El equívoco de Giovanni
Di Prieto sobre Idolatría, de Jimmy Sierra.
Escrito por: Enrique Cabrera Vásquez (Mellizo).
San Pedro de Macorís.- martes.- 06.- de
mayo.- 2019.- He leído con interés literario las más de 18 páginas que el
prestigioso crítico literario Giovanni Di Prieto le dedicó al libro Idolatría
del destacado intelectual dominicano Jimmy Sierra. Tan pronto el amigo
Isael Pérez me hizo entrega de Bestiario
Dominicano 3 (Lectura de nove las dominicanas, 2009-2018), la tarde del domingo
14 de abril del presente año, un libro de 342
páginas, esa misma noche comencé su degustación cultural. La obra me
encantó, pues, desde que conocí literariamente al autor le he dado seguimiento
a su producción intelectual. El italiano es un estupendo escritor, un escritor
cuyo contenido genera controversia y debates en torno a las críticas que le hace a la producción
novelística dominicana. Por lo que los no "favorecidos" con sus
juicios les saldrán al frente, con razón y en justicia.
Su Bestiario 3 está prologado por Miguel Ángel Fornerín, quien hace un análisis minucioso de la obra. De
entrada indica que "Con la publicación
de Bestiario Dominicano 3 (2019), Giovanny Di Prieto cierra su estudio sobre la
novelística dominicana. Desde los años ochenta inició su proyecto de leer y
analizar la producción que sobre este
género se habría realizado en el país.
En una primera etapa, realizó un develamiento
del pasado de este tipo de escritura que
aparece en los libros Las mejores
novelas dominicanas (1995) y Quince estudios de novelística dominicana (2006),
entre muchas más. En este último libro,
espigó una lista de las que considera son las más acabadas dentro de su
particular manera de apreciación estética".
El listado de las
novelas evaluadas por Di Prieto es la
siguiente: La reina de Santomé (historia de la vida de provincia), de Guillermo
Piña Contreras, Pedro el cruel, de Rafael Peralta Romero, Rostro de sombra, de
Víctor Escarramán, Princesa de Capotillo, de Luis R. Santos, Sobre todas las
cosas (un romance de altos vuelos), de Gerson R. Franco, Idolatría, de Jimmy
Sierra, Amores extraños, de Laureano Guerrero, El camino de los hombres, de Herman Mella Chavier,
Cáceres Placencia, El último guerrillero, de Joel Rivera, No les guardo rencor,
papá, de René Rodríguez Soriano, El apátrida, de Roberto Paulino, Elito, de
Osiris Madera, La Costa, Apartheid dominicano, de Laureano Guerrero, Amor en las
redes, de Vicente Beras, La tercera puerta, de Miguel Rodríguez Checo, Payaso
al caer la tarde, de Nan Chevalier, Doña Tina, de Ana María González Puente, La
necrópolis de los sueños, de Freddie Johnson, La gente detrás del muro, de José
Tomás Pérez, y El degüello de Moca, de Bruno Rosario Candelier. En total son
veinte las novelas ponderadas por el audaz crítico literario.
Entre las veinte novelas escogida en su tercer
Bestiario vapulea acremente a Idolatría del, consagrado
militante cultural y trabajador social y comunitario, Julio Samuel «Jimmy»
Sierra, natural de Najayo, San Cristóbal, y criado con fervor en
el popular barrio de Villa Juana en la capital dominicana, y quien por su
dedicación y entrega a llegado a ser
dramaturgo, director de teatro, cineasta, cuentista, periodista, historiador,
abogado, catedrático universitario, y
productor de radio y televisión. Toda una autoridad en el ambiente intelectual,
y por demás, un infatigable hacedor de cosas en beneficio
del país. Un hombre con estas condiciones merece respeto y distinción.
En
un ensayo biográfico que escribí sobre el poeta, periodista y novelista
petromacorisano Freddy Gaton Arce
toco de manera somera el libro de Jimmy Sierra, lo refiero dentro de los
argumentos que expongo en el desarrollo
teórico que hago en torno a la apropiación
o apropiacionismo literario. Al respecto digo: "Ese apropiacionismo o apropiación en la
literatura y el pensamiento intelectual
lo encontramos en el más reciente libro del amigo
Jimmy Sierra, titulado Idolatría, con una extensión de 392 páginas, en
el mismo encontramos retrospecciones que
nos refrescan y retroalimentan al aludir obras
de Pitaco, del brasileño Guilherme,
anécdota bíblica de Salomón,
alusiones fragmentaria de Bertolt Brecht, del Éxodo del pueblo judío, del
recorrido del hebreo Moisés, del
“Quijote” de Cervantes, el poema “Compadre Mon” de Manuel del Cabral, citas de los siete
sabios de Grecia, referencia de una
novela de Voltaire, de Heráclito, de
Nietzsche, Sófocles, Lope de Vega, poema de Walt Whitman, el dramaturgo español
Alejandro Casona, y referencias de obras de los escritores criollo Lipe Collado, Santiago Estrella
Veloz. También Juan Bosch, Pablo Neruda,
Carlos Dobal Márquez. Nos
menciona al clásico francés Honorato de
Balzac, al mexicano Juan Rulfo, a la
dominicana Aida Cartagena Portalatín,
al poeta húngaro Imre Madach, a los
historiadores criollos Emilio Cordero
Michel y Emilio Rodríguez Demorizi, entre otros varios autores, con lo
cual tiende a refrescar su obra y a
llevar al ánimo del lector por rutas superior al texto en lectura".
Veo Idolatría como la suma de ideas, algunas ya escritas,
sobre el curso que ha seguido nuestra historia desde 1961 hasta la fecha. Su
contenido es rico, ameno, refrescante y nos retroalimenta en lo cultural y
literario. Es un aporte sustancioso y necesario.
(Foto del periodista, conferencista, escritor, poeta, ensayista, Enrique Cabrera Vásquez (Mellizo), autor del presente trabajo)
El hecho de que a
Giovanni Di Prieto se le tenga como una autoridad en el enjuiciamiento de
novelas publicadas no le confiere una autoridad absoluta sobre la materia. Y como errar es de humano, él no es
infalible. Así, que las ponderaciones que le hace a la novela Idolatría
contiene sintonos dogmáticos.
Idolatría es un encuentro entre el pasado y el presente
desde una perspectiva de cambio y transformación social. En esta novelística
concurren tres tipo de mentalidad: los vilipendiados que se aferran a su
pasividad e inmovilidad social; los
que con su soberbia de dominación se niegan a permitir cualquier tipo de cambio
o alteración del sistema político, y los
que, desde un sentimiento de rebeldía se lanzan a
enfrentar, a luchar, por un mundo que le garantice a la mayoría subyugada mejores condiciones de existencia.
Di Prieto enfatiza que la obra de Sierra es fundamentalmente de entretención con lo que tiende a restarle fuerza
constructiva a la misma. Indica.
"Podemos clasificar a Idolatría como una novela de fantasía narrativa.
Decimos esto porque es muy difícil que pueda
extraerse de ella un propósito específico que no sea simplemente
el de entretener a los lectores a través de un texto hecho de
interminables ocurrencia inventadas por el autor..." ¡Válgame lo dicho!
Toda novela en primer
lugar tiene el propósito de entretener
al lector, es el primer paso para
interesarlo y le preste la debita atención. Si bien el titulo atrae
cuando abrimos la primera página y leemos el primer párrafo instintivamente
podemos percibir la importancia de la
obra. La lectura de una novela o un cuento nos saca del aburrimiento, del
tedio. Y si en el desarrollo de su
lectura no sentimos ninguna entretención en gastar el tiempo en seguir leyendo
perdemos el interés por ella. Cuantos pasajes entretenido hay en Don Quijote de
la Mancha, de Miguel de Cervantes, El
señor de los anillos de J. R. R. Tolkien, y Las mil y una noches, atribuido a varios autores árabes del siglo
X, o las novelas de Stephen King, entre otros autores famosos.
En el caso de Idolatría
la novela rebasa la mera entretención al
develar un hecho convertido en tabú por sectores de Poder y que insisten
en que no se conozca la trama y conspiración que significó esa masacre contra
una población indefensa y aferrada a su creencia mundana. Y esto de por si constituye una moraleja,
contrario a lo afirmado por Di Prieto.
El éxito y la relevancia de un escritor no radica en que
obtenga el premio nobel o cualquier otra distinción importante. Está en la
cantidad de lectores que logra acumular y la resonancia literaria de su obra.
Idolatraría se ha pegado como obra y las distintas críticas en la opinión de los medios de comunicación prueba su alcance y aceptación social. Además, Jimmy Sierra no es un improvisado en estas lides, su currículum
testifica su preparación, lucidez y veteranía en el ejercicio de
escritor. Comenzó de lo pequeño a lo grande, ha superado varias etapas hasta
alcanzar un renombre en el ambiente cultural dominicano.
De manera peyorativa Di Prieto señala que el libro,
"es un enjambre de ocurrencias que
nunca suma a una verdadera historia coherente". Agregando
a seguida, " la obra no tiene otro propósito que no sea el de entretener a
los lectores". Falso. El recorrido de la obra transita sobre varios acontecimientos reales e históricos,
entre lo que se destaca La Matanza de
Palma Sola ocurrida en un paraje del
municipio de Las Matas de Farfán, provincia de San Juan de la Maguana,
el 28 de diciembre de 1962.
Jimmy Sierra convierte este acontecimiento real e
histórico en un argumento novelesco que en la medida que se va descomponiendo
nos introduce por escenarios políticos, religiosos y culturales de amplias
connotaciones. Pues lo de Palma Sola en su momento y más allá no puede verse
como un simple episodio de sangre y un culto religioso con arraigo popular. No.
Según la historiografía de este hecho
tras el mismo hubo una conspiración desestabilizadora para malograr la
juramentación del recién electo presidente constitucional profesor Juan
Bosch. Se tomó ese culto pagano como
pretexto para desencadenar hechos de fuerza con fines políticos. Y esto lo trata con habilidad literaria el autor de
Idolatría.
Indica Di Prieto en su mordaz ataque a Idolatría que la obra “es una especie de panfleto”. Y sobre ese
antojadizo estereotipo fortalece su
percepción crítica. “Por consiguiente, excluido un auténtico propósito de
Idolatría, y sabiendo de que sus interminables ocurrencias sólo llevan
aburrimiento, es evidente que, como lectores, nos quedamos exclusivamente con
esos mensajes que Sierra insiste
en comunicarnos con la idea de imponer
su punto de vista acerca de ciertos temas”. Semejante observación es injusta.
Ningún escritor por más que se lo proponga puede imponer sus puntos de
vista. El autor hace su trabajo, y da a
conocer sus ideas y por más que insista su efecto dependerá de la capacidad
emocional del lector, de su cultura y conciencia personal.
Sobre este punto es bueno señalar que dado el volumen de
Idolatría no puede considerarse un panfleto. Según el diccionario. “Los panfletos son publicaciones de escasa
extensión que tienen la finalidad de denigrar, difamar, condenar o agredir a
alguien” Y agrega. “En ocasiones, se utiliza la noción de panfleto
como sinónimo de folleto, volante o catálogo”. Idolatría no reúne ninguna de esas
características. Además, que sepamos nosotros, no denigra, ni injuria, ni difama.
Tildar la obra de panfletaria es una forma mezquina de
minimizarla, de restarle fuerza estética y objetividad en su narración.
El crítico de
todo escrito literario debe tener la capacidad cultural e intelectual para
descifrar todos enigmas que pudiese encontrar en el tema que está tratando. No
aventurarse a emitir opiniones a priori y pre concebidas. Las obras literarias,
novelas, cuentos, llevan implícitos enigmas interpretativos, y cada lector o
critico la enfoca y trata según su visualización. No existe una coherencia en el trato crítico
de cualquier texto. Las apreciaciones parten de conceptos e ideas concebidas en
el desarrollo cultural del que lo trate.
Si bien encontramos en la suma de personajes que
integran Idolatría minúsculos rasgos de manierismo en su desarrollo, por encima
de todo prima una rápida forma en el desenvolvimiento de los personajes de la
obra. A pesar de su falta de educación formal, de su condición campesina, de
gente de barrio, muestran una inteligencia de subsistencia encomiable.
Hay amplio espacio
para particularizar las ocurrencias que se interponen en los hechos, los
signos de divinidad, las apariciones “milagrosas”, que desafían creencias establecidas, reguardadas, amparadas y protegidas
rígidamente por el Estado Dominicano
mediante la suscripción del Concordato de 1954, y que en el culto a Papa Liborio,
y a Catagás, desafiando la instauración de una teocracia absolutista y despóticas
basada en la sumisión y el temor, y que significaba una desobediencia que debía
ser castigada de manera cruel, “el día
de la masacre de los santos inocentes”.
Idolatría contiene una mezcla de alegoría, sincretismo y fetichismo populachero
expresado en un carnaval de arraigadas creencias. El número 13, las 13
maldiciones y todo lo que se pueda
asociar a cualquier superstición tiene
su espacio cotejado dentro de una urdimbre en la búsqueda de suerte o de cualquier salida posible ante una
situación de desesperanza y amargura.
Catagás y el dialogo con Teófilo nos va conduciendo a un
mundo fantasmagórico, divertido y pintoresco.
Lo que dicen y recomiendan tienen semejanza angelicales. Hay sabiduría, experiencia,
e ideas sacadas de las entrañas de lo desconocido.
Idolatría contribuye a retroalimentar nuestra memoria al consignar la bestialidad de los esbirros y sicarios del Servicio de Inteligencia
Militar de la dictadura trujillista
(SIN) y que tuvo dirigido en fechas diferente por los
tenebrosos y psicópatas
coroneles Johnny Abbes García y
Cándido Torres. Habla de Balá y sus paleros y matones, de la lucha clandestina
y de esa juventud resuelta que se lanzó a las calles al grito de Libertad.
Libertad.
Es la historia de los últimos años presentada de forma abigarrada
y cruda;
realmente como ha sucedido a lo largo de la república. Con su
incoherencia y contradicciones. Una historia teñida de sangre y sacrificio. La
historia de la fechoría, los desmanes y las violaciones de una cúpula que
todavía hoy incide en el destino del país, quita y pone presidente y se aferra
con la fuerza del poder a todos los
bienes usurpados.
Di Prieto reacciona con aire ofendido, disgustado y
colérico cuando Idolatría señala. “La Iglesia había sido por más de treinta
años uno de los sostenes más firmes de la dictadura de Trujillo e, incluso, se
hizo de oídos sordos – se dice que estimuló- el genocidio que este cometió
contra los haitianos en mil novecientos treinta y siete. Los Tedeum, celebrado
cada año por la salud del “jefe” – como prefería ser llamado el dictador-
y por la perpetuidad de su régimen se
contaban por cientos. Todas las iglesias del país fueron centros de adoctrinamiento
del trujillismo. A cambio, el jefe había suscrito un concordato con el
Vaticano, por medio del cual se declaraba a la Iglesia como un socio igualitario del Estado, con
todos los privilegios inimaginables. Este matrimonio duró hasta que los Estados
Unidos, aterrados ante la posibilidad de que surgiera otro Fidel Castro en el
Caribe, decidió provocar la salida de Trujillo del poder, diseñando un proyecto para la eliminación física del dictador, que sería ejecutado la noche
del treinta de mayo de mil novecientos sesenta y uno”. Históricamente pocas obras o escritores habían expuesto con esa contundencia aquella alianza eclesiástica.
Ese hecho se pasa por alto o se ignora para que se disipe lo más rápido por
posible con el paso del tiempo.
Por ello, Di Prieto entiende que esta denuncia, este
recordatorio de un importante pasaje de nuestra historia, constituye una
animosidad pre establecida por el autor de Idolatría por su condición personal
“de ser izquierdista marxista. Atacar a la Iglesia Católica fue en todo momento
una obligación para los marxistas. Había que acabar con el paraíso terrenal, para así poder crear la utopía marxista en este
mundo”. Este razonamiento trata de que el lector no ubique en su memoria la larga trayectoria de la cúpula eclesiástica
apoyando gobiernos que masacran a los pueblos. Acaso podemos olvidar el apoyo
del Vaticano a las dictaduras de Hitler y Mussolini.
Continua su iracunda postura cuando lee en Idolatría que. “Cuando Cristóbal Colon
piso la isla de Haití en diciembre de mil
cuatrocientos noventa y dos, lo primero que hizo fue caer de rodillas
junto a todos los que le acompañaban, mientras el padre Boil levantaba una cruz
de madera mirando hacia el cielo para
pedir la bendición del todopoderoso. Quedaba así marcado el sino de los nativos
de la isla que por la razón o para la espada, fueron obligados a adoptar las creencias de los conquistadores”.
La llegada de las hordas conquistadoras en 1492 le puso
fin a un largo periodo de paz y tranquilidad en la isla que ellos llamaron La Española. En ese
entonces, los nativos tenían sus creencias, costumbres y formas de vida acorde
con su naturaleza humana. Y todo fue alterado a sangre y fuego. Fueron
esclavizados, sometidos a abusos y
crueldades y exterminados. Decir esto es para Di Prieto ser enemigo
recalcitrante de su santificada e inmaculada iglesia católica.
Señala Idolatría. “Hubo un tiempo remoto durante el cual
todos los pueblos tenían su propio dios.
Y eran tantos que incluso había uno donde el mismo diablo era también un dios, que se juntaba con el otro a
jugar romí y dorminó, apostando sobre la fidelidad de sus seguidores, poniendo
en juago las vidas de estos, sus familias, su honra y sus bienes. Desde
entonces, hay un estigma que identifica al hombre sobre la tierra: la
concupiscencia. Irremediablemente, la naturaleza humana está inclinada hacia el
pecado”.
De manera persistente
Di Prieto se afana en señalar que Idolatraría carece de moraleja alguna, porque, según él,
no tiene nada que enseñarnos. Es decir, que para este laureado critico el
refrescar la memoria sobre la Matanza de Palma Sola, la agitación política
ocurrida tras el ajusticiamiento del tirano en mayo de 1961, el golpe de estado
contra Juan Bosch, la insurrección armada de Manolo Tavares Justo y sus bravos
camaradas del Movimiento
Revolucionario del 14
Junio (IJ4), en
noviembre-diciembre de 1973, la Revolución de Abril de 1965, convertida
luego de la intervención extranjera del
28 de abril en Guerra Patria y la llegada al poder de Joaquín Balaguer con sus
12 años de asesinatos, represión y
robos, carece de una real enseñanza histórica. Vaya desatino.
Di Prieto en su crítica no se detiene en la substancia
del libro, su interés es despotricarlo, ridiculizarlo, restarle espacio en el
horizonte literario.
Al actuar de esta manera
se descalifica a sí mismo como un profesional de la crítica literaria.
El papel del crítico es esbozar el contenido de la obra, analizar su estructura
estética, la conformación de la
argumentación, los personajes, el narrador, y sobre todo, la dirección o ruta emprendida
en función de su cometido. Con su actitud asume una pose pedante como si fuera
el único portador de la verdad crítica.
Al parecer su obnubilación lo distanció del significado
de lo que es realmente una novela. Sobre ello nos limitaremos a señalar lo que
dice Wikipedia, la enciclopedia libre. ."La novela es una obra literaria
en la que se narra una acción fingida en todo o en parte y cuyo fin es causar
placer estético a los lectores con la descripción o pintura de sucesos o lances
interesantes así como de personajes, pasiones y costumbres, que en muchos casos
sirven de insumos para la propia reflexión".
En efecto, Idolatría reúne
ese propósito, “causar placer estético a los lectores”. Y
esto se logra mediante una amplia
integración de imágenes metafóricas de la cual el lector se va apoderando, interpretando,
disfrutando, entreteniéndose, y sacando moralejas que bien puede comparar con
la vida real.
Di Prieto pretende que cualquier novela, obra literaria,
en este caso Idolatría, debe ser de su agrado, de lo contrario él se siente con
la autoridad para pulverizarla. Y esto es monstruosamente negativo.
Cada escritor tiene su público, lo que le gusta a uno no
puede porque agradarle a otro. A cuántos no le gusta Avelino Stanley, Andrés L. Mateo, Ofelia Berrido, Tony Raful, o
Freddy Gatón Arce. Y por esa antipatía
de cualquier lector esos autores no
pueden ser considerados malos o mediocres.
La simpatía o identificación hacia cualquier autor es de libre albedrío
personal. “Para los gustos están los
colores”.
Di Prieto indica
en su acérrimo enjuiciamiento que Idolatría
gira en tres temas específicos: la ideología marxista "a la
cual Sierra se siente personalmente
ligado; el segundo, con la Iglesia Católica, a la cual critica desde su punto
de vista ideológico, el tercero, con el
nacionalismo dominicano, que, como el globista que es, condena
irrevocablemente". Y a seguida pasa a analizar esa situación.
En el mundo social nada escapa a la lucha de clase. Las
relaciones culturales y literarias, el ejercicio de las mismas, está inmersa en
ese entrechoque de intereses. De manera acalorada se vierten ideas y conceptos
que ponen de manifiesto los dos mundos
enfrentados: el adherente al sistema capitalista global de dominación y los que lo enfrentan decididamente. La
rivalidad política contamina, nubla y enturbia la producción de ideas
sosegadas, cada quien se autoproclama portador de la verdad y de la razón.
Sin embargo, por encima de esas vertientes, hay una humanidad que padece
desigualdad, opresión, explotación y marginación. Hay naciones y pueblos que sufren el robo y
saqueo de sus riquezas, que son sometidos a regímenes dictatoriales, que se le
conculcan sus derechos y son víctimas de atropellos y oprobios aplastantes. Y quien tiene alguna
dosis de sensibilidad reacciona, protesta, reclama y lucha.
Cuando el hombre pensante observa esta realidad se
inclina por identificarse con causas
nobles. Se integra a la lucha, se suma a la trinchera del honor y la
dignidad, y en consecuencia, sus escritos, novelas, cuentos, ensayos, poesía,
recoge ese sentir, lo transforma en palabras de aliento y esperanza.
Eso es lo que enseña Idolatría, las vicisitudes y
tormento de un pueblo y de una nación que desde la declaración de Independencia
escrita por José Núñez De Cáceres aquel
1ro de diciembre de 1821, en la que
proclamó con fervor patriótico “No más dependencia, no más humillación, no más
sometimiento al capricho y veleidad del Gabinete de Madrid”.
Entonces para el
señor Di Prieto el ser marxista o simpatizar con esa corriente del pensamiento
crítico constituye un vergüenza, un crimen, una ofensa para la humanidad. ¡Vaya
sectarismo e irracionalismo fundamentalista! ¡Que pensamiento reaccionario y
ultraconservador!
La actitud de Di prieto se asemeja a la de un inquisidor
de la época colonial que a rajatabla
trataba de imponer su criterio, distorsionando hechos y tergiversando lo
ocurrido.
Exhibiendo una pose de superioridad intelectual dice: “El historiador más sólido del país,
Emilio Cordero Michel, empujó a la Academia de Historia de la Republica Dominicana a reconocer oficialmente el aporte
de los haitianos a la nación dominicana, especialmente durante el período de la guerra restauradora contra España, la
verdadera independencia dominicana” .
La verdad histórica es que para lograr la separación del
yugo haitiano en 1822 hubo una alianza entre Los Trinitarios que aprovecharon tácticamente el repudio popular
contra Boyer y lo utilizaron. Matías Ramón Mella personalmente
participó como enviado en esos aprestos. Se reunió con el general reformista Charles Herrad y
consiguió de este apoyo para la causa emancipadora. Otra acuerdo de unidad
coyuntural obtuvieron con los hateros
liderado por Pedro Santana, afinidad que posibilitó el grito de intendencia o
separación de Haití la noche del 27 de febrero de 1844.
Restarle calidad
y menospreciar una obra literaria pariendo de supuesto o real vinculo
ideológico y militancia política de cualquier
autor constituye un error garrafal, por cuanto, toda obra debe medirse
por su contenido estético, mensaje humano y valor cultural. Dentro de mis
escritores preferidos tengo al italiano De Annunzio, al argentino Jorge Luis Borges y al
peruano-español Mario Vargas Llosa, entre los primeros. De sus obras
aprendo.
No se puede considerar la grandeza y calidad de un autor
solo cuando escribe para favorecer a determinadas elites o justifica
atrocidades de las clases gobernante. Máximo Gorki se le reconoció como un
extraordinario escritor a pesar de su simpatía bolchevique; así como el francés Louis Althusser, que
rechazo el Premio Nobel de Literatura, en 1964. Y Pablo Neruda confeso
comunista (Marxista Leninista) fue galardonado con el Premio Nobel de
Literatura, el 21 de octubre de 1971. Sobre la militancia ideológica se impone
la calidad en todos los terrenos.
Pero podemos
agregar más, “¿Dónde queda la militancia encomiable de Pavese cuando uno lee
conmovido el desgarrador testimonio que es El oficio de vivir; cómo se oculta
el liberalismo de Thomas Mann en La montaña mágica; qué clase de militancia
ideológica se presume en el desasosegador relato La metamorfosis, de Kafka;
cómo no admirar los poemas de Residencia en la tierra, de Neruda, frente a los
del Canto General? ¿Qué ideología se sustenta en el centón de libros de Gómez
de la Serna? ¿Quién ha divisado algún atisbo de componente ideológico al uso en
las excelsas páginas de Borges o en ese manual de Historia literaria española
que es La novela de un literato, de Cansinos Assens? Joyce, que despreció hasta
el último minuto de su vida el feroz nacionalismo irlandés, dejó a Dublín
enmarcado en el libro de oro de la prosa del siglo XX”.
Si Di Prieto hablara solamente de las limitaciones de la
obra y cualquier deficiencia en su estructura no estaríamos abordando las
criticas demoledoras que le hiciera en su Bestiario 3 a Idolatría; desde la página 103 hasta la 121.
Él tiene derecho a criticar cualquier desliz que le
encuentre a la obra, a cualquier libro
de novela, pero no a estigmatizarla. A arrinconarla. A despreciarla de manera
tan funesta. Al hacerlo pierde su
autenticidad como crítico y asume una actitud personal de encono, prejuicio
y beligerancia innecesaria contra el
autor.
Cuando Sierra aborda el papel desempeñado por los principales protagonistas de los acontecimientos de carácter histórico
que reseña en Idolatría se sustenta en
el pensamiento materialista dialectico e
histórico y que sirve de contención a las posibles retractaciones, ideal para enfrentar cualquier gazmoñería mal
intencionada y mezquina por demás.
El rumano
parisense Lucien Goldman explica que la
"función del crítico literario será encontrar una homología de
estructura que se establece entre la ideología de un grupo social concreto y el
pensamiento que se desarrolla en una obra literaria."
Goldman señala que "la literatura, además de la
realidad y el texto hay que tener en cuenta al escritor. El autor, a través del
lenguaje, es capaz de crear una visión de mundo propia, es decir, un universo
que significa un conjunto coherente de problemas y respuestas, y su misión es
conseguir que dicha visión de mundo sea llevada al extremo y se articule
mediante una representación estructurada".
"Si esa es la función del escritor, el crítico debe
deducir de los propios textos la visión del mundo y extrapolarla a una
estructura más amplia que es posible identificar en determinadas tendencias de
un grupo social, es decir, el realismo es “la creación de un mundo cuya
estructura es análoga a la estructura esencial de la realidad social en el seno
de la cual la obra ha sido escrita”.
El ruso Jorge
Plejanov escribió en 1898 su ensayo El
papel del individuo en la historia, en el que conceptualizó: “Los individuos
pueden influir en los destinos de la sociedad. A veces, su influencia llega a
ser muy considerable, pero tanto la posibilidad misma de esta influencia como
sus proporciones son determinadas por la organización de la sociedad, por la
correlación de las fuerzas que en ella actúan. El carácter del individuo
constituye un ‘factor' del desarrollo social sólo allí, sólo entonces y
exclusivamente en el grado en que lo permiten las relaciones sociales".
De acuerdo a Di Prieto toda la argumentación de
Idolatría gira en tres ejes, el marxismo del autor, la iglesia católica y el
nacionalismo. Veamos: Recordar y denunciar el Concordato entre la Iglesia
Católica y la tiranía mesiánica de Rafael Leónidas Trujillo Molina es una
afrenta, una ofensa, un agravio
merecedor de la peor condena.
También, el asumir una postura anti xenofóbica, humana,
acorde con la denuncia contra la famosa Sentencia 168-13, que le quita la
nacionalidad dominicana a los nacidos en
el país desde el año 1929 por el mero hecho de ser hijos de padres indocumentados. Un acto
inhumano y violador de los Derechos Humanos, significa para Di Prieto una
actitud reprochable. Y por último, simpatizar
con el marxismo encarna la peor postura y causas sociales y políticas. A
lo mejor si Jimmy Sierra hubiese externado postulados favorable a Hitler,
Mussolini, Pinochet o Balaguer, éste lo hubiera pasado por alto.
En nuestra historia está fresca la campaña demoledora
contra el gobierno constitucional de
Juan Bosch que desarrollo la iglesia Católica expresada en las llamadas manifestaciones
de reafirmación cristiana, al frente de la cual estaban los sectores más oscuro
y reaccionarios del país. ¿Porque
muestra un teoricismo histérico el señor Di Prieto cuando se dice de manera
clara que Bosch fue derrocado mediante un contubernio entre la Iglesia
Católica la oligarquía? ¿Porque se ofende cuando se denuncia el
régimen de los 12 años del presidente Balaguer?
¿Por qué de su odio contra el
marxismo? ¿Desde cuándo un escritor por
ser marxista debe ser premeditadamente descalificado?
La condena al papel desempeñado por la Iglesia Católica en la trama golpista está sustentada en un
libro de un escritor de reconocida actitud
anti comunista y muy vinculado a esa misma iglesia, Miguel Guerrero, quien
señala " que ningún otro sector trabajó tan incansablemente contra Bosch
para “tumbarlo como la Iglesia Católica”. De hecho, precisa que esa animadversión perduró años después del
golpe, como lo prueban documentos y acciones de la propia Iglesia cuando Bosch
intentó en otras ocasiones ganar la
Presidencia". Entonces porque Di Prieto no cuestiona esas puntualizaciones
como lo hace ardientemente contra Jimmy Sierra al que acusa de sentir una animosidad
hacia Iglesia. A la clara se nota un prejuicio enceguecedor.
De igual manera le condena al autor de Idolatría el
haber insertado en algunas páginas la campaña sucia contra el líder del Partido
Revolucionario Dominicano (PRD), José Francisco Peña Gómez, víctima de una
campaña sucia y rastrera, acompañada de una parafernalia apabullante que agitó los ánimos e
impulsó calumnias y mentiras, montadas
por los sectores más retrógrados y
perversos de la sociedad nacional, y que al final le restó voto e impidió que ganaras las elecciones de los
años 1994-96.
También, le enrostra
a Sierra cierto cariño hacia los papas Juan XX111, “al cual, como
reza el texto, “le rinde tributo”, y a Juan Pablo 1, Luciano, o sea, al “que
fue asesinado en la propia Casa de Dios,”. “Pero esto se explica, ya que el primero
fue el así llamado “papa bueno”, y el que indujo el Concilio Vaticano
11, y el segundo, que sólo duró algunos meses, supuestamente trató de enderezar los entuertos del Banco
Vaticano. Vale decir que, para Sierra, ambos son papas que tenían cierta afinidad con su tendencia ideológica.
Por lo menos, es así como los ve hace tiempo la óptica izquierdista”.
En esos criterios
hay un abierto cuestionamiento ideológico contra Sierra. Una necedad morbosa con
el propósito de evidenciarlo frente a
poderes faticos afines a los intereses eclesiásticos. Y lo hace en un momento tenso de la situación
internacional y con la revitalización
del fascismo y la ultra derecha exacerbado y agrediendo toda disidencia y
violentando la Carta de las Naciones, interviniendo militarmente y
amenazando con el exterminio a sus
oponentes. La actual tensión internacional supera el ambiente de la Guerra Fría
Destaca que Sierra maneja el realismo mágico "a las mil maravillas" para
enrostrarle que "pese a todos los fuegos pirotécnicos de los cuales
es capaz, al final, es muy poco lo que podemos sacar de él". Una
subestimación a la capacidad intelectual
del autor de Idolatría y una muestra de que lo que hace no es una crítica a la
estructura estética de la obra sino una persecución baja con tintes egoísta.
Comprobado al decir que no sanciona lo que Sierra hace en su novela,
"sino porque ya los lectores están hartos de obras que no dicen nada, que carecen de ideas y
sentimientos, y sólo pretenden establecer su reputación a través del manejo de
esa técnica por parte de sus autores". Pero contrario a ello Idolatría
dice demasiado cosas interesantes.
El desmentido a las pretensiones de Di Prieto en su
descalificación de Idolatría está en la cantidad de panel, encuentros,
coloquios tertulias y mesas redondas que
se han producido en el país, en Nueva York y Puerto Rico en torno a la obra de
Jimmy Sierra. Más de un centenar de escritores, intelectuales y periodistas han
participado de los mismos, dando favorables opiniones. A ello habría que sumarle
la cantidad de artículos periodísticos al respecto. Quizás nunca en la historia
de los últimos 20 años una novela había acaparado tanta atención. Y esto de por si constituye un triunfo y un
reconocimiento de la crítica seria en el ambiente literario y cultural.
Esta novela ha sido tan impactante, sorprendente y
llamativa que el periodista, novelista,
poeta, escritor, profesor universitario Rafael Peralta Romero, quien además
posee una especialidad en Lengua Española y Literatura en la UASD, escribió sobre
Idolatría lo siguiente: "La mixtura cultural que hace Jimmy en la historia
de Gatagás, investido de poder por Liborio, conlleva una cosmovisión de la
sociedad dominicana que no era posible ser explicada por sociólogo alguno. Como
tampoco podía explicar nadie la sociedad española del siglo XVII como lo hizo
Miguel de Cervantes con su enjundioso y a la vez divertido libro Don Quijote de
la Mancha".
Y agrega. "El autor no olvida que se trata de una
novela y ha puesto todo lo necesario para que la obra funja como tal, incluidas
las visiones proféticas, al estilo Apocalipsis, la recreación de sucesos reales
y la burla a otros hechos y personas. Jimmy Sierra ha querido seguir la ruta de
don Quijote y Sancho, con una obra divertida y rica de contenido".
Jimmy Sierra siempre se ha caracterizado por un
comportamiento humilde, asequible, franco y directo. Altamente solidario y
profundamente humano. Todos sus trabajos
así como su larga trayectoria cultural han estado al servicio del pueblo
sin pasar factura. Su talento está demostrado en diferentes escenarios donde ha
puesto a prueba su reciedumbre y vocación social. No necesita subterfugio ni mascara para demostrar su capacidad y condiciones
literarias.
Epiloga sus "demoledoras" critica cuestionando las ponderaciones hecha a
Idolatría por los conocidos intelectuales dominicano Ignacio Nova, Diógenes
Cepedas, Bruno Rosario Candelier, Manuel Núñez, Juan Bolívar Díaz, Odalís
Pérez, Mateo Morrison, Jeannette Miller, José -Dorin- Cabrera, Leonte Brea,
Silvio Torre Saillan, Luis Beiro, y Tonny Raful.
A cada opinión de
los intelectuales arriba mencionado le hace un comentario de censura,
interpreta sus opiniones. Dice sobre ellos: “Encontramos que todas,
absolutamente todas, son opiniones que
pretenden elevar la obra y al mismo
autor a espacios siderales.
Según esas opiniones, Idolatría es una obra que no
solo marca un hito en la novelística nacional, sino que se quedará en el
tiempo como un astro refulgente en el
campo. Leer algunas de ellas es, simple
y llanamente, bastante cómico”. ¿Habrá envidia y egoísmo en tan temerario
cuestionamiento?
No hay razones para censurar esas opiniones loables a la
novela Idolatría. Por lo regular los autores recurren a escritores amigos o
relacionados para que escriban algo
sobre su obra, es parte de la promoción de la misma. Además,
tratan con ello de fortalecer su imagen de escritor. No veo ningún
pecado en ello. Bestiario 3 está
prologado por Miguel Ángel Fornerín, un
brillante poeta, escritor y crítico literario nativo de la ciudad de Higüey y
residente desde hace varios años en la vecina isla de Puerto Rico, y quien es
un gran amigo de Di Prieto. Y hay que tener en cuenta de que “entre bomberos no
se pisan la manguera”.
Reconozco que en el ambiente literario se produce, en
muchos casos, un intercambio de adulonería y lisonjas, algunas pre-fabricadas,
donde lo artificial se presenta como algo novedoso y de alto vuelo.
En la parte final de sus criticas asume una defensiva posición autocritica
cuando señala: “Es difícil no estar de acuerdo con lo que se dice aquí, en esta
muestra de opiniones críticas. Después de todo, cada crítico, dentro de su
función, no hace más que llevar agua a su propio molino. Que lo quiera o no, es
así como funciona la crítica literaria en general en todos los rincones del
mundo, y pretender la absoluta objetividad de los críticos es un puro
disparate”. O sea que para Di Prieto
despedazar cargado de prejuicio un libro,
una obra literaria es normal.
Pero como él mismo dice que cada crítico, dentro de su función, no
hace más que llevar agua a su propio molino, y como este mundo es de doble vía,
a los críticos también se le
critica, en un trabajo titulado
Desatinos de Giovanni Di Pietro, escrito por José Carvajal, de quien Néstor
Medrano dice que es "uno de esos
escrutadores intelectuales que no acomoda a nadie en sus juicios o criterios
con respecto a la literatura que se realiza en República Dominicana", y que fue reproducido en el blog EL COLOSO DE
MACORIX,
Éste le sale al frente al Bestiario 3, señalando que, "el primer desatino de Giovanni Di Pietro
fue no poder explicar el título de “Bestiario dominicano”. Un libro como ese no
debió quedarse en la práctica de parafrasear del diccionario o Wikipedia el
significado de la palabra “bestiario”, como parece que ocurre en la «Nota del
autor». Eso constituye una falacia ridícula que empaña cualquier buena
intención. Confieso que en principio pensé que se trataba de un trabajo
“crítico” serio, pero lamentablemente no logra alcanzar el nivel de un
académico de fuste".
Y sigue indicando. "Cuando Di Pietro dice que el
título de su libro «de ningún modo debería ofender o desconcertar a nadie», es
porque ya él mismo había sospechado que podía suceder lo contrario; es decir,
“ofender” y “desconcertar” a todos. Quizá la agresividad del título resalta más
por el hecho de que se refiere a obras de un solo país y no a la panorámica de
una determinada región o continente. Todos los novelistas tocados por Di Pietro
son dominicanos, por lo tanto, lo de “bestiario” puede resultar ofensivo y
discriminatorio".
Y agrega. "La falta de respuestas a todas mis
interrogantes me hacen considerar “Bestiario dominicano” como un libro sin
objetivo claro. ¿Cuál es la propuesta del autor? Ninguna, porque a pesar de la
«linealidad de método» y la «verticalidad de propósito» que se atribuye el
propio Di Pietro, este es un material que carece de importancia. No le sirve de
nada a la misma academia a la que pertenece el exponente; no sirve para
orientar al extranjero que se interese en las letras dominicanas; no sirve para
promocionar a los autores incluidos; y por último, no sirve ni siquiera de guía
para el lector vernáculo, a cuyas manos van a parar todas las sandeces que
derivan de la desesperación y falta de profesionalismo que siguen convirtiendo
nuestra literatura en una tormenta de paja y hojarasca".
En una entrevista que el reconocido escritor y poeta
León David le hizo a Miguel Ángel Fornerín, canchanchan de Di Prieto, y publicada en el periódico Hoy, el 22 julio, 2005, el prologuista de Bestiario 3, expone en la primera parte de
la conversación lo siguiente.
"Pienso que la crítica literaria es parte importantísima de la
crítica cultural. Así que como Pedro Henríquez Ureña, un modelo muy nuestro,
creo que la crítica debe ser cultural en la medida en que es una cavilación
sobre los pasos del hombre. La literatura es una de las distintas
representaciones de esa característica indiscutible de lo humano: su condición
simbólica..."
Al montón de
cuestionamiento que le hace Di Prieto a la obra de Jimmy Sierra bien les caben
estas líneas de la página 285 de
Idolatría. “Los que odian van a ciegas por la vida con los puños cerrados,
golpeando a diestra y siniestra sin importarles
quien caiga”.
“Atrapen todos
sus odios, todas sus frustraciones y hagan una pira. Y no se detengan hasta
verlo todo convertido en cenizas: el odio es solo humo. Y si lo dejamos fuera, se extinguirá al concluir
la llama que lo engendra”.