Vistas de página en total

martes, 4 de noviembre de 2008

Yo quisiera como los poetas y humanistas universales traspasar las estrellas y ser infinito en el tiempo

 Yo quisiera como los poetas y humanistas universales traspasar las estrellas y ser infinito en el tiempo
 
Escrito por: Enrique Cabrera Vásquez

“Lo más preciado que posee el hombre es la vida. Se le otorga una sola vez y hay que vivirla de forma que no se sienta un dolor angustiante por los años pasados en vano, para que no queme la vergüenza por el ayer vil y mezquino, y para que al morir se pueda exclamar. Toda la vida y todas las fuerzas han sido entregadas a lo más hermoso del mundo, a la lucha por la liberación de la humanidad. Y hay que apresurarse a vivir. Pues una enfermedad estúpida o cualquier casualidad trágica pueden cortar el hilo de la existencia”. (Nikolai Obstrovski, de su novela, Así se templó el Acero.

Abraham Lincoln, el 16º presidente de Estados Unidos, procuró evitar la disgregación de la Unión durante la Guerra Civil estadounidense y abolió la esclavitud. Recordado por su honestidad, compasión y fortaleza de espíritu, es uno de los presidentes más respetados de Estados Unidos.

Benito Pérez Galdós (en la foto) Considerado por muchos como el mejor novelista español desde Miguel de Cervantes, Benito Pérez Galdós es célebre por su ciclo de 46 novelas que, en su conjunto, recibieron el título de Episodios nacionales (1873-1879 y 1898-1912). Cronista de la historia de la España del siglo XIX, Pérez Galdós desarrolló un estilo de narrativa histórica basada en una meticulosa investigación destinada a recrear los acontecimientos del pasado. Una segunda serie de obras, las Novelas españolas, giraban en torno a asuntos religiosos y sociales de su época. (Foto del poeta Pablo Neruda)


SAN PEDRO DE MACORIS. Remisiblemente caigo orante ante el esplendor fulguroso de los inmortales heraldos que allende los tiempos conquistaron con la sublime majestuosidad de su sentido canto, trémulo y emocionante, todos los rincones posibles del universo humano; que aguijonearon con certeza las vastedades espaciales de nuestro cosmos apoderándose devotamente del espacio tiempo que nos catapulta socio-biológicamente como realidad histórico-social.

 Con suma propiedad son símbolos enhiestos de la grandeza humana. De la condición humana. Únicos seres del mundo a los cuales en verdad se le debe rendir tributo, reverencia y culto; un respeto inextinguible. Es el mérito de ser poeta. De ser humanista. Una categoría especial (muy especial y única)  reservada a una selectiva y privilegiada capa de la especie humana. 

Sólo ante estos seres pluralizados y maravillosos, poseedores de la excepcional facultad de cantarle a la vida. De desafiar a la muerte. De atemorizar a los tiranos y dictadores. De vencer los egos torcidos de la bestialidad humana; sólo ante ellos, primorosos arquitectos de versos encantados, rindo yo mi palabra y las posibilidades de mis potenciales energía; de mi humana fuerza en tránsito de esta vida mía. Y es que los grandes adalides y paladines de la humanidad solo se han apoyado en la pureza de su mensaje, en la castidad de su palabra; virtudes que lo destacan con la reciedumbre y calidad moral que posibilita que la humanidad consciente les guarde devoto y fervoroso respeto. Admirarlo. Amarlo. Ser discípulo o seguidor de la enseñanza y del ejemplo extraordinario de estos estelares pensadores de la humanidad constituye una categoría significativa de vida. (Foto del escritor Grabiel García Marquez)

Los cristianos han tenidos en Jesús el Cristo su redentor inmaculado;  los comunistas a Marx y Engels, quienes impactaron y estremecieron todo el globo terráqueo sin más arma que el poder omnímodo de su proclama poética de liberación social, expresada sin desperdicio en su famoso e histórico Manifiesto Comunista de 1847. Desde milenios antes del cristianismo hasta nuestros días ha sido con cánticos poéticos y humanísticos, con mensajes de amor y sabiduría, con la prédica de buenas venturanzas que los hombres y mujeres del mundo han enfrentados la barbarie; los genocidios, la explotación y la opresión.

 Sólo ellos: los aedas, tienen ese peculiar lenguaje que comunica al hombre con la naturaleza, votiva energía de donde emana fecunda creación de vida. Sólo ellos y nada más que ellos tienen esa especialidad excepcional; ese poder luminoso, mágico, trascendental y solemne de entender, valorar y comprender la fuerza y la razón de la Naturaleza en todo su esplendor. Traspasaron las alturas inmensas del espacio primero que el telescopio. Alcanzaron La Luna mucho antes que los astronautas de la Misión Apolo X1.

Ellos pueden considerarse libre de mezquindad y de egoísmo, son nuestros queridos dioses terrenales. Tienen esa fuerza moral, telúrica, magnética y espiritual que le ha permitido en todos los tiempos y sin ningún vehículo espacial tocar las estrellas. Traspasaron las alturas inmensas del espacio primero que el telescopio. Alcanzaron La Luna mucho antes que los astronautas de la Misión Apolo X1.


Sus palabras tienen una fuerza seductora, extraordinaria, optimistas, convincentes de tal magnitud que los mortales que se lanzaron al espacio tras su ávida conquista tuvieron que inflarse de sus palabras para asumir con valor y entereza su misión científica. Se llenaron de fuerza con los versos del Nuevo Testamento para enfrentar con decisión la empresa tan llena de misterio e incógnitas como es la conquista espacial. 


 Me lamento no ser poeta; el no haber podido desarrollar mis posibles potencialidades intelectuales y culturales sumergiéndome por oníricas rutas inspiradoras y creativas, protagonizando la imaginación de los sueños en un lírico espacio de producción connotada. No obstante la limitación profana que acusa el entorno glauco de mis pasos tengo a bien desafiar los vestigios de torpeza que se asoman a la vereda por donde corre sublevada el trepidar de mis palabras e  ideas al encuentro entusiasta con estos seres prodigiosos que desde la pubertad de mi existencia han venido orientando e inspirado mi vida. No soy poeta, es verdad, pero, me enorgullezco aspirar a serlo. Me conforma y revitaliza el admirarlo, el sentir sobre mí el placer  inmenso de sus proclamas, la reciedumbre de su majestad onírica; su integridad y firmeza moral. Son seres inagotables, maravillosos, prismatizados. Motivos de vida y esperanza; dueños de palabras sencillas, perfumadas, aterciopeladas, vigorosas, hirsutas y hasta cáusticas. 

En ellos la muerte jamás existe. Son auténticos y verdaderos protagonistas de la historia; prohombres dotados de una integridad y dignidad ejemplar.

 ¡Que grandiosos son estos poetas extraordinarios; humanistas, científicos, pensadores públicos y líderes políticos de trascendencia universal; virtuosos profetas de cambios revolucionarios asentado en cada alba de esperanza, imágenes fosforescentes situadas en el portal de la patria universal! 

Deifiquemos con gloriosa gratitud inmarcesible sus nombres cultivando con devoción reverente sus legados de emancipación, dignidad humana,  justicia social, redención, paz y amor. 


Que vivan permanentemente en la conciencia de la humanidad Jesús el Cristo, Mahoma, Euripedes,  Pitágoras, Lucrecio, Tácito, Galileo Galilei, Arquímedes de Siracusa, Demócrito, Platón, Aristóteles, Sócrates, Publio Virgilio Marón, (mejor conocido por Virgilio), el historiador y geógrafo griego Heródoto de Halicarnaso, Homero, el sensacional dramaturgo griego Esquilo, el historiador, filósofo y militar griego Jenofonte, el aedo griego Homero; el también griego y poeta trágico Sófocles; el historiador y militar ateniense Tucídides, Dante Alighierl, Petronio, Filippo Brunelleschi, Nicolás Copérnico, Tolomeo, Confucio, William Shakespeare, Friedrich Wilhelm Nietzsche,  Blaise Pascal,  Benedict de Spinoza, el español universal de la lengua castellana Miguel de Cervantes Saavedra, Góngora (Luís de Córdoba y Aragot, Immanuel Kant, René Descarte, Isaac Newton, Franz Kafka, Víctor Hugo, Albert Camus, Daniel Defoe, Jean-Paul-Sartre, Simone de Beauvoir, Bertolt Brecht,  José de Espronceda, Erasmo de Rotterdam, Oscar Wilde, Edgar Allan Poe, Howard Phillips Lovecraft, Henri Beyle, más conocido por  Stendhal, Lewis Wallace, Charles Darwin, Valle- Inclán, Rafael Alberti, Miguel de Unamuno, Federico García Lorca, Miguel Hernández, Salvador Dalí, Pablo Picasso, Dolores Ibárruri Gómez (La Pasionaria), el argentino José Hernández, Cuy de Maupassant, Tomas Moro, Octave Mirbeau, Emily Bronte, Nicolás Maquiavelo, Gustave Flaubert, Alejandro Dummas, Abate Presvóst, Antón Chéjov, Máximo Gorki, Antonin Artaud, Voltaire, Jaime Balmes, Barbey D Aurévillo, Juan Ruiz de Alarcón, Charlotte Bronte, Giovanni Bocacio; Gustavo Bécquer, Fernando de Riojas, Juan Boscán, el Inca Garcilaso de la Vega, (Vladimir Nabokov), Lorenzo Ghiberti, Baltazar de Alcázar, Fray Luís de León, Francisco de Quevedo, Fedor Dostoirwski, León Tolstoy, Nikolái Gógol, Francesco Petrarca, Sandro Boticcelli, Boris Pahor, Mijail Sholojov, Andrés Bretón, el connotado escritor italiano Cesare Pavese, Andrés Malraux, François Villon, Emile Zola, Nicolás Gógol, el poeta, dramaturgo y científico alemán Johann Wolfgang von Goethe, León Felipe, Linus Pauling, Kjartan Fløgstad, Eduardo Lourenço, Jorge Manrique, Jaime Sabinas, Claude Lévi-Strauss, Eric Hobsbawm; el parisino y consagrado pacifista Frédéric Passy, Jorge Semprún, Zygmunt Bauman, Malon de Chaide, Gaston Bachelard, Sor Juana Inés de la Cruz, Teresa de Cepeda y Ahumada (Santa Teresa de Jesús), Madre Teresa de Calcuta, Luís Vaz de Camoes, el anónimo del Mío Cid, Arcipreste de Hita, Marcel Proust, Juan Rulfo, Alejo carpentier, José Enrique Rodó, Miguel Hernández, Juan Ramón Jiménez, Paulho Cohelo, Miguel otero Silva, Samuel Fijoe, Jacques Derrida, Gabriela Sidorie (Colette), Marie Salomea Sklodowska Curi (Marie Curie), el suizo, filántropo y activista de la causa humanitaria y primer Premio Nobel de la Paz Jean Henri, San Agustín, Jacinto Benavente, Charles Baudelaire, Honore de Balzác, Benjamín Franklin, Albert Einstein, Charles Darwin, Walt Whitman, Eduardo Zamocoi, Andrés Bello, Samuel Taylor Coleridge,  Eugenio María de Hostos, Alejo Carpentier, Gabriele D'Annunzio,  Amado Nervo, Julio Cortázar, Octavio Paz, Camilo Cela, Nicolás Guillén,  Paul Verlaine, José Lezama Lima, Gabriela Mistral, Vicente Huidobro, Gabriel García Márquez, Edmund Spencer, Ernesto Sábato,  Miguel Ángel Asturias, Carlos Pellicer, Isabel Allende, Jacobo Rousseau, Ernest Miller Hemingway, Henry Miller, Sigmund Freud, Abraham Lincoln, Thomas Jefferson, George Washington, Theodor Roosevelt, Franklin D. Roosevelt, Ralph Waldo Emerson, Ben Jonson,  José Luís San Pedro, Schopenhauer,  Henry Louis Mencken, conocido como el "Sabio de Baltimore", Louis Pasteur, Calderón de la Barca, Lope de Vega, José Ortega y Gasset, Diego Rodríguez de Silva y Velázquez, Stephen Edwin King, Rubén Darío, Pablo Neruda, César Vallejo, Domingo Faustino Sarmiento, José Augusto Trinidad Martínez Ruiz, más conocido por su seudónimo Azorín, Francisco de Goya y Lucientes, Jorge Luís Borges, Alfonso Reyes Ochoa, Carlos Fuentes, Mario Benedetti, Rómulo Gallego, Herman Hesse, Laura Esquivel, Julia de Burgos, William James, Charles Chaplin, Mario Moreno (Cantinflas), Berkeley,  Gabriel Marcel, Gustav Theodor, Jonas Edward Salk, su Santidad Juan Pablo II, Krishnamurti, Carlos Marx, Federico Engels, John Stuart Mill, Adam Smith, David Ricardo, Vladímir Ilich Uliánov (Lenin), Jorge Plejanov, Jorge Dimitrov, León Trótski, Rosa Luxemburgo, Clara Zetkin, Mahatma Gandhi, Mao Tse-tung o Mao Zedong, Ho Chi Ming, Zhou Enlai, Deng Xiaoping, Winston Churchill, Charles de Gaulle, José Martí, Simón Bolívar, Augusto César Sandino,  Patricio Lumumba, Fidel Castro Ruz, Ernesto Che Guevara, Salvador Allende, José Eduardo dos Santos, el sacerdote nicaragüense Ernesto Cardenal, Carlos Alberto Fonseca Amador, Benjamin Jonson, Tomás Borge Martínez, Miguel Humberto Enríquez Espinosa, Emiliano Zapata Salazar, Hugo Chávez Frías, el salvadoreño Schafik Jorge Handal, José María Heredia y Heredia, (Cantor del Niágara), Albert Schwietzer, Sigmun Freud, Auguste Comte, Saint Simon, Robert Williams Buchanan, Soren Kierkagard, Carl Sagan, Raffaello Sanzio, Martin Luther King, Jimmy Carter, Willy Brandt, Adolfo Pérez Esquivel, Nelson Mandela, Kofi Annan, el ex presidente finlandés Martti Ahtisaari, Oliver Cromwell, Mairead Maguire, la abogada iraní Shirin Ebadi, Henri Bergson, Carlos Fuentes, Rigoberta Menchú Tum,  el bioquímico y  activista estadounidense Linus Carl Pauling, la pacifista y baronesa austríaca Bertha Felicitas Sophie, Pedro Albizu Campos, Olof Palme, Amílcar Cabral, Agatha Christie, Emily Elizabeth Dickinson, José Saramago, Eduardo Galeano, Stephen Hawking  y nuestros Pedro Mir, Manuel del Cabral, Juan Bosch y Gavillo, y José Francisco Peña Gómez, entre otros tantos insignes y carismáticos poetas, humanistas, revolucionarios, políticos, pensadores sociales, científicos, talentosos  hombres y mujeres relevantes de consagrados ideales altruistas y libertarios que orgullosamente han tenidos a bien descollar una rutilante personalidad de acentuado acervo cultural y alta sensibilidad humana y social. Algunas de estos notables personajes han sido distinguidos con el Premio Nobel lo que indica claramente la reciedumbre publica de su figura.


Injusto y mezquino sería no añadir a este privilegiado listado arriba referenciado a nuestra prolíficas constelaciones dominicana conformada por pléyades peculiares como Luis Gerónimo de Alcocer, Antonio Sánchez Valverde y Ocaña, José Gabriel García, Pedro Agustín Morell de Santa Cruz,  Ulises Francisco Espaillat, César Nicolás Penson, Félix María Ruiz,  Jacobo Villaurrutia, Nicolás Ureña de Mendoza, Pedro Henrique Ureña, Salomé Ureña Díaz, Salomé Ureña de Henríquez, Leonor de Ovando, Francisco Xavier Billini, Bartolomé Olegario Pérez, Francisco Henríquez y Carvajal, Jacinto de la Concha, Juan Isidro Pérez, Tulio Manuel Cestero, Manuel Arturo Peña Batlle, Américo Lugo Herreras, Valentín Giró, Pedro Francisco Bonó, los hermanos Javier y Alejandro Angulo Guridi, Félix María del Monte, Manuel María Valencia, Eugenio Deschamps Peña, Osvaldo Bazil Leiva, Víctor Villegas, Lupo Hernández Rueda, Ricardo Pérez Alfonseca, los hermanos Gastón y Rafael Deliges, Domingo Moreno Jiménez, Ercilia Pepín Estrella,  Anacaona Moscoso Puello de Sánchez, Manuel de Jesús Troncoso de la Concha, Franklin Mieses Burgos, Mariano Lebrón Saviñón, Freddy Gastón Arce, Héctor Incháustegui Cabral, Fabio Fiallo, Aída Cartagena Portalatín, Evangelina Rodríguez Perozo, José Joaquín Pérez, Carmen Natalia, Antonio Fernández Spencer, Federico Bermúdez, Manuel Rueda, Freddy Gastón Arce, Máximo Avilés Blonda, Salvador Cucurullo, Franklin Mieses Juan Isidro Jiménez Grullón, Burgos, Rafael Américo Henríquez, Juan Manuel Sepúlveda, Sally Rodríguez, Luis Alfredo Torres, Juan Sánchez Lamouth, René del Risco y Bermúdez, Marcio Veloz Maggiolo,  Pedro Ovalles, Octavio Guzmán Carretero, Dionisio de Jesús, José Mármol, Mateo Morrison, Chiqui Vicioso, Martha Rivera, Haffe Serulle. León David, José Acosta, Marianela Medrano, Tony Raful, Andrés L. Mateo, Bruno Rosario Candelier, Manuel Matos Moquete, Ylonka Nacidit-Perdomo, José Alejandro Peña, Norberto James Rawlings, Tomás Castro, Enriquillo Sánchez, Miriam Ventura, Adrián Javier, Carmen Sánchez, Alexis Gómez Rosa, Soledad Álvarez, Carmen Imbert Brugal, Jóvine Bermúdez,  Rafael Nino Féliz, José Enrique García, José Mármol, César Augusto Zapata, Sabrina Román, Radhamés Reyes Vásquez, Emilio Gil Fernández, Manuel Mónica (Meso Mónica), Tomás Hernández Franco, Plinio Chahín, Mayra Alemán, Juan Antonio Alix, Lipe Collado, y nuestras petromacorisanas doña América Bermúdez viuda del Risco y doña Ludín Lugo y Odalís Pérez, entre otros tantos distinguidos (as) protagonistas del arte literario que desde su acerva acumulación de saberes engalanan nuestro sensacional parnaso nacional. Su silabario literario es ampliamente riquísimo en creatividad metafórica y sustancia artística explayada con elegancia y desbordado entusiasmo más allá de la sangre, el dolor, el llanto y el miedo, dándole siempre  luz fresca a la vida.

Obliga nuestro recorrido de reflexión bibliográficas que  sumemos a este sitial de honor literario y cultural a nuestros artistas plásticos, don  Enrique García Godoy, el petromacorisano Paul Giudicelli,  Asdrúbal Domínguez, Silvano Lora, Guillo Pérez, Ramón Oviedo, Cándido Bidó, Darío Suro, Ada Balcácer, Miguelina Rivera, Amaya Salazar, Celeste Woss y Gil, Genaro Reyes Cayuco, Elvis Aviles, Alberto Lestrad, Juan Plutarco Andújar, Amado Melo y los petromacorisano Nadal Walco y Mariachi Alburquerque.


 Vale destacar la presencia de  nuestros consagrados folcloristas nacionales doña Casandra Damirón, Josefina Miniño, Luis Días, Dagoberto Tejeda, Fradique Lizardo, Xiomarita Pérez. e Hilma Contreras.

 
A nuestros políticos y patriotas de encumbradas proyecciones sociales e intelectuales dedicado con ahínco y entrega sincera a mantener bien en alto en la conciencia ciudadana los ideales de los forjadores de nuestras raíces patria legados por Juan Pablo Duarte, Francisco del Rosario Sánchez, Ramón Matías Mella y Gregorio Luperón, llevada cabo  con alto sentido de responsabilidad cívica por Gregorio Urbano Gilbert, Enrique Jiménez Moya, Manolo Tavárez Justo, Minerva Mirabal, Juan Isidro Jiménez Grullón, y el afable Jacobo Majluta Azar.


A nuestros sacrificados militares constitucionalistas de la Revolución de abril de 1965, coroneles Francisco Alberto Caamaño Deñó, Rafael Tomás Fernández Domínguez, Juan Lora Fernández, Hernando Ramírez  y Ramón Manuel Montes Araches, asi como, el capitán Peña Tavera y el sargento Polonio Pierret.

Merecen mención histórica referencial los periodistas Antonio María Pineda, José Núñez de Cáceres, don Rafael Herreras, Guido Gil Díaz, Orlando Martínez, Plinio Díaz, Gregorio García Castro y don Francisco Comarazamy Rangasami, entre otros tantos poetas, poetisas, humanistas, científicos,  pensadores, educadores, ensayistas, políticos, patriotas anegados, periodistas, gremialistas, sindicalistas, folcloristas, declamadores, versificadores, decimeros, filántropos, profesionales de bien, honrados y honestos servidores públicos, hombres y mujeres  sobresalientes por su alta dignidad humana y probadas vocación de servicios en favor de causas justas.


Ser poeta significa conformar un exclusivo conglomerado de seres encantados; bioluminiscencias refulgentes, nimbadas constelaciones mágicas, privilegiados arquitectos de palabras dulces, perfumadas, tiernas, fantásticas y amorosas, concebidas desde el fondo del alma humana para verbalizar los sentidos de  nuestra interioridad. Es poseer la asombrosa y peculiar capacidad  de esparcir  discursos plurisignificativo de sentida penetración desgarrante, sensibilizador, abriéndoles las puertas a toda ilusión de amor pleno; fecundas alegorías de sueños esplendorosos. Presencia poética sobre el universo encarnando nobles y profundas aspiraciones de dichas y bienestar  humano.

Los poetas son seres infinitos. Moldeado con un espíritu de sensibilidad y poseído de una  gracia heroica sin igual ungen con su aliento profético todo mundo de maldad y oprobio que se le antepone  blandiendo al aire con desafiante orgullo sus palabras universal, y desde su cumbre poética nos hablan con un alto sentido humano; sus palabras tan precisas y bien situadas cargada de una dignidad solemne, a veces un tanto hirsutas ante la rabia estilada por la afrenta, conmueven las fibras más aceradas de la humanidad.  Están hechos de una pasta muy especial, dimensional. Son estrellas galácticas cuyos fulgores imponente vence toda oscuridad. Duendes de amor subvertidos contra la ignominia, la injusticia, el  odio, el desdén, la indiferencia y la estupidez. Excelsos y auténticos. Asumiendo siempre posturas de principios cristalinos. El peso moral de sus ideas rescata la autoestima universal lacerada en estos nuevos tiempos de desorden, guerras insensatas y caos de exterminios interesados. Estos hombres y mujeres del saber, cultores del conocimiento,  cuyas características esenciales ha sido ser poeta, filosofo, filólogo, científicos, botánico,  biólogos, escritor, historiador, artista plástico, pintor, escultor, pensador político,  vanguardista de la moral y de la ética, tienen la misión permanente de indicarnos los buenos caminos que anhelamos en nuestras  jornadas de vida.

El poeta viaja desde su interior montado en su audacia literaria,  con pasos de fe y optimismo, significando en su prolíficas pulsaciones  la grandeza de la vida, propagando en la envoltura de sus epodos llamativos  su férvido amor insospechado por la humanidad mas allá de las limitadas fronteras  de su mirada empecinada.

La magnitud de su aura resplandeciente compele todos los rufianes, canallas, cretinos y malvados del mundo obligándolo  a vacilan y retroceder,  temeroso frente al peso emocional y espiritual de estos exeas de la humanidad. Pinochet en Chile, en medio de su concierto represivo y orgía de sangre y terror; dentro del  furor de su felonía cobarde, tuvo que inclinarse anonadado ante la portentosa figura de un Pablo Neruda.


" ¿Quien es el ignorante que mantiene que la poesia no es indispensable a los pueblos? Hay gentes de tan corta vista mental, que creen que toda la fruta se acaba en la cáscara. La poesía, que congrega o disgrega, que fortifica o angustia, que apuntala o derriba las almas, que da o quita a los hombre la fe y el aliento, es mas necesaria a los pueblos que la industria misma, pues ésta le proporciona el modo de subsistir, mientras que aquélla les da el deseo y la fuerza de la vida. ¿A dónde irá un  pueblo de hombres que hayan perdido el hábito de pensar con fe en la significación y alcance de sus actos? ". (José Martí)

Los más grandes idealistas, puros y auténticos, se han inspirados en manifiestos poéticos. No hay ideal sin poesía. Los palestinos en el Medio Oriente y en el mundo se lanzan al holocausto y al más aterrador de los sacrificios arropados en los versos del Corán. Mueren en nombre de Mahoma.

Abraham Lincoln, el 16º presidente de Estados Unidos, procuró evitar la disgregación de la Unión durante la Guerra Civil estadounidense y abolió la esclavitud. Recordado por su honestidad, compasión y fortaleza de espíritu, es uno de los presidentes más respetados de Estados Unidos.

Abrahán Lincoln, ese extraordinario y mejor líder que ha dado los Estados Unidos de América, le dio sentido humano al pensamiento político y social de su pueblo con su famoso discurso poético en Gettysburg, donde dejó plasmado que los abuelos que trajeron a luz en este continente una nueva nación, concebida en el más amplio espíritu de libertad y basada en la idea de que todos los hombres nacen iguales. Asimismo, la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano nacido de la histórica asamblea nacional francesa, resultado de  la revolución de 1789, nos legó otro sentido y sincero manifiesto poético que sintetiza los caros anhelos de la humanidad. 

También, el Fausto de  Johann Wolfgang von Goethe , es otra aproximación de los deseos perfeccionista de los hombres y mujeres del mundo que procuran un estado espiritual consecuente con sus aspiraciones humanas, siendo uno de los poemas más trascendentales de Occidente.

Thomas Jefferson insigne precursor de la declaración de independencia norteamericana, estableció claramente “que todos los hombres han sido dotados por su creador con derecho (inherente) e inalienable; que entre esos derechos se halla la vida, la libertad y la busca de la felicidad”.


 Jacobo Rousseau se preguntaba angustiado ¿cómo conocer la fuente de la desigualdad entre los hombres, si antes no se le conoce a ellos? Se preguntaba preocupado, ¿cómo llegará el hombre a contemplar tal cual lo ha formado la naturaleza a través de todos los tiempos que la sucesión del tiempo y de las cosas ha debido producir en su complexión y lo que las circunstancias y su progreso han añadido o cambiado a su estado primitivo? Estas interrogantes intrínsecas en el mismo origen del hombre solo han podido ser contestadas aproximadamente por la verdad posible establecidas por los poetas y los grandes humanistas que apoyados en definidos conceptos morales y filosóficos se han dedicado con vehemencia e inclinación mística, apasionada, a procurar las respuestas elementales a las inquietas interrogantes del ente social, físico-químico, biológico y filosófico, que siempre a preocupado al género humano constituyendo su sentido de existencia en la vida. 

Y es que como bien dicen algunos de estos extraordinarios pensadores, somos un proyecto inconcluso de la naturaleza. El genial Charles Darwin se acercó quizás como nadie al borde de este misterio.

En cada uno de estos prodigiosos  personajes encontramos valores morales y filosóficos; ideas y  aportes emblemáticos que nos indican el camino del bien y la nobleza.


En Confucio (479 a. C.) encontramos atinadas predicas  contra la corrupción, propiciando desde una filosofía trascendental  por modelos morales en procura de revertir la degeneración y el caos. «La esencia de sus enseñanzas se condensa en la buena conducta en la vida, el buen gobierno del Estado (caridad, justicia, y respeto a la jerarquía), el cuidado de la tradición, el estudio y la meditación. Las máximas virtudes confucianas son  la tolerancia, la bondad, la benevolencia, el amor al prójimo y el respeto a los mayores y antepasados. Si el príncipe es virtuoso, los súbditos imitarán su ejemplo».

Krishnamurti importantiza la meditación y la reflexión, nos indica  que es preciso estar atento al desorden que hay dentro de uno mismo, atento a las contradicciones, a las luchas dualísticas, a los deseos opuestos; atento a las actividades ideológicas y a su irrealidad. Dice que debemos observar "lo que es" sin condenar, sin juzgar, sin evaluar en absoluto. Es la enseñanza por una conciencia incontaminada. «Un estado de atención lúcida, despierta, todo es puesto al descubierto».


William Shakespeare (1564-1616) considerado el más grande dramaturgo y poeta de todos los tiempos, quien  en su insuperables  tragedias  Romeo y Julieta, Hamlet y Macbeth, nos dramatiza  los alti bajo de la pasión humana, así como la fuerza emocional  que  tiende a alterar los sentidos de nuestros interiores, empujando al hombre por rutas de odio y desprecio. Su tan popular Romeo y Julieta es una conmovedora tragedia en prosa  sobre el amor prohibido; destacando el  valor y la fuerza de la pasión amorosa hasta la muerte suicida. En su Hamlet nos denuncia la lujuria, la venganza, el incesto y la corrupción moral, episodios frecuente en conductas lascivas y  depravadas.

 El Macbeth de Shakespeare, es  «un largo poema de crueldad, horror y desesperación». En esta tragedia, el  genial dramaturgo inglés del siglo XVI,  nos presenta al hombre acosado y vencido  por la tentación  del poder protagonizando sus crímenes envuelto en una vorágine de egoísmo, ambición, extravíos,  ansiedad  y locura; expresión dramática de  la lucha incesante que libra el hombre  contra los espíritus demoniacos que tienden a  empujarlo por caminos tortuosos, malditos e inapropiados. Macbeth «es una tragedia poética que describe un reinado de terror donde se asesina al sueño»; es una tragedia acerca de la traición y la ambición desmedida, que encuentra espacio en los hombres carentes de convicciones de una filosofía de vida noble y digna.


 Muy por encima de todo lo que se ha conseguido, y de todo lo que falta, están ellos, levitando sus mensajes orientadores, inflándonos valor de optimismo,  reinando sobre la humanidad. Su infinita presencia universal nos indica el sendero de la paz y del amor. 

Con su acrisolada práctica emancipadora tremolan la verdad posible sobre la verdad maniquea y absoluta. Se han enfrentado a la mediocridad absurda estampada por personajes anti-históricos que apoyados en logros y peldaños artificiales, en personales posesiones materiales ridículas y estúpidas han sabido imponerse transitoriamente, invadiendo de podredumbre todo el escenario humano. 

Es verdad que algunas que otras letrinas sociales han conseguido puestos determinantes en la escala de valores de la sociedad, que el despotismo y el escarnio más pusilánime y estercolero se ha hecho sentir con todo su peso brutal y aplastante. Que el dinero (el dólar) ha sabido en ocasiones prolongadas determinar la cultura social, que la corrupción y la inmoralidad se han cebado contagiando a millones de seres humanos. Por el momento les han puesto obstáculos sumamente pesados y espinosos a las posibilidades de la esperanza.

Pero gracias a la existencia eterna de estos heraldos cuasi mitológico hay una brecha abierta en el horizonte por donde entrará el vuelo de la esperanza. Ellos nos indican que existe una meta dorada por donde ingresará con ímpetu indetenible el luminoso carro de la esperanza.


Que sus imágenes bienhechoras y resplandecientes  nos solivianten y comprometan con el optimismo de la vida. Que su presencia siempre presente sea un indicativo contundente de la necesidad de la vida. Del deber y la obligación de luchar sin tregua ni desmayo por un mundo mejor. Esta aspiración sólo podrá conseguirse si cada uno de nosotros trata de emular a hombres tan sin igual como el comandante Cousteau, ese ser grandioso que lucha sin agotarse por la preservación del eco-sistema marino, el medio ambiente, la flora y la fauna del mundo; que contribuye con creces a transformar la selva humana en un hermoso jardín infinito de esperanza.

Si por casualidad de la vida. Si por un accidente de la naturaleza desaparecieran los poetas. Los humanistas. Esos seres cargados de beatitud redentora, ese día y en ese instante “por fin” se ha acabado toda la vida. Ser como ellos deben ser la consigna del momento.

 Ser como ellos en estos tiempos gangrenado por el odio y la insensibilidad más honda. Apoyarse en sus enseñanzas reconfortantes y libertadoras, en su lección desintoxicarte, en su sabiduría, en fin, abrazarse de sus ideas poéticas, de su bandera irrompible para salir airosos de esta oscuridad fomentada por la crueldad que destila el poder. Ese poder maldito con que sueñan los hombres comunes y corrientes, los ignorantes de la historia, los abanderados del amor por las cosas materiales y las necesidades del morbo.

Por ellos, por los poetas, por esos seres bellísimos y puros, carguemos resueltamente contra el muro de la maldad y el odio construido por seres siniestros, por monstruos irracionales, que nunca debieron haber nacidos. Jamás.


Nota: este trabajo literario  se publicó en la edición de Marzo de 1993, del periódico provincial-regional Macorix, en la página 7 y 8. Luego ha sido publicado con algunas correcciones  en varias páginas web de la internet.

 OTROS TEMAS LIRICOS POETICOS  DEL AUTOR:

Poema. Que hay en ti mujer

http://elcolosodemacorix.blogspot.com/2013/07/poema-que-hay-en-ti-mujer.html

Por tu sendero de encanto

http://elcolosodemacorix.blogspot.com/2013/05/por-tu-sendero-de-encanto.html

Poesía. Don José Hazim Azar. Hito de  reciedumbre

http://elcolosodemacorix.blogspot.com/2013/07/don-jose-hazim-azar-hito-de-reciedumbre_5883.html

No hay comentarios:

.