Por: Agencias Aporrea/ Crédito: Fernando Vallejo.
El 12 de octubre del 2004 el periódico Rumania Libera de Bucarest informó de la cacería en la región rumana de Covasna, al pie de los Cárpatos, en que Juan Carlos Borbón, alias Su Majestad don Juan Carlos I de Borbón y Borbón (con el “de” y la “y” que se suelen poner estos zánganos en sus nombres para significar que nacieron de la vagina de oro), mató a escopetazos a nueve osos, una osa gestante y un lobo y dejó malheridos de bala a varios otros animales que medio centenar de ojeadores le iban poniendo a su alcance de suerte que los pudiera abatir alevosamente. Varios miembros de la policía secreta rumana disfrazados de campesinos e infiltrados entre los ojeadores protegían de los osos y de cuanto peligro se pudiera presentar al señorito. La cacería o masacre tuvo lugar del viernes 8 de octubre al domingo 10 y la organizó la empresa Abies Hunting, experta en estas bellaquerías.
En fin, lo que el periódico rumano sacó a la luz no fue más que la punta del iceberg: la testa coronada estaba yendo a Rumania a cazar furtivamente desde hacía décadas, desde los tiempos de su compinche Ceaucescu, el tirano sanguinario de Rumania, que lo invitaba. Y a propósito de genocidas y tiranos, sabemos de una carta del 4 de julio de 1977 en que nuestro Borbón, recién encaramado al trono y en plena pobreza, le extiende la mano al sha de Persia: "Me tomo la libertad, con todo respeto, de someter a tu generosa consideración la posibilidad de conceder 10 millones de dólares como tu contribución personal para el fortalecimiento de la monarquía española". "Con todo respeto", como piden los mendigos de Bogotá. Y a la monarquía saudí le pidió un crédito de 100 millones de dólares, que la empresa kuwaití KIO le entregó a Manuel Prado y Colón de Carvajal a cambio de que durante la Tormenta del Desierto la aviación estadounidense pudiera disponer a su antojo de las bases españolas de Rota y Torrejón. Y hasta el sol de hoy. Nunca pagó.
No escarmentado con el revuelo que desató en España y en toda Europa, el Borbón volvió a sus andadas y en octubre pasado fue a Rusia invitado por Putin y en la región de Vologda, en el noroeste del país, mató de un disparo a Mitrofán, un oso domesticado que le soltaron habiéndolo emborrachado antes con vodka mezclado con miel.
El gobernador de la región rusa de Vólogda, Viacheslav Pozgaliov, ordenó investigar todas las circunstancias de la cacería que tuvo lugar durante la visita privada del Rey Juan Carlos.
Un grupo especial, creado por decreto del gobernador, deberá comprobar el hecho y las circunstancias de la muerte de "un oso amaestrado" durante la cacería "organizada para el Rey de España", informó la agencia rusa Interfax.
Durante las vacaciones de Semana Santa de 1956, en la residencia familiar de Estoril, Juan Carlos, que ya tenía 18 años cumplidos, mataría a su hermano menor, Alfonso, de un disparo en la cabeza mientras jugaban con un revólver (según algunos, regalo de Franco).
En fin, lo que el periódico rumano sacó a la luz no fue más que la punta del iceberg: la testa coronada estaba yendo a Rumania a cazar furtivamente desde hacía décadas, desde los tiempos de su compinche Ceaucescu, el tirano sanguinario de Rumania, que lo invitaba. Y a propósito de genocidas y tiranos, sabemos de una carta del 4 de julio de 1977 en que nuestro Borbón, recién encaramado al trono y en plena pobreza, le extiende la mano al sha de Persia: "Me tomo la libertad, con todo respeto, de someter a tu generosa consideración la posibilidad de conceder 10 millones de dólares como tu contribución personal para el fortalecimiento de la monarquía española". "Con todo respeto", como piden los mendigos de Bogotá. Y a la monarquía saudí le pidió un crédito de 100 millones de dólares, que la empresa kuwaití KIO le entregó a Manuel Prado y Colón de Carvajal a cambio de que durante la Tormenta del Desierto la aviación estadounidense pudiera disponer a su antojo de las bases españolas de Rota y Torrejón. Y hasta el sol de hoy. Nunca pagó.
No escarmentado con el revuelo que desató en España y en toda Europa, el Borbón volvió a sus andadas y en octubre pasado fue a Rusia invitado por Putin y en la región de Vologda, en el noroeste del país, mató de un disparo a Mitrofán, un oso domesticado que le soltaron habiéndolo emborrachado antes con vodka mezclado con miel.
El gobernador de la región rusa de Vólogda, Viacheslav Pozgaliov, ordenó investigar todas las circunstancias de la cacería que tuvo lugar durante la visita privada del Rey Juan Carlos.
Un grupo especial, creado por decreto del gobernador, deberá comprobar el hecho y las circunstancias de la muerte de "un oso amaestrado" durante la cacería "organizada para el Rey de España", informó la agencia rusa Interfax.
Durante las vacaciones de Semana Santa de 1956, en la residencia familiar de Estoril, Juan Carlos, que ya tenía 18 años cumplidos, mataría a su hermano menor, Alfonso, de un disparo en la cabeza mientras jugaban con un revólver (según algunos, regalo de Franco).
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