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sábado, 26 de febrero de 2022

Reina Rosario y la profanación de la identidad dominicana

Reina Rosario y la profanación de la identidad dominicana



Escrito por: Enrique Cabrera Vásquez (Mellizo)

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SAN PEDRO DE MACORIS, sábado 26 de febrero 2022.- La Identidad, esa realidad social que proyecta los rasgos personales de una persona frente a sus iguales del género humano en cuanto referencia individual dentro del proceso de interacción que lo identifica socialmente como miembro del amplio y complejo colectivo comunitario sustancial en su entorno  extensivo a la realidad como  pueblo nación  dentro de un  Estado; expresado culturalmente en el sentimiento general o particular en el que se reproducen hábitos y costumbres cultivados históricamente durante el proceso  de continuidad  biológica reproductiva, es   examinada, estudiada, valorada y definida en su profundidad conceptual, por  la historiadora dominicana Reina Rosario, en su libro , Raíces de la identidad dominicana.

Así como la raíz de la producción intelectual ha  marchado en una continuidad  histórica de innovada apropiación, la vida humana a seguido un ritmo de negación de la negación en su correlación biológica social inherente  del  proceso de cambio cualitativo  en función de necesidades básicas  y  el desarrollo  de  las actividades humanas  vitales cuya  evolución  ha signados  estadios en el evolutivo proceso antropológico de los pueblos en su desplazamiento de subsistencia.  En este contexto la identidad viene a conformar una singularidad social con la identificación del contenido de Nación.

El atractivo de este libro está fundamentado en la acuciosa investigación realizada por la autora en cuyo trabajo muestra aristas soslayadas, quizás impensablemente, en producciones anteriores, sobre el tema en otros autores dominicano.

Reina Rosario, doctora en historia por demás,  desvela en su estudio de investigación la erosionada conceptualización limitada, en que, al desarrollar el significado de la identidad dominicana como tal, se omite  sea por interés de clase, por  desconocimiento o desidia hipocondriaca, que  la nación dominicana más que un hibrido heterogéneo  resultante  de la nueva composición étnico-social devenida de la llamada conquista y colonización realizada por Cristobal Colon en 1492, a finales del siglo XV, en su primer viaje de exploración trasatlántico esperanzado en encontrar la India,  tiene  su raigambres históricos en las etnia de los tainos, aborígenes del grupo arahuacos,  emigrantes de la desembocadura del río Orinoco, reducidos mediantes masacres terroríficas y horripilantes, al adueñarse los blancos europeos de estas tierras, colonizándolas mediante el inhumano sistema de dominación esclavista.

 

Raíces de la Identidad dominicana es prologada por el  historiador Orlando Inoa quien hace una sucinta y objetiva apreciación  cualitativa de la obra, indicando  que  la autora cumple  con el justo deber  de realizar  algunos homenajes pendientes en el  país,  primero a la mujer dominicana, “actriz destacadísima  de  los acontecimientos  sociales y políticos, señalando a seguida  los nombres de Anacaona, Juana de Sotomayor en la colonia, María Trinidad Sánchez y Rosa Duarte en la independencia; Antonia Batista  y Rita Solano  en la Restauración; Ercilia Pepín a principios del siglo XX; Petronila Angélica  Gómez durante la Era de Trujillo y las mujeres de abril más reciente”.  Pág., 11.

El segundo homenaje que hace el libro, indica Inoa,   es al padre de la Patria Juan Pablo Duarte, y el tercero es al fallecido historiador Franklin J. Franco.

“Este libro tiene grandes aportes.  De entrada, diré que es una clara visión de una interpretación de la historia dominicana teniendo como marco de regencia aspectos antropológicos y culturales. Temas como el cimarronismo y las relaciones dominico-haitianas están bien servidos en el libro. Ambos temas forman parte de la fase oculta de nuestra historia y muchos historiadores tradicionales o les dan de lado o lo tratan de manera inadecuada”. Ibid. Pago 12.

De su parte Quisqueya Lora H en la presentación escrita señala que Reina Rosario aborda con valentía una tarea compleja. “Proponerse escribir sobre la identidad dominicana desde un enfoque critico constituye un reto pues implica generar dudas sobre unas convicciones que se han establecido como pilares incuestionables.  Pero ademas traducir ese análisis para fines didácticos es todavía mucho más difícil”. Pág. 13.

“Este libro constituye un breve estudio del camino que ha recorrido y sigue transitando el pueblo dominicano para llegar a ser lo que es hoy”, dice la autora en las primeras líneas de su introducción.

“Este libro pretende mostrar con claridad las tres raíces pilares del pueblo dominicano, sus aportes, y las sucesivas influencias de otras culturas que han enriquecido el crisol multicolor de lo que hoy es la sociedad dominicana”. Op. Cit. Pág. 18.

La presentación del estudio en su primer capítulo recorre las tres culturas que conformaron las raíces del pueblo dominicano; la aborigen, la española y la africana. Sobre esta base histórica camina la visión historiográfica de Reina Rosario.  Hondea la antigüedad de los ciboneyes destacando la arcaica presencia primaria de este grupo aborigen, que luego tuvieron que competir su convivencia con los macorixes y ciguayos en la isla que hoy compartimos y habitamos junto a los haitianos.

De esta forma nos va mostrando el curso de movilidad social de los primeros humanos asentados grupalmente en la isla y cuya tranquilidad y candidez peculiar fueron violentamente profanadas por los españolas al mando de Colón al coronar su odisea marítima  

Tenemos, pues, ante nosotros, 268 páginas de historia reescrita desde una cosmovisión nueva y reparadora en cuyas pinceladas descubrimos facetas ocultas en el referencial indicativo de los primitivos pobladores que al andar “como dios los trajo al mundo” sorprendió la vista de los invasores.

Estos primeros agricultores, pescadores y gentes de paz abierta, fueron a su vez sorprendido más que por las vestimentas e indumentarias de esos blancos barbudos que se desmontaron de grandes embarcaciones nunca vistas por ellos, por la violencia criminal y la suma de  atrocidades, atropellos y abusos de que fueron víctimas sin razón alguna. Los recibieron sonrientes y a cambio fueron discriminados y brutalmente masacrados.  La irrupción del sistema esclavista de colonización se caracterizó por el robo y el despojo de todos los recursos naturales que éstos encontraron a sus pasos en la isla.

De entrada Reina Rosario define desde una óptica sustancial el significado de la identidad cultural en el dominicano, expresando que “es el conjunto de valores tradicionales, símbolos, creencias y modos de comportamientos  que  funcionan  como elementos  cohesionador  dentro  de un grupo social y  que  actúan  como sustrato para  que los individuos que lo forman  puedan  fundamentar  su sentimiento de pertenencia” Reina Rosario.   Raíces de la identidad dominicana.  Tercera edición, revisada y ampliada. Editora Búho, 2020. Pág. 21,

Recoge el concepto de cultura definido por las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO), reproduciendo el señalamiento de esta institución mundial al respecto.  “El conjunto de los rasgos distintivo, espirituales, y materiales, intelectuales y afectivos que caracterizan una sociedad o un grupo social. Ella engloba, ademas de las artes y las letras, los modos de vida, los derechos fundamentales al ser humano, los sistema de valores, las tradiciones y las creencias". Op. Cit. Pág. 9.

La autora agrega seguidamente el complemento sobre el particular enunciado por La UNESCO. "   La cultura da al ser humano la capacidad de reflexionar sobre sí mismo.  Es ella la que hace de nosotros seres específicamente humanos, racionales, críticos y éticamente comprometidos. A través de ella discernimos los valores y efectuamos opciones.  A través der ella el ser  humano expresa, toma de conciencia de sí mismo, se  reconoce como  un proyecto inacabado, pone en cuestión sus  propias relaciones, busca incansablemente nuevas significaciones, y crea obras que lo trascienden".  Op. Cit. Pág. 9.
 
Destaca el legado aborigen recogido por los negros africanos al llegar a esta isla bajo secuestro y en condición de esclavo, en las artes, significando que su desarrollo estuvo al servicio de las creencias mágico-religiosas, las cuales profesaron con arraigos en el contexto de su mentalidad supersticiosa.

Cónsone con su aporte enriquecedor la autora va caminando  los escenarios  culturales  en que desenvolvieron su vida existencial los aborígenes marcados  por continuas masacres padecidas tanto por ellos como por los negros   que al final lo reemplazaron en el trabajo esclavo.  Nos habla del cimarronaje que estos últimos tuvieron   que esgrimir defensivamente en su afán por evadir su represamiento luego de escapar del yugo del blanco opresor. De las devastaciones ejecutadas por el gobernador Ozorio en 1605, de la esclavitud patriarcal, de la forma en que se dividió la isla en dos pueblos   con culturas contrastantes, del Tratado de Basilea  a finales del siglo lll, del que surgirían varios conflictos  impactante en ambas colonias, la francesa del Oeste y la  Española en el Este; de la abolición de la esclavitud en  Haití en 1804;  los  tratados de Rijswijk de 1697, y de Aranjuez (1777-1801, éste último definió los dominios  territoriales de  España y Francia, de la llegada masiva de esclavo a partir de 1520, de la primera declaración de Independencia de 1821, llamada Efímera por los historiadores, liderada por cuando José Núñez de Cáceres. En fin, camina por la historia dominicana sin obviar la Guerra Restauradora encabezada por Gregorio Luperón en 1865, la ocupación estadunidenses  de los años 1916-24,  del racismo de Trujillo y las elites de poder,  del criterio de Joaquín Balaguer en torno a la raza,  de las diferentes fases   migratoria de los haitianos hacia la parte  Este,  del aporte de Duarte en la conformación de la identidad dominicana, nacida de luchas  en circunstancias difíciles para hacer de la misma una clasificación particular   del gentilicio dominicano.

La profesora de historia formula una interesantísima  pregunta cuyo valor histórico amerita una profunda reflexión del lector. ¿En qué momento surge la identidad criolla que luego se convertirá en dominicano? El origen de esa identidad tiene un punto de partida. Inicia cuando los hijos de los españoles y los africanos comenzaron a considerar su lugar de origen distinto al de sus padres. Empezaron, ademas, a tener un sentimiento de pertenencia al sentirse de esta isla y sentir la necesidad de defenderlas”.  Ibid Pág. 119.

Más adelante insiste en otras  interrogantes ¿Cómo se ha conformado la identidad dominicana?  ¿Quiénes han sido los encargados de legitimarla? Op. Cit. Pág. 246.

La gran verdad, una verdad que nos persigue históricamente, es que mientras las naciones del continente lograron su independencia ya sea de España, Francia, Inglaterra o Portugal, nosotros la conseguimos separándonos de Haití, es decir, tuvimos que enfrentarnos a nuestro más cercano vecino, que contrario a nosotros, alcanzó su liberación del yugo de la esclavitud e  ndependencia, derrotando al imperio colonial francés en encarnizadas batallas desde 1791 al 1804.

Reina Rosario explica la diferencia entre identidad y nacionalismo, recalcando que la identidad es el sentido de pertenencia a una colectividad, a un sector social o a un grupo específico. En la Republica Dominicana, dice, “cuando se echa a un lado la herencia africana, se niega la realidad cultural del país. Esta acción ha provocado que los dominicanos n y dominicanas no se acepten como lo que son”. Op. Cit. Pág. 256-57. 

En la parte concerniente a los gobiernos de Trujillo y Balaguer, les da un trato especial, lo denuncia y lo tipifica como regímenes de corte absolutistas y racistas.  Sobre el primero señala que llegó al poder mediante métodos fraudulentos “como fue el golpe de Estado a Horacio Vásquez tramado por Trujillo y llevado a cabo por el Movimiento Cívico-Militar 23 de Febrero, ejecutado por Rafael Estrella Ureña. El mismo culminó con su escogencia, bajo el montaje de unas elecciones fraudulentas, con un candidato único que era él, una “nueva” y parcializada Junta Central Electoral, y un 45% de abstención”. Op. Cit. Pág. 212.

En cuanto a Balaguer comienza refiriendo que apenas con 17 años escribió una poesía titulada Tebaida lirica “que, tal vez sin proponérselo sintetiza y revela la esencia de lo que posteriormente fue el accionar político en toda su vida”. Op. Cit. Pág.222-23.

Indica que el poeta y literato fue el intelectual de la época trujillista que más se destacó por el antihaitianismo defendiendo ardorosamente la matanza haitiana de 1937.

El sentido de identidad dominicana que la intelectualidad trujillista inculcó en la mentalidad de la población la vinculaba al antihaitianismo puro y simple, es decir, que ser adversario, odiar a los haitianos, daba la categoría de dominicano al margen de las relaciones parentales o bilaterales primarias devenidas de la conversión del cruce étnico ocurrido durante la colonización española. Tales criterios se sustentaban en un chauvinismo mesiánico, desconectando su significado con la verdadera realidad histórica y el largo proceso de lucha de los criollos, es decir los nacidos en esta tierra, para darse una identidad propia que lo identificara históricamente como nación. Con razón Reina Rosario indica: “Durante la dictadura de Trujillo se impuso una visión errada de la identidad dominicana. Se exaltó en todo momento solo el sentimiento hispano; es decir, lo español. Lo hispano incluso fue contrapuesto como contrario al pueblo haitiano por su origen africano. Desde el Estado, durante la dictadura trujillista, se asumieron las posiciones antihaitianas como un componente fundamental del nacionalismo dominicano. Se justificó la disciplina social y el autoritarismo del tirano frente a lo que llamaban “una amenaza del pueblo haitiano”. Op. Cit. Pág. 213.

Raíces de la identidad dominicana se caracteriza por el aporte que hace sobre el tema de la identidad dominicana. Este es un libro con sentido patriótico y nacionalista, defensor de la dominicanidad en el que culturalmente se adquieren nuevos y valiosos conocimientos e informaciones que nos permiten ampliar el horizontes histórico  sobre el sentido de pertenencia que nos identifica particularmente  como nación en  la compleja globalización  del mundo humano.  Recomendamos más que su lectura incluirlo como libro de texto y de consulta de la historia dominicana.

Felicitamos a la historiadora Reina Rosario por haber escrito este impactante libro sobre la identidad dominicana, como también por su otra gran producción intelectual, Identidad de la población de origen jamaiquino en el Caribe costarricense (segunda mitad del siglo XX).

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