Apoyamos Las Hermanas Mercedarias de la Caridad porque llevan a cabo con mucho sacrificio una labor encomiable, solidaria, digna y humana.
Ingresan en un centro médico al abogado y periodista Alberto Cabrera Vásquez (Mellizo), Director del periódico MACORIX.
Gran conmoción causó en SPM femenicidio y suicidio pareja Fondear Disla y Liz Kenia Vila.
http://www.elcolosodemacoris.com/
Las Hermanas Mercedarias de la Caridad y la venta de los pabellones del otrora hospital Georg.
Escrito por: Enrique Cabrera Vásquez (Mellizo).
SAN PEDRO DE MACORIS.- Recientemente el conocido médico petromacorisano Dr. Carlos Juan Musa Hazim escribió un artículo titulado «Menos mal que fue el Ayuntamiento de SPM que compró los edificios pabellones del otrora Hospital Dr. Carl Theodor Georg», alusivo a la venta de parte del grupo de monjas de las Hermanas Mercedarias de la Caridad de los restantes cuatro vetustos pabellones de dos niveles otrora hospitales del extinto médico Carl Theodor Georg, y que todavía hoy los petromacorisanos los referenciamos como orgullo de una época esplendorosa quedada como recuerdo nostálgico de aquellos tiempos idos. El autor destaca que dichas edificaciones conformaron « el hospital más grande jamás construido en la República Dominicana, el Caribe y gran parte de América». En la mencionada publicación en el medio digital EL COLOSO DE MACORIX, que nosotros dirigimos y editamos. El Dr. Musa Hazim hace duras alusiones sobre la venta de esos inmuebles de parte de la citada orden religiosa. En el citado artículo la trata con cierta dureza al tiempo de cuestionar contundentemente el derecho testamentario en que ampararon la transacción comercial. Con sus razones sentimentales nos brinda una encantadora remembranza del Dr. George destacando su labor social y su aporte profesional en estas tierras de Mon Natera, Pedro Mir y don José Hazim Azar.
El Dr. Musa Hazim utiliza una percepción insensata cuando afirma que las monjas en vez de vender debieron donárselo al municipio, ya que según él, los mismos no le costó nada, y llega al extremo de tildarlas de negociantes, «casi usureras»,
Independientemente de sus razones sentimentales y de gratitud para con el Dr. George, Musa Hazim se excede con crueldad cuando injustamente intenta descalificar a las monjas en su acción de venta.
Hablando con sor Meri, ella me dijo que con gran dolor y honda pena se vieron en la imperiosa necesidad de salir de los edificios, primero porque se sentían espiritualmente muy apegada con su presencia allí, y porque le guardan un profundo respeto y gratitud al Dr. Georg. Trasciende que la venta se hace para alojar en el lugar las instalaciones de la sede de la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD), un anhelo social de vastos sectores de esta comunidad, y por ultimo porque con los recursos obtenidos compraron más de cinco mil metros de terrenos para construir allí un hogar de anciano amplio y confortable tan necesario en esta región.
Oportuno mencionar que Las Hermanas Mercedarias de la Caridad han venido desarrollando en esta ciudad una encomiable labor al frente del geriátrico que hasta ahora funciona en uno de los pabellones en cuestión. Esta labor la han venido ejerciendo en medio de inmensos sacrificios y escasos recursos económicos. Por lo tanto el dinero producto de la venta nunca será para lucro personal, el mismo será empleado en una causa justa, humana, altruista, caritativa y filantrópica. De aquí que llegar al extremo de usar la palabra «usura» es una inaceptable exageración.
Verdadera usura y algo más es lo que han hecho algunos inescrupulosos en esta ciudad, quienes aprovechándose de donaciones estatales de tierras, inmuebles etc., para venderlo y con ello ampliar negocios y posesiones personales. Actuando como mafiosos y rufianes. Conocemos casos en que se utiliza como pretexto el expediente de causa nobles para solicitar exoneraciones y donaciones del Estado y el gobierno con inconfesos objetivos mercuriales. Y este no es el caso de las Hermanas Mercedarias de la Caridad. Además, dicha orden lleva largo tiempo desempeñando una práctica de solidaridad para con aquellos que realmente requieren el auxilio de gentes altamente sensibles.
Pero en realidad quienes son las Hermanas Mercedarias de la Caridad. Veamos la siguiente reseña histórica al respecto. «La Congregación nació el 16 de marzo de 1878 en la ciudad de Málaga. Está unida espiritualmente, desde 1880, a la Orden de la Merced, antigua Institución religiosa (san Pedro Nolasco, Barcelona 1218)».
Su historial indica que, «...El fundador es el Padre Juan Nepomuceno Segrí y Moreno. Beatificado en 2003. El es un verdadero testigo de que la caridad es la solución a todos los problemas sociales y camino de nueva humanidad».
La orden religiosa cumplió el pasado seis de mayo 100 años cuando ocho religiosas pisaron por primera vez suelos de América «las que se hicieron cargo de servicios que antes del 1910 brindaban personas caritativas».
«El seis de mayo de 1910 arribaron al país y por primera vez pisan suelos de América ocho religiosas, que el 12 de abril habían partido desde la ciudad española de Málaga, para traer el carisma evangelizador mercedario».
«En el muelle fueron recibidas por el presbítero Guillermo Fapshire y una comisión que las llevaría a la entonces Casa de la Beneficencia, hoy Hospital padre Billini, que honra la memoria del sacerdote y filántropo fallecido nueve años antes de la llegada de las Hermanas».
«Ya en el país, sufrieron dificultades en el servicio que ofrecieron a los más necesitados, pero siempre contaron con el apoyo de los Frailes Capuchinos. Fruto de su abnegación fue la admirable fecundidad de la Congregación que se forjó en Centroamérica y El Caribe».
«Según Zaidy Zouain, las Hermanas Mercedarias celebran el centenario de su llegada al país a pocos días de la conmemoración de los 45 años de la Guerra de Abril del 65, que hizo que las monjas del Padre Billini dieran santo alivio y protección, refugio y atenciones, a los contendientes y a los vecinos del hospital».
«Zouain dice que, además, en estos 100 años las Hermanas Mercedarias han trabajado en el Leprosorio de Nigua, el hospital y casa de ancianos Dr. Carl Theodor Georg en San Pedro de Macorís, el Hospital de Oncología Dr. Heriberto Peter, en la Capital y mantienen colegios en San Cristóbal, Montecristi, y el Santo Cerro».
«En República Dominicana, las Hermanas Mercedarias de la Caridad, también, han rendido su labor desde comunidades ubicadas cerca del Colegio Sagrado Corazón de Jesús, Colegio Nuestra Señora del Carmen y Hospicio San Vicente de Paul, en Santiago de los Caballeros».
Antecedente de la Congregación
«En todas y cada una de estas instituciones, estas monjas han puesto de manifiesto su carisma basado en el llamamiento del padre Juan Zegrí, oriundo de Granada España, quien funda la Congregación el 16 de marzo de 1878 en Málaga gracias a ´´una lectura espiritual y antropológica basada en la realidad del hombre y la mujer de su tiempo, consciente de sus grandes vacíos y necesidades´´».
«Las ocho religiosas que por primera vez pisaron suelos de América fueron Sor Escolástica Josué, Sor Patrocinio Lascurain, Sor Anunciación Vidaurre, Sor Rufina Carlos, Sor Amparo Racimo, Sor Inocencia Gómez, Sor Margarita Arizmendi, Sor Luisa Delbarrio».
Como se ve este grupo religioso tiene una confiable credibilidad laborando siempre en favor de los abandonados por la indolencia, la indiferencia y el egoísmo propio de los avaros, cicateros, y tiñosos que nunca se apiadan de nadie y que solo piensan en su desmedido afán de riqueza y fortuna fácil.
La compra y venta de estos edificios vino a convertirse en una necesidad social y humana. En los mismos podrán en un ambiente confortable cursar una carrera profesional los hijos de los pobres, esos a los cuales el alto costo de la matriculación universitaria privada les niega la oportunidad. Y también los envejecientes y ancianos alojados en ese lugar podrán ser trasladados para un lugar más acorde con su situación donde recibirán en un mejor ambiente toda la atención de que son dignos.
Apoyamos Las Hermanas Mercedarias de la Caridad porque llevan a cabo con mucho sacrificio una labor encomiable, solidaria, digna y humana.