebado contagiando a millones de seres humanos. Por el momento les han puesto obstáculos sumamente pesados y espinosos a las posibilidades de la esperanza.

Pero gracias a la existencia eterna de estos heraldos cuasi mitológico hay una brecha abierta en el horizonte por donde entrará el vuelo de la esperanza. Ellos nos indican que existe una meta dorada por donde ingresará con ímpetu indetenible el luminoso carro de la esperanza.


Que sus imágenes bienhechoras y resplandecientes  nos solivianten y comprometan con el optimismo de la vida. Que su presencia siempre presente sea un indicativo contundente de la necesidad de la vida. Del deber y la obligación de luchar sin tregua ni desmayo por un mundo mejor. Esta aspiración sólo podrá conseguirse si cada uno de nosotros trata de emular a hombres tan sin igual como el comandante Cousteau, ese ser grandioso que lucha sin agotarse por la preservación del eco-sistema marino, el medio ambiente, la flora y la fauna del mundo; que contribuye con creces a transformar la selva humana en un hermoso jardín infinito de esperanza.

Si por casualidad de la vida. Si por un accidente de la naturaleza desaparecieran los poetas. Los humanistas. Esos seres cargados de beatitud redentora, ese día y en ese instante “por fin” se ha acabado toda la vida. Ser como ellos deben ser la consigna del momento.

 Ser como ellos en estos tiempos gangrenado por el odio y la insensibilidad más honda. Apoyarse en sus enseñanzas reconfortantes y libertadoras, en su lección desintoxicarte, en su sabiduría, en fin, abrazarse de sus ideas poéticas, de su bandera irrompible para salir airosos de esta oscuridad fomentada por la crueldad que destila el poder. Ese poder maldito con que sueñan los hombres comunes y corrientes, los ignorantes de la historia, los abanderados del amor por las cosas materiales y las necesidades del morbo.

Por ellos, por los poetas, por esos seres bellísimos y puros, carguemos resueltamente contra el muro de la maldad y el odio construido por seres siniestros, por monstruos irracionales, que nunca debieron haber nacidos. Jamás.


Nota: este trabajo literario  se publicó en la edición de Marzo de 1993, del periódico provincial-regional Macorix, en la página 7 y 8. Luego ha sido publicado con algunas correcciones  en varias páginas web de la internet.

 OTROS TEMAS LIRICOS POETICOS  DEL AUTOR:

Poema. Que hay en ti mujer

http://elcolosodemacorix.blogspot.com/2013/07/poema-que-hay-en-ti-mujer.html

Por tu sendero de encanto

http://elcolosodemacorix.blogspot.com/2013/05/por-tu-sendero-de-encanto.html

Poesía. Don José Hazim Azar. Hito de  reciedumbre

http://elcolosodemacorix.blogspot.com/2013/07/don-jose-hazim-azar-hito-de-reciedumbre_5883.html

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