James Petras
(Chávez tiene una popularidad de 65 por ciento)
Hugo Chávez, el presidente democráticamente electo de Venezuela, se halla ahora ante la amenaza más peligrosa que le ha tocado vivir desde el golpe militar del 11 de abril de 2002.
Las violentas protestas callejeras de privilegiados estudiantes universitarios de clases media y alta se han saldado con peleas callejeras muy importantes en el centro y en los alrededores de Caracas. Pero lo más grave es que el general Raúl Isaías Baduel, el ex Ministro de Defensa a cuyo cargo renunció el pasado mes de julio, acaba de hacer llamados explícitos a un golpe militar durante la conferencia de prensa que convocó el 5 de noviembre en exclusiva para los medios y partidos políticos de la derecha y la extrema derecha, mientras que adoptaba la posición de disidente “individual”.
Los medios privados nacionales e internacionales se han hecho eco de los discursos de Baduel, de las conferencias de prensa y de falsas descripciones de los alborotos provocados por estudiantes de la oposición, que han presentado como tranquilas protestas en defensa de los derechos democráticos y contra el referéndum del gobierno, cuya celebración está prevista el próximo 2 de diciembre de 2007.
Tanto el New York Times, como el Wall Street Journal, BBC News y el Washington Post han venido preparando durante años a sus lectores con falacias del “autoritarismo” del presidente Chávez. Confrontados con las reformas constitucionales que refuerzan las perspectivas de una democratización política y social de largo alcance, los medios de comunicación estadounidenses, europeos y latinoamericanos se dedican ahora a presentar a ex oficiales militares favorables a un golpe de Estado como si fuesen “disidentes democráticos”, antiguos partidarios de Chávez desilusionados por la búsqueda de poderes “dictatoriales” de éste durante el período previo al referéndum del 2 de diciembre sobre la reforma constitucional y después de éste. Ningún periódico importante ha mencionado el carácter democrático de las reformas propuestas, la entrega del control sobre el gasto público y del poder de decisión a vecindarios locales y concejos comunitarios. De nuevo, al igual que sucedió en Chile en 1973, los medios estadounidenses son cómplices en el intento de destruir una democracia latinoamericana.
Incluso algunos sectores de la prensa y los partidos de centro izquierda en América Latina han reproducido la propaganda derechista. El 9 de noviembre, el supuestamente izquierdista diario mexicano La Jornada publicó el siguiente titular: “Directivos y alumnos de la UCV acusan a Chávez de promover la violencia”. El artículo repetía las patrañas derechistas sobre encuestas electorales que vaticinaban la derrota de las enmiendas constitucionales.
Los medios privados, mayoritaria y visceralmente opuestos a Chávez y favorables a la Casa Blanca, condenaron por unanimidad todas y cada una de las enmiendas constitucionales. Un sector de la dirigencia de uno de los componentes de la coalición PODEMOS, favorable a Chávez, se ha unido a la jerarquía de la Iglesia católica, a la asociación de empresarios y ganaderos, banqueros y sectores de la universidad y la elite de estudiantes para atacar las reformas constitucionales propuestas. Haciendo uso a fondo de todas las libertades democráticas de Venezuela (de palabra, de asamblea y de prensa), la oposición ha denigrado el referéndum como “autoritario”, incluso cuando la mayoría de los sectores de la coalición opositora intentaron incitar a los militares para que interviniesen.
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Las violentas protestas callejeras de privilegiados estudiantes universitarios de clases media y alta se han saldado con peleas callejeras muy importantes en el centro y en los alrededores de Caracas. Pero lo más grave es que el general Raúl Isaías Baduel, el ex Ministro de Defensa a cuyo cargo renunció el pasado mes de julio, acaba de hacer llamados explícitos a un golpe militar durante la conferencia de prensa que convocó el 5 de noviembre en exclusiva para los medios y partidos políticos de la derecha y la extrema derecha, mientras que adoptaba la posición de disidente “individual”.
Los medios privados nacionales e internacionales se han hecho eco de los discursos de Baduel, de las conferencias de prensa y de falsas descripciones de los alborotos provocados por estudiantes de la oposición, que han presentado como tranquilas protestas en defensa de los derechos democráticos y contra el referéndum del gobierno, cuya celebración está prevista el próximo 2 de diciembre de 2007.
Tanto el New York Times, como el Wall Street Journal, BBC News y el Washington Post han venido preparando durante años a sus lectores con falacias del “autoritarismo” del presidente Chávez. Confrontados con las reformas constitucionales que refuerzan las perspectivas de una democratización política y social de largo alcance, los medios de comunicación estadounidenses, europeos y latinoamericanos se dedican ahora a presentar a ex oficiales militares favorables a un golpe de Estado como si fuesen “disidentes democráticos”, antiguos partidarios de Chávez desilusionados por la búsqueda de poderes “dictatoriales” de éste durante el período previo al referéndum del 2 de diciembre sobre la reforma constitucional y después de éste. Ningún periódico importante ha mencionado el carácter democrático de las reformas propuestas, la entrega del control sobre el gasto público y del poder de decisión a vecindarios locales y concejos comunitarios. De nuevo, al igual que sucedió en Chile en 1973, los medios estadounidenses son cómplices en el intento de destruir una democracia latinoamericana.
Incluso algunos sectores de la prensa y los partidos de centro izquierda en América Latina han reproducido la propaganda derechista. El 9 de noviembre, el supuestamente izquierdista diario mexicano La Jornada publicó el siguiente titular: “Directivos y alumnos de la UCV acusan a Chávez de promover la violencia”. El artículo repetía las patrañas derechistas sobre encuestas electorales que vaticinaban la derrota de las enmiendas constitucionales.
Los medios privados, mayoritaria y visceralmente opuestos a Chávez y favorables a la Casa Blanca, condenaron por unanimidad todas y cada una de las enmiendas constitucionales. Un sector de la dirigencia de uno de los componentes de la coalición PODEMOS, favorable a Chávez, se ha unido a la jerarquía de la Iglesia católica, a la asociación de empresarios y ganaderos, banqueros y sectores de la universidad y la elite de estudiantes para atacar las reformas constitucionales propuestas. Haciendo uso a fondo de todas las libertades democráticas de Venezuela (de palabra, de asamblea y de prensa), la oposición ha denigrado el referéndum como “autoritario”, incluso cuando la mayoría de los sectores de la coalición opositora intentaron incitar a los militares para que interviniesen.
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