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miércoles, 17 de mayo de 2017

¿Es posible ser comunista en la actualidad?

¿Es posible ser comunista en la actualidad?
Escrito por: Marcelo Colussi

"El Socialismo solo funciona en dos lugares: en el Cielo, donde no lo necesitan, y en el Infierno donde ya lo tienen"

"Si hay 200 millones de niños en las calles, ninguno es cubano; si hay 100 millones de niños trabajando sin poder ir a la escuela, ninguno es cubano". Fidel Castro.


Foto de Marcelo Colussi, autor del presente trabajo.

I


Martes, 16 de mayo 2017.- Hoy día hablar de comunismo (o de socialismo, o de marxismo) no pareciera estar muy "de moda"; es más, a cualquiera que se precie de defenderlo, el discurso dominante con asombrosa rapidez lo tildará de anacrónico, desfasado, dinosaurio de tiempos idos. Ya ni siquiera es "peligroso" para el sistema (o, al menos, eso se quiere hacer creer); su evocación como rémora de un pasado "oprobioso que no debe volver nunca más" funciona ya como antídoto. Aunque, en lo profundo del sistema capitalista, por supuesto que sigue siendo altamente peligroso. ¿Por qué, si no, perdura el continuo armarse contra la posibilidad de "estallidos sociales", de "ingobernabilidades"? Como dijo Néstor Kohan: "curioso cadáver el del marxismo, que hay que estar enterrándolo continuamente". En realidad, para usar la expresión apócrifa equivocadamente atribuida a José Zorrilla: "los muertos que vos matáis gozan de buena salud". Pero la ideología que, hoy por hoy, domina la escena, lo presenta como "terminado, muerto y sepultado".

El epígrafe que abre el texto –el primer epígrafe, pronunciado con el más visceral odio de clase por un contrarrevolucionario venezolano– marca en buena medida los tiempos que corren. Quizá, jugando con los versos de Rafael de León, podría decirse: ¿comunismo? "¡Pamplinas! ¡Figuraciones que se inventan los chavales! Después la vida se impone: tanto tienes, tanto vales".

Aunque la caída del muro de Berlín en 1989 –y con esa caída, la puesta entre paréntesis de los sueños de transformación del mundo que venían materializándose en la primera mitad del siglo pasado: Rusia, China, Cuba, Nicaragua, Vietnam, liberación de países africanos, movimientos revolucionarios varios, espíritu contestatario– ha abierto una serie de interrogantes aún por responderse respecto a lo que fue socialismo real, la pregunta que da título al presente escrito necesita hoy de imperiosas respuestas, quizá más imperiosas y urgentes que años atrás. El fantasma de un tal "castro-comunismo", sin que eso pueda traducirse en forma clara en términos conceptuales, con su sola mención ya sirve para asustar, para horrorizar incluso, buscando santiguarse. En Venezuela, por ejemplo, (o en todo el mundo, mostrando la Revolución Bolivariana de Venezuela), con ese epíteto se moviliza lo más conservador y fascista de la sociedad, remedando la lucha ideológica de la Guerra Fría. "Si viene el comunismo te van a poner obligadamente una familia a compartir tu casa, y a tus hijos te los van a quitar para mandarlos a campos de entrenamiento guerrillero en Cuba". Aunque parezca mentira, ya entrado el siglo XXI esas patrañas son las que dominan la inteligencia de la población mundial.

Desde el surgimiento del pensamiento anticapitalista en los albores de la gran industria europea, allá por el siglo XIX, e incluso después de la puesta en marcha de las primeras experiencias socialistas en el siglo XX, con la Rusia bolchevique, con la República Popular China, estaba bastante claro qué significaba ser comunista. Hoy, a inicios del siglo XXI, luego de toda el agua corrida bajo el puente, la pregunta tiene más vigencia que antes incluso. El descrédito que se le ha adosado hace más que urgente responder con claridad qué significa.

Las verdades que inaugura el Manifiesto Comunista en 1848 siguen siendo válidas aún hoy; y sin duda, en tanto verdades universales, lo serán por siempre, dado que develan estructuras de la naturaleza social misma: la explotación a partir de la apropiación del trabajo ajeno, la lucha de clases como motor de la historia, la violencia en tanto "partera de la historia", las revoluciones sociales como momento de superación de fases de desarrollo que signan el devenir humano. Todas estas verdades son expresión de un saber que se instaura como objetivo, neutro, científico en el sentido moderno de la palabra –los conceptos científicos no tienen color político–. Otra cosa es el llamado a la práctica que esas formulaciones teóricas posibilitan, es decir: la acción política; y para el caso, la revolución. ¡Obviamente eso es ideológico! Tan ideológica es la defensa del sistema vigente como la voluntad de transformarlo. ¿Quién dijo que las ideologías habían terminado? ¿Sería ello acaso remotamente posible?

Dicho rápidamente: el comunismo como expresión teórica y como práctica política no ha muerto, porque la realidad que le dio origen –la explotación de clase, las distintas formas de opresión de unos seres humanos sobre otros seres humanos (de clase, de género, étnica)– no ha desaparecido. Mientras persistan las inequidades y las diversas formas de explotación humana, el comunismo, en tanto aspiración justiciera, seguirá vigente.

II

Con la desaparición del campo socialista de Europa del Este hacia la década de los 90 del pasado siglo, la vorágine triunfalista del capitalismo ganador de la Guerra Fría arrastró al mundo a una suerte de aturdimiento intelectual, presentando el descrédito del comunismo como la demostración de su inviabilidad. Tan grande fue el golpe que, por algún momento, la prédica triunfal pareció ser verdadera: ¡el comunismo no era posible! Y todos pudimos llegar a creerlo. "¡Pamplinas! ¡Figuraciones que se inventan los chavales! ". El darwinismo social se agigantó.

Hoy, a casi tres décadas de esos acontecimientos, con una China que ha tomado caminos que, aunque no han derrumbado al Partido Comunista, al menos abre interrogantes sobre lo que el comunismo significa, y con un talante planetario donde decirse de izquierda conlleva una carga casi despectiva, vale la pena –o mejor aún: es imprescindible– plantearse la pregunta: ¿qué significa en la actualidad ser comunista? ¿Es posible serlo?

Las injusticias, la explotación, la apropiación del trabajo ajeno, la lucha de clases, todo ello sigue siendo la esencia de las relaciones sociales. Es más: caída la experiencia soviética, el capitalismo ganador ha avasallado conquistas de los trabajadores conseguidas con sangre durante décadas de lucha, entronizando un modelo ultraexplotador (llamado "neoliberalismo") que retrotrae peligrosamente la historia. Capitalismo triunfante, por otro lado, que se alza unilateral, insolente, con una potencia militar hegemónica –Estados Unidos de América– dispuesta a todo, con una posición provocativa que puede llevar al mundo a un holocausto nuclear, y que no ofrece –ni lo pretende, pero además, no podría lograrlo– soluciones reales a los problemas crónicos de la humanidad. Capitalismo triunfante sobre las primeras experiencias socialistas habidas pero que, pese a un descomunal desarrollo científico-técnico, no consigue remediar los males humanos de la pobreza, de la escasez, de la desprotección. En ese sentido, es válido el segundo epígrafe, la cita de Fidel Castro. Si toda esta barbarie capitalista continúa, –y tal como van las cosas, pareciera que tiende a aumentar– el comunismo, en tanto expresión de reacción ante tanta injusticia, lejos de desaparecer tiene más razón de ser que nunca. Porque la gente, la población de a pie, los que reciben los efectos de ese capitalismo salvaje, sin duda siguen protestando, aunque no conozcan nada de marxismo en términos teóricos.

Las vías de construcción de los primeros socialismos, por innumerables y complejas causas, quedaron dañadas, y merecen ser revisadas: el autoritarismo, el patriarcado y el Gulag fueron realidades palpables. "El socialismo clásico fue prepotente y arrogante. Siempre nos enviaba a ver tal página para encontrar verdades y soluciones. Nos dieron catecismos. Y eso es un grave error", reflexionaba críticamente Rafael Correa, ex presidente de Ecuador. Sin duda que hubo errores, y muchos. Los comunistas son seres humanos de carne y hueso. Un comunista italiano, por ejemplo, se quejaba porque su hija se iba a casar con un siciliano. "¿Cómo con un africano, hija mía?", le reprochaba amargamente. ¿No hay derecho a la equivocación en el comunismo acaso?

Aunque todo eso existe: errores, desaciertos, exageraciones, ello no desautoriza el ideario comunista y su lucha por un mundo de mayor justicia. Debe quedar claro que todos esos errores –monstruosos en algunos casos, injustificables desde una posición comunista (como prohibir la homosexualidad por contrarrevolucionaria, por poner solo un ejemplo)– no desdibujan la lucha contra las injusticias que ese ideario significó. Valen aquí palabras de Frei Betto: "El escándalo de la Inquisición no hizo que los cristianos abandonaran los valores y las propuestas del Evangelio. Del mismo modo, el fracaso del socialismo en el este europeo no debe inducir a descartar el socialismo del horizonte de la historia humana".

Ahora bien: ese pretendido "fracaso", de ningún modo autoriza a decir que las injusticias desaparecieron, y menos aún que las expresiones de búsqueda de mayor armonía y equidad social que representa el proyecto comunista, se hundieron igualmente.

Hoy por hoy, aunque el discurso hegemónico ha llevado los valores del capitalismo triunfal a un endiosamiento nunca antes visto en otros modelos sociales, la protesta de los excluidos sigue estando. Y pasados los primeros años del aturdimiento post Guerra Fría, vuelve a hacerse notar. Dicho así, entonces, el comunismo no ha desaparecido y está muy lejos de desaparecer, porque las injusticias continúan siendo la esencia cotidiana de la vida de los seres humanos. ¿Pero por qué este rechazo en decirnos claramente, con todas las letras, "comunistas"? ¿Pasó a ser el comunismo una "pamplina de chavales", una estupidez "fuera de moda", una utopía absolutamente irrealizable?

III

Las injusticias continúan (o se acrecientan); por tanto –no podría ser de otro modo– las protestas también continúan. Tal vez no crecen, no ponen la situación social al rojo vivo, tal como fueron las primeras décadas del siglo pasado, pero por supuesto que siguen presentes. Aunque la voz triunfal del capitalismo se levantó sobre la emblemática caída del muro de Berlín proclamando que "la historia terminó", a cada paso la experiencia nos demuestra que ello no es así. Para prueba, ahí están los movimientos que recorren nuevamente Latinoamérica, protestas y reivindicaciones campesinas, la Revolución Bolivariana en Venezuela como propuesta de una integración continental alternativa a los tratados de "libre" comercio impuestos por Washington; ahí está la reacción de los pueblos europeos diciendo "no" a una constitución política ultraliberal centrada en el gran capital que intenta desconocer conquistas populares históricas y desmontar los Estados de bienestar; ahí sigue Cuba revolucionaria resistiendo y, como dice el segundo epígrafe, con logros incontrastables; ahí está la resistencia de los pueblos árabes ante toda intervención armada estadounidense; ahí está el pueblo palestino alzándose contra el genocidio.

Protestas, todas éstas, a las que debe sumársele un amplísimo abanico de fuerzas contestatarias, progresistas, propulsoras también de cambios sociales: ahí está la reivindicación del género femenino ganando espacio día a día; ahí están todas las luchas antirracistas a partir de las reivindicaciones étnicas; ahí está una conciencia ecológica que va ganando terreno en todo el mundo para ponerle freno a la voracidad consumista y a la depredación planetaria realizada en nombre del lucro privado; ahí está un sinnúmero de voces que se alzan contra diversas formas de discriminación y/o opresión –sexual, cultural, contra la guerra, por derechos específicos–. ¿Son comunistas todas estas expresiones?

Sin dudas nadie se atreve a llamarlas así hoy día. Lo cual nos lleva a las siguientes reflexiones: a) la prédica anticomunista que la humanidad vivió por años durante prácticamente todo el siglo XX ha tornado al comunismo un siniestro monstruo innombrable, y b) hay que redefinir, hoy por hoy, qué significa exactamente ser comunista.

Sobre la primera consideración no es necesario explayarnos demasiado; archisabido es que si un fantasma comenzaba a recorrer Europa a mediados del siglo XIX, el fantasma que recorrió el mundo con una fuerza inusitada durante el XX se encargó de satanizar con ribetes increíbles todo lo que sonara a "crítico", a "contestatario", haciendo del término comunismo sinónimo inmediato del mal, de terror, de fatalidad deplorable, diabólica y pérfida, presentificación en la Tierra del peor y más deleznable de los infiernos. La prédica, por cierto, dio resultado (véase una vez más el primer epígrafe).

Pero más allá de esta consecuencia, producto de una despiadada política desinformativa del capitalismo, ¿por qué hoy día es tan difícil reconocerse comunista? Ello lleva a la otra consideración que mencionábamos: ¿es posible, efectivamente, seguir siendo comunista hoy día? Pero, ¿qué significa ser comunista?

IV

El comunismo, en tanto formulación conceptual, en buena medida recogida en esa brillante creación intelectual que fue su Manifiesto publicado por Marx y Engels a mediados del siglo XIX, se mueve en el ámbito de lo sociopolítico, ya sea como lectura crítica de la realidad, ya sea como guía para la acción práctica. El meollo toral de todo su andamiaje pasa por la lucha de clases sociales, motor último de la historia humana. Si contra algo luchan los comunistas, buscando su superación justamente, es contra la injusticia social, contra la explotación del ser humano por el mismo ser humano. En tal sentido, comunismo es sinónimo de "búsqueda de la igualdad", "búsqueda de la justicia". Siendo así, entonces, el comunismo no está muerto: la equidad social entre todos los seres humanos sigue siendo una agenda pendiente. Por tanto, su búsqueda continúa siendo una aspiración comunista en el sentido más cabal del término. Otra cuestión –que no tocaremos acá– es el tipo de medios a utilizarse para la concreción de la tarea: guerra popular prolongada, movilización obrera urbana, organizaciones campesinas alternativas, lucha armada de una vanguardia con base popular, incidencia parlamentaria, elecciones presidenciales en el ámbito de la democracia representativa.

Seguramente por miedo, por efecto de la monumental propaganda anticomunista desplegada en décadas pasadas, por cuestionables experiencias que nos dejó el socialismo real, o por una sumatoria de todas estas causas, hoy día la tendencia no es usar el término "comunista". Por el contrario, quienes portaban ese nombre se lo han sacado de encima. Pareciera que es una peste de la que hay que desembarazarse. La "moda", evidentemente, anda por otro lado. "Nueve de cada diez estrellas son de derecha", satirizaba Pedro Almodóvar.

Pero más allá de "modas", de "tendencias", el estado de inequidad que dio nacimiento a un pensamiento comunista un siglo y medio atrás aún sigue vigente. Por tanto, con las adecuaciones del caso, sigue también vigente el instrumento forjado para enfrentar esas inequidades. A quienes seguimos creyendo que es necesario buscar un mundo más justo, más solidario, más equitativo, ¿nos da miedo llamarnos hoy comunistas? ¿Nos avergüenza el estalinismo, las "dictaduras del proletariado" que tuvieron lugar en el socialismo real? (más dictaduras que otra cosa). ¿Realmente logró mellarnos la propaganda capitalista con su inacabable cantinela anticomunista? ¿Ganamos algo cambiándonos el nombre? ¿Qué ganamos?

Sin dudas lo que propone el Manifiesto Comunista de 1848, aunque sigue siendo válido en su núcleo, necesita adecuaciones. Un siglo y medio no es poco, y muchas cosas, por diversos motivos, no fueron consideradas en aquel entonces. El comunismo se ocupó de la lucha de clases pero dejó fuera otras opresiones: no puso particular énfasis en la explotación del género masculino sobre el femenino ni consideró la temática de las discriminaciones étnicas. Por el contrario, incluso, peca de cierto eurocentrismo civilizatorio, y el tema ecológico aún no entraba en su consideración. Obviamente, todos somos hijos de nuestro tiempo; también Marx y Engels.

Tal como se dijo anteriormente, en la actualidad asistimos a un sinnúmero de fuerzas progresistas que, sin decirse comunistas, abren una crítica sobre los poderes constituidos, sobre el ejercicio de esos poderes, sobre las distintas formas de opresión vigentes. Fuerzas, en definitiva, que buscan también un mundo más justo, más solidario, más equitativo. Fuerzas que sin llamarse comunistas en sentido estricto, son definitivamente comunistas en su proyecto, en tanto entendemos que comunismo es la búsqueda de "otro mundo posible", ese mundo más justo, más solidario, más equitativo.

Y esto, elípticamente, contesta la pregunta inaugural: ser comunista –aunque hoy día asuste, incomode o fastidie el término, aunque esté "pasado de moda" llamarse así, aunque su uso fuerce un debate en torno a qué entender por revolución y cómo lograr la justicia–, ser comunista, entonces, no es una "pamplina", pasajera "figuración de chaval". Es luchar por un mundo más justo, más solidario, más equitativo. Esa lucha, por tanto, no se agota con una nueva organización económico-social, con una nueva relación de fuerzas en torno a las clases sociales; necesita también de cambios en la relación de poderes entre los géneros, en la consideración del otro distinto, en el respeto a la diversidad.

Después del aturdimiento de la caída del muro de Berlín –que provocó mucho ruido, sin dudas– ya va siendo hora de dos cosas: 1) quitarnos el miedo, el estigma de usar la palabra "comunismo", y 2) sobre la base de las lecciones aprendidas en el siglo XX, abrir un serio debate no sobre cómo nos designaremos (¿no nos gusta "comunista"?, ¿es mejor decirse "de izquierda"?, ¿queda más elegante "revolucionario"?, ¿y qué tal "luchadores por la justicia"?) sino sobre cómo lograr efectivamente ese mundo más justo, más solidario, más equitativo.

Es cierto que la tarea que nos espera es dura, pero… ¿quién dijo que iba a ser sencillo?



domingo, 14 de mayo de 2017

Los libros digitales

Los libros digitales. Escrito por: José Gómez Cerda
 

Hoy las posibilidades de lectura se han multiplicado, ya que los soportes digitales introducen cambios no solamente en el proceso de lectura, también en la escritura y aprendizaje.

Escrito por: José Gómez Cerda


14 de Mayo de 2017.- Los libros digitales son una realidad, se utilizan con todas partes del mundo, compiten con los libros tradicionales en papel, o físicos, representan  el futuro de la lectura, donde los jóvenes  vienen con experiencias escolares,  ellos prefieren los audiovisuales, libros con videos, donde se puede acezar a  periódicos, emisoras de radio y de televisión, en especial a las redes sociales, como facebook, twitter, páginas Web, blogs;  todos en tiempo real, lo cual lleva a otra dimensión  estos  nuevos libros digitales.

La tecnología ejerce una extrañísima fascinación sobre los lectores. Hay motivos de sobra para creer que si un libro digital es deslumbrante y absolutamente útil,  se presenta como novedad, innovación; los lectores habituales en la lectura se interesan y descubren el nuevo mundo virtual de los libros digitales.

En la educación tradicional los profesores tienen un libro especial para cada materia, sobre esa obra ellos elaboran su programa, hacen preguntas a los alumnos, ponen tareas y los exámenes. Sin embargo, hoy día, gracias a la era digital, los alumnos tienen posibilidad de tener informaciones sobre diversos libros sobre la materia, en muchos casos tienen más informaciones (no formación), que los profesores, lo cual crea un  conflicto de generaciones digitales.

Hoy las posibilidades de lectura se han multiplicado, ya que los soportes digitales introducen cambios  no solamente en el proceso de lectura, también en la escritura y aprendizaje. 

Actualmente he publicado 18 libros digitales, algunos se han presentado en universidades,  como UNICARIBE, UCSD, UASD, el seminario pontificio Santo Tom{as de Aquino, academias de periodistas sindicatos, asociaciones sociales, colegios y escuelas: El martes, 23 de mayor ser{a presentado el libro digital LA CULTURA DOMINICANA, en la Sala de la Cultura, del Teatro Nacional, en Santo Domingo.

Estos libros han despertado interés entre profesores y alumnos a nivel superior, dirigentes políticos, sociales y religiosos. Los libros digitales muestran el contenido de una manera interactiva y atractiva que despierta la curiosidad en los lectores, el  interés por explorar, ayudándolos a globalizar habilidades y conocimientos.

Libros digitales sobre; El Arte de Escribir, Las Ideas Políticas, La Cultura Dominicana, Los Adultos Mayores, El Sindicalismo Dominicano, Los Organismos Genéticamente Manipulados, cinco volúmenes de la historia política y sindical internacional, escritos en forma cronológica; novelas como !Mirar Siempre Adelante!, y !Unidos en la Lucha!, son obras que se pueden obtener en forma digital, por medio del correo electrónico a precio accesible.

En el programa de “Gobierno Digital”, lamentablemente no aparecen los libros digitales; ningún proyecto educativo o cultural puede desarrollarse sin libros. Las autoridades gubernamentales encargados de aplicar estos programas deben tomar en consideran la importancia de los libros digitales.

Las personas, asociaciones o entidades educativas y culturales, que quieren conocer el manejo de estos libros digitales, podemos ofrecerles reuniones para dar explicación técnica sobre el manejo de los libros digitales.

El futuro pertenece a la lectura digital, y por lo tanto debemos el impulsar el cambio hacia un modelo más atractivo para los nativos digitales, y para todo aquel que quiera deleitarse con la lectura a través de dispositivos electrónicos.

Nota edición
 

Libro. Conceptualización Científica del Arte. Emociones Humanas y Literarias.

https://elcolosodemacorix.blogspot.com/2008/11/libro-conceptualizacin-cientfica-del.html

El amor como locura apetecida y, prosas desvaneadas sin ataduras

http://elcolosodemacoris.com/web/?p=2119

Caña  y Azúcar en la Poesía de Pedro Mir

https://elcolosodemacorix.blogspot.com/2013/11/cana-y-azucar-en-la-poesia-de-pedro-mir.html

Jesús Feris Iglesia presenta el ibro «Pedro Mir y René del Risco Bermúdez en la literatura dominicana de Enrique Cabrera Vásquez

https://elcolosodemacorix.blogspot.com/2014/01/jesus-feris-iglesia-presenta-libro.html

René, sápido poeta de insondable efervescencia protagonizando afectos...Y sin embargo, René, tu muerte no está bien.

Escrito por: Enrique Cabrera Vásquez (Mellizo).

https://elcolosodemacorix.blogspot.com/2008/11/ren-spido-poeta-de-insondable.html
 




  

sábado, 6 de mayo de 2017

Falleció el escritor argentino Abelardo Castillo a los 82 años, prócer de la literatura y amante del ajedrez

Abelardo Castillo nacido en 1935 en Buenos Aires, fue un consumado cuentista (muchos de sus relatos cortos son antológicos), pero también un novelista de relevancia, dramaturgo y ensayista.

Sábado 06 mayo 2017.- Falleció el pasado martes 02 de mayo el prestigios escritor argentino Abelardo Castillo, su muerte conmueve a los círculos intelectuales de la Argentina y el mundo, como así también, justo es decirlo, a la comunidad ajedrecística argentina, en tanto fue Castillo un apasionado ajedrecista.

Fundó y dirigió las revistas “El Escarabajo de Oro” (1961-1974), considerada por la crítica especializada como la más prestigiosa publicación literaria de los años 60, y “El Ornitorrinco” (1977-1986).

El escritor, cuentista y dramaturgo argentino Abelardo Castillo murió en la noche del lunes 1º de mayo en Buenos Aires a los 82 años. Castillo falleció a causa de una infección intestinal que sufrió luego de una cirugía a la que se había sometido en las últimas semanas.

Fundó y dirigió las revistas “El Escarabajo de Oro” (1961-1974), considerada por la crítica especializada como la más prestigiosa publicación literaria de los años 60, y “El Ornitorrinco” (1977-1986). Esta última, fundada junto a Heker y Sylvia Iparraguirre -su esposa y también escritora-, encarnó una de las pocas formas de resistencia cultural durante la última dictadura militar (1976-1983).

Castillo publicó numerosos títulos, entre ellos “Las otras puertas”, “Cuentos crueles”, “Las panteras y el templo”, “El oficio de mentir” y “El evangelio según Van Hutten”. Fue considerado uno de los escritores fundamentales de la segunda mitad del siglo XX en Argentina.

Sus relatos han sido reunidos en el libro “Cuentos completos” y sus cuadernos personales en el tomo “Diarios 1954-1991”. En diciembresacó “Del mundo que conocimos”, una selección personal de sus cuentos.

Admirador de Edgar Allan Poe, le dedicó en 1964 su obra de teatro “Israfel”, por la que recibió el Premio de Autores Contemporáneos de la UNESCO. Otros de sus títulos de dramaturgia fueron “El otro Judas” y “El señor Brecht en el Salón Dorado”.

En 1961 ganó el premio Casa de las Américas por sus cuentos reunidos en “Las otras puertas”. En su decálogo personal para escribas, Castillo, traducido a una docena de idiomas, apunta: “Los novelistas y los editores creen que una novela es más importante que un cuento. No les creas. Sólo es más larga”.

Y advierte luego: “Los cuentistas afirman que el cuento es el género más difícil. Tampoco les creas. Sólo es más corto. El cuento es difícil únicamente para aquellos que nunca deberían intentarlo. Para Poe era facilísimo, para (Julio) Cortázar, (Antón) Chéjov o (Ernest) Hemingway también”.

Entre gran cantidad de títulos destacados pueden citarse “Israfel” (teatro), “Patrón” y “La mujer de otro” (cuentos) y “Crónica de un iniciado” (novela), por sólo nombrar algunos.

Fue fundador y directos de las prestigiosas revistas literarias “El escarabajo de oro” (de proyección internacional) y “El Ornitorrinco”.

Multipremiado por su obra, dedicó buena parte de su vida a la formación de nuevos valores de las letras, actividad en la que fue sumamente apreciado por los noveles escritores.

El ajedrez, su otra pasión, se encuentra omnipresente en buena parte de su obra. Así puede observarse por ejemplo en su novela “El Evangelio según Van Hutten”, en el cuento “Week End” y, sobre todo, en el relato “La cuestión de la Dama en el Max Lange”, donde, además de poner de manifiesto sus conocimientos del juego, desarrolla con magistral destreza una trama policial en el ambiente de una partida de torneo.

Castillo nació el 27 de marzo de 1935 en la ciudad de Buenos Aires, vivió luego su adolescencia en San Pedro, unos 180 kilómetros al norte y a orillas del río Paraná, y luego regresó para asentarse definitivamente en la capital.

Réquiem a la memoria del politólogo de la democracia, Giovanni Sartori

Muere el politólogo Giovanni Sartori a los 92 años

Giovanni Sartori fue un investigador en el campo de la ciencia política. (13 de mayo de 1924, Florencia, Italia.- 4 de abril de 2017, Florencia, Italia). Educación: Universidad de Florencia (1946). Ocupación: Periodista, politólogo, escritor, sociólogo y profesor universitario. Premios: Beca Guggenheim en Ciencias Sociales, Estados Unidos y Canadá, Príncipe de Asturias de Ciencias Sociales en 2005

Por: By Álvaro Cepeda Neri

06, mayo 2017.- I. Historiador y, sobre todo y ante todo, politólogo de la democracia, desde los griegos con su populismo: demos, pueblo, y kratos, poder. Y desde entonces nacida como democracia directa con rasgos ya de compatible con la democracia representativa o indirecta, hasta su devenir como democracia anclada en el liberalismo político, fue materia teórica y práctica de la reflexión de Giovanni Sartori, nacido en Florencia en la Italia de Dante y Maquiavelo (1924-2017). A mi juicio, le faltó asomarse a la obra de Hans Kelsen (como sí lo hizo ese gigante de la ciencia política y sus raíces en el resto de las ciencias sociales de fundamento jurídico), con lo cual hubiera engrandecido sus contribuciones al estudio metódico y sistemático de la democracia representativa a la que le imprimió originales adiciones. Con la obra de Sartori comprendemos mejor la otra cara de la democracia directa; cómo la crean los pensadores y políticos de Atenas para alcanzar su grandeza en el llamado Siglo de Pericles, cuando los Sofistas (Protágoras, Fidias, Eurípides, etcétera) y Sócrates, crearon el origen teorético para la praxis de todo el conocimiento para pensar, querer y sentir que sistematizó Inmanuel Kant en sus tres críticas, para abrevar racionalmente en la cultura. Ésta como lo “humano, demasiado humano”, para romper con la intervención de la metafísica de los dioses-religiones, en lo que, históricamente es exclusiva creación y responsabilidad humana.

II. Un réquiem a la Mozart para anunciar la muerte física de Sartori, quien nos deja sus libros. Trabajador productivo, de su vasta bibliografía tengo a la mano en mi biblioteca 11 de ellos: Aspectos de la democracia; ¿Qué es la democracia?; La democracia después del comunismo; Partidos y sistemas de partidos; La comparación de las ciencias sociales. La democracia en 3 lecciones; Ingeniería constitucional comparada; Teoría de le democracia: el debate contemporáneo; Cómo hacer ciencia política; Lógica y método en las ciencias sociales; Elementos de teoría política. Pero hay más textos de quien se ocupó además en el magisterio universitario, conferencias, asesorías. Hasta ahora la mejor biografía intelectual del pensador la coordinó Patricio Lóizaga en el Diccionario de Pensadores Contemporáneos (Emecé). Su más celebrado ensayo es su crítica al poder devastador de la televisión: Homo videns: la sociedad teledirigida; La carrera hacia ninguna parte, diez lecciones sobre nuestra sociedad en peligro fue su último libro. Ejerció el periodismo de crítica política. Y se dejó imponer una medalla por Peña, émulo del “sultán” Silvio Berlusconi.

III. Deja, pues, un legado bibliográfico para repensar la teoría y práctica democrática en relación con nuestro tiempo. No fue un pensador original; empero, sí consignó en sus páginas al trabajador intelectual que siguió la veta de las democracias, para ofrecer más reflexiones que a los aprendices nos ha abierto caminos para seguir las innovaciones de la democracia representativa, y tangencialmente sobre la democracia directa donde habita el hoy tan criticado populismo de los centro-izquierdas. Su obra es recomendable para explorar la racionalidad política del constitucionalismo democratizador. Sus contribuciones reafirmaron que la democracia del liberalismo político anclada en las democracias de Atenas a la república Romana han mantenido la primacía de las libertades, los contrapoderes, la división del poder, las elecciones, el imperio de la ley o estado de derecho, el federalismo, los partidos, la necesidad de que los gobernantes den cuenta razón, etcétera.

Muere el politólogo Giovanni Sartori a los 92 años

4 Abril, 2017    

Ciudad de México.- El filósofo y politólogo Giovanni Sartori murió este martes a los 92 años debido a complicaciones respiratorias, confirmó Corriere della Sera, diario del que era columnista.

El intelectual nacido en Florencia en 1924 es autor de decenas de libros dedicados a vertientes de la ciencia política, como: Homo Videns, La democracia después del comunismo y La democracia en 20 lecciones, entre otros.

En 2005, Sartori fue galardonado con el Premio Príncipe de Asturias en Ciencias Sociales “por su trabajo y la elaboración de una teoría de la democracia en la que ha estado siempre presente su compromiso con las garantías y las libertades de la sociedad abierta”, de acuerdo al jurado.

El pensador recibió el Premio Príncipe de Asturias de Ciencias Sociales en 2005.

El autor de La carrera hacia ningún lugar (2016) fue profesor de las universidades de Florencia, Stanford y Columbia además de un columnista poémico, que trató en sus entregas periodísticas temas como el multiculturalismo y el medio ambiente.

Entre sus muchas cualidades, enfatiza el diario italiano, destacó “la capacidad de conjugar la excelencia científica y la eficacia de la comunicación”. Sus obras se han traducido a más de veinte idiomas.

miércoles, 26 de abril de 2017

Poemario. Toda vida exterminada... Todo llanto incendiado

Poemario. Toda vida exterminada... Todo llanto incendiado

(En homenaje a los miles de inocentes asesinados en Siria, Palestina, Iraq, Libia, Afganistán, Sudán...)

Escrito por: Enrique Cabrera Vásquez

San Pedro de Macorís, viernes 14 de abril, 2017.-

Poemario.Toda vida exterminada... Todo llanto incendiado.



I

Carnes de niños ardiendo
Huérfanos asesinados en su inocencia
Fetos arrancados del vientre madre
Humanos quemados; despedazados
Fogatas de pólvora sobre sus cuerpos
La metralla criminal estampada
en sus rostros diezmado
Sus vidas arrancadas
por bombas y metrallas calculadas



 II

Cadáveres amados sin ataúdes,
la perplejidad arrancada de sus ojos.
Sin plegaria de canto puesto
Ni mortaja de desdichado
Ni incienso exorcizado
Ni responso de deudos indignados
La solemnidad proscrita
en las tinieblas que lo arropa
Pueblos voces de consciencias claras
denunciando su asesinato
Petrificando en cada alba
su sangre derramada.



III

No hay noche; no hay día,
las lluvias estranguladas en sus interiores
La muerte oculta el sol en sus entrañas
Las bombas y las metrallas pulverizando
toda luz de sus miradas
y esperanza anhelada,
en la recóndita alegría de sus sueños.
Toda vida exterminada en su vuelo.
Manos despellejadas
arañando la faz de la tierra
buscando su libertad en la muerte




IV

Los muertos y la sangre
caminando al unísono,
Desplazándose sobre misterio cuajado
hacia un destino desconcierto
Misterio de todo tiempo ido,
venido, esperado.
La voracidad del fuego
achicharrando sus despojos.


V

Toda vida,
con colores y sin colores,
con lluvia y sin lluvia
con sexo y sin sexo
con orgasmo y sin orgasmo
Llevada en olores humanos
Con amores momificado
Siempre la misma vida,
bajo todo cielo visto
bajo todo cambio luna
Única, siempre única,
precisa, cierta,
triste o alegre,
siempre la finita vida
arropada en su memoria
Ahora sometida
al fuego del exterminio


VI

Acariciada con época ternura,
amada en todo tiempo cálido,
frío, impreciso
Es la vida humana.
Sostenida con el asombro
de toda mirada abierta
a los cielos en las auroras.
Encanto de la existencia misma
belleza de la naturaleza
alegría de todo mundo fauno


VII

¡Ah!, la vida,
tan amada, ansiada, reverenciada,
ahora exterminada
con rugir potencia de fuego
Estruendo destructor masivo
y temblores de pánico
en los rostros castigados.
Los muertos victimas espectrados,
enlazados en sus llagas,
huesos y carne reducidas
Sepultados bajo diplomacia hueca
y el silencio cómplice de Las Naciones



VIII

¡Oh!, son los muertos de Siria,
Palestina, Iraq, Libia, Afganistán,
Sudán...
Desfilando;                            ,,
envuelto en su propia sangre;
huyendo de su sombra cuita
Jadeos de pavor en sus instintos
bajo un sol negro de plomo
luchando contra el silencio del olvido

IX

¡Oh!, la sangre de esos
humanos asesinados.
Extinguiéndose
en la agenda de los medios
Mandato de sus asesinos.
Incendiando toda vida
con sus edades.
Patentizando su agonía y sufrimientos



X
¡Horror!
¡Tierra arrasada!
Ordena iracundo y soberbia
el mando superior.
Terror de los poderosos
Imponiendo luto y dolor
Siria, Palestina, Iraq, Libia,
Afganistán, Sudán...
El aire multiplicando
sus aullidos de dolor
y las quejas de su luto;
angustias y lágrimas ardiendo sobre
sus dolores dilatados.
Los poderes repartiéndose su
riquezas y bienes usurpados
con lúdica diplomacia.
Perfumándose con su sangre.


XI

¡Y tantas vidas exterminadas!
¡Y tanta sangre vertida!
¡Silencio de horror en
las miradas extraviadas!
Piedad por los sacrificados
Los campanarios enmudeciendo de terror


XII

¡Oh, hasta cuando!
¡Basta ya de tanta barbarie!
¡De tanto genocidio!
¡De tantas muertes sin sentido
¡De tanto escalofrío de pavor!


XIII

Brillan de emoción las
miradas de los asesinos
por el oro negro robado,
a los pueblos asaltados.
Codicia cruel de los tiranos



XIV

Asadero de niños y mujeres colgado,
de viudas y viudos;
de huérfanos y abuelos sacrificados.
Vidas arrancadas con felonía;
por bombas xenofobia lanzada.
Toda vida exterminada... 
Mandato de la plutocracia enseñoreada


XV

¡Oh!,
cuanto dolor y sufrimiento perpetrado
¡Allí, en esos pueblos incendiados!
Siria, Palestina, Iraq, Libia,
Afganistán, Sudan...
la fuerza destructiva
desfigurando los matices de su cielo.
Y todo indicio de vida avistado.
Oculta el nombre de los tormentos
Y los horrores de los victimizados.
No el de los muertos y sus asesinos.


XVI

Ellos,
los muertos de Siria, Palestina,
Iraq, Libia, Afganistán, Sudan...
irradiados por bombas y metrallas
proveniente de aleves canallas
locura del despotismo cobarde 
Muertos glorificados en
la conciencia de pueblos consternados
demandando justicia diáfana 
a esta horrorifica violencia
que destruye pueblos hermanos.
¿Quién se la dará?


 

  
  

 











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