Luis Abinader -vs- La ingratitud como recompensa política
Escrito por: Enrique Cabrera Vásquez (Mellizo).
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«Aunque hemos alcanzado logros extraordinariamente importantes, no hay razón alguna para ser arrogantes. La modestia hace avanzar; la arrogancia, retroceder. Debería recordar siempre esta verdad», cita de Mao Tse-Tung.
«No son los males violentos los que nos marcan, sino los males sordos, los insistentes, los tolerables, aquellos que forman parte de nuestra rutina y nos minan meticulosamente como el tiempo», cita de Émil Michel Cioran
La ingratitud es un crimen más despreciable que la venganza, que solo devuelve mal por mal, mientras que la ingratitud devuelve mal por bien», cita de William George Jordan.
«Odio la ingratitud en un hombre más que la mentira, la vanidad, el balbuceo, la embriaguez, o cualquier mancha de vida cuya fuerte corrupción habita nuestra frágil sangre», cita de William Shakespeare.
«La acción de gracias es una virtud especial. Pero la ingratitud se opone a la acción de gracias. Por lo tanto, la ingratitud es un pecado especial», cita de Tomás de Aquino.
“Un hombre orgulloso rara vez es agradecido, porque piensa que todo se lo merece», cita de Henry Ward Beecher
“No sabemos interrogar el futuro porque no entendemos el presente y no entendemos el presente porque no pensamos el presente, porque estamos careciendo de algo fundamental para leer el presente que es la memoria, la tradición, la seguridad que da la experiencia», cita de Hugo Zemelman Merino, académico, maestro, pensador, sociólogo y epistemólogo latinoamericano.
«Es importante conocer el pasado para comprender el presente e imaginar el futuro», Luis Sepúlveda, chileno, ganador de la XIII edición del Premio Primavera de Novela con la obra La sombra de lo que fuimo.
San Pedro de Macorís, domingo, 17, mayo, 2020.- Mi amigo y candidato a la presidencia Luis Abinader Corona se perfila como el ganador de las elecciones pautadas para el 5 de julio, según las firmas encuestadoras de mayor credibilidad. Su personalidad política encarna y representa el Cambio que anhela una nación victimizada por el flagelo del robo, el nepotismo, la corrupción, la delincuencia callejera, la inseguridad ciudadana, la criminalidad del micro y narcotráfico; el saqueo del patrimonio público; atropellos, violaciones a los Derechos Humanos y un despotismo arrogante y canallesco, entre otros miles de hechos y casos execrables cometido o propiciado por el gabinete gubernamental y estatal del Partido de la Liberación Dominicana (PLD) y cuyo último crimen resonante efectuado por esa Asociación de Asesinos Sociales, ha sido alterar de manera mafiosa y gansteril, como es su costumbre, el costo de precio en las licitaciones de compras de insumos médicos en estos angustiantes momentos de la pandemia del coronavirus (COVID-19), como lo ocurrido en el Instituto Nacional de Atención a la Primera Infancia (INAIPI). Todas las compras la sobrevaluan en procura del dividendo beneficioso de la corrupción. No hay reparos ni escrúpulos al momento de cometer sus acciones delincuenciales. El volumen y magnitud de su latrocinio y felonía ha sobrepasado las sumas de los actos de depredación conocido por todos los gobiernos desde 1844 hasta la fecha. Son los gigantes en cuanto a falta de ética y moralidad.
En política hay que trabajar para sumar y sumar, es lo recomendable, sin menoscabo de perjudicar los espacios ganados por aquellos que cuando muchos no le veían posibilidades a Luis Abinader, nos hemos mantenidos inquebrantables propulsando y trabajando en favor de su candidatura.
La búsqueda del Poder Político obliga enhebrar disímiles intereses sumatorios para conformar la mayoría necesaria que exige la democracia para obtener el triunfo en cualquier contienda competitiva. La unidad interna y las alianzas hacia afuera constituyen los pilares en que debe sustentarse el éxito final. La política se rige asimilando que la confrontación antecede al dialogo; y que éste, propicia los acuerdos y pactos de gobernabilidad institucional. Quien no entienda esta premisa está condenado al fracaso.
Todo el que trabaja en política para la causa y el proyecto de un líder político, independientemente lo haga por vocación patriótica y buscando un mejor futuro para su país, espera al final ser recompensado; tomado en cuenta según su capacidad curricular, trabajo y aporte político y trayectoria pública. Ser valorado cualitativamente. Nunca se imagina que será lesionado con ingratitud, humillación o traición. Máxime si ese dirigente, como es mi caso, se caracteriza por desarrollar una conducta apegada a valores y principios de vergüenza personal, dignidad humana y decoro.
En mi caso particular apoyo mi presencia política en una trayectoria histórica de vida pública y social transparente; de luchas y batallas heroicas; padeciendo la severidad inhumana de más de seis años de prisión en las ergástulas durante el mandato de los funesto 12 años del Balaguerato criminal (1966-1978, sometido a torturas, palizas y persecuciones, hasta ser favorecido por la Ley de Amnistía del gobierno perredista presidido por Silvestre Antonio Guzmán Fernández, la tarde del 11 de septiembre de 1978. Esa noche pronuncié un discurso vibrante y emotivo ante miles de estudiantes de la UASD que recibieron en la explana de su Alma Mater con algarabía y solidaridad patriótica, al primer grupo de once excarcelados por razones políticas. Soporte, al igual que mi hermano gemelo Alberto Enrique, la arbitrariedad y el ensañamiento de la dictadura con estoicismo e integridad ideológica indoblegable. Esta conducta ejemplar por sí sólo debería merecer alguna significación de respeto.
En mi larga carrera política, desde los 14 años, me granjeé dos amistades políticas leales, valiosas y profunda: Jacobo Majluta y Hatuey de Camps Jiménez; con Jacobo desarrollé un vínculo de fraterna reciprocidad. Me tenía plena confianza, me llamaba a altas horas de la noche y de madrugada para consultarme o pedirme alguna opinión. Nos tratábamos de tu. Fui quien le puso en la cabeza la idea de aspirar a senador por la capital en 1982, una mañana cuando acudí a su residencia junto a nuestro mutuo amigo el periodista Raschid Zaiter, entonces él residía en la Av. Independencia, luego se mudó para Arroyo Hondo, aquella mañana próximo al mediodía lo encontramos en compañía de Vicente Sánchez Baret; Jacobo había perdido la convención como pre candidato de la «Unidad de Acero», en noviembre de 1981, formula que llevaba a Vicente a la vice. Salvador Jorge Blanco se impuso y luego ganó la presidencia para el cuatrienio 1982-1986. En aquella mañana memorable le sugerí que tomara la candidatura a senador, Vicente vio mi sugerencia como ridícula, según él, descendería de vice presidente a senador. Mis razonamientos politicos que fueron robustecidos por Raschid Zaiter lo pusieron a reflexionar. Nos mandó a los dos a representarlo en un almuerzo empresarial en Haina donde estaría el entonces Secretario de Industria y Comercio, que era Emilio Ludovino Fernández Rojas; al regresar a eso de las tres de la tarde, Jacobo nos dijo que había llamado a Peña Gómez para decirle que aspiraría a senador.
Con Hatuey forjé unas relaciones políticas y personal de respeto, estima y reconocimiento reciproco propia de los acontecimientos históricos en que estuvimos envueltos desde 1968, yo me inicié en la militancia partidaria a finales de 1965 al ser aceptado en una célula de simpatizante organizado del Movimiento Revolucionario 14 de Junio (1J4). Del 1J4 pasé en 1968 al Partico Comunista Dominicano (PCD). Hatuey me valoraba, me llamaba para intercambiar ideas y opiniones.
Esta foto histórica, enero 1982, tomada por el periodista Raschid Zaiter, de izquierda a derecha, Vicente Sánchez Baret, Enrique Cabrera Vásquez (Mellizo) y el entonces vicepresidente de la república Jacobo Majluta, cuando éste residía en la Av. Independencia, luego se mudó para Arroyo Hondo. Tomada la mañana que le sugerí a mi amigo Jacobo Majluta que aspirara a senador por la capital, tal y como reseño en el presente trabajo. Verdad Histórica.
El Partido Revolucionario Moderno (PRM) y Luis Abinader huelen a gobierno y esta perspectiva creciente magnetiza hacia su entorno oportunistas profesionales, tránsfugas, trepadores, taimados, arribistas, vividores del Poder, advenedizos, adulones, farsantes y consuetudinarios chantajistas y extorsionadores, algo típico en el ambiente del sistema político dominicano. A nadie se le puede cerrar las puertas porque lo fundamental es sumar y crecer en aras del triunfo. Ya le escuche decir en algunos de sus discursos al inolvidable líder José Francisco Peña Gómez, «que los adversarios de ayer son los aliados del mañana».
En la clase política tradicional dominicana y los partidos en que se sustentan sobresale en gran medida una cultura de ingratitud, mezquindad y traición. Predomina una actitud utilitaria con quienes les hacen la campaña. Después que llegan al poder se convierten en figuras inaccesibles, ñoñas, soberbias, malcriados; no les toman las llamadas a los compañeros o compatriotas, asumen una actitud arrogante, grosera, prepotente y por la mínima cosa se ofenden y enojan. Se sienten importantes al estar rodeados de guardaespaldas, guardias, policías, lambones y hasta sicarios a sueldos. No recuerdan que llegaron a esa posición mayormente por el trabajo denodado de esos hombres y mujeres al que luego pagan con el desprecio y la sumisión. Es verdad que algunos trabajan a cambio de un sueldo como profesionales politicos y que esa condición de asalariado, en muchos casos, lo lleva al transfuguismo, pero la mayoría lo hace solo por la promesa de que serán reconocidos y recompensados por su labor luego de alcanzar la victoria.
Estas enunciaciones reflexivas quizás con ribetes de denuncia vienen a propósitos de decires y comentarios provenientes de un sectarismo y un dogmatismo irracional e insensato enquistado en el partido y el Proyecto Abinader que con una marcada inclinación excluyente y egoísta vocifera en San en San Pedro de Macorís que todos los empleos y posiciones importantes en el posible gobierno presidido por Luis Abinader serán solo para su gente. Todavía más, que irá para un Súper Ministerio y que desde el pináculo del Poder será implacable con sus contestarios internos. No hemos alcanzado el gobierno y ya aparece un sujeto que se atreve amenazar, aterrorizar, intimidar e infundir miedo. ¡Vaya extremismo irracional!
La posibilidad de que se concretice esa insensatez temeraria como absurda tienen asideros al observar con preocupación critica que el personero que así se expresa transita sobre una habilidad ladina y ha sabido situarse en una cómoda y privilegiada posición muy cercano a Luis Abinader, desplazando mediante manipulación, desinformación, intriga y chismes, a los dirigentes originales del Proyecto en San Pedro de Macorís.
Si Luis Abinader Presidente de la república se deja sorprender y le da aquiescencia, credibilidad y aceptación a infundios, mentiras y calumnias pre fabricadas por un allegado de ocasión por conveniencia táctica y estratégica política cometería una injusticia, un abuso y un irrespeto, contra los que les hemos servido durante años, desde que se inició su proyecto, con lealtad, firmeza, honestidad, verticalidad y seriedad comprobada, sin nunca haberle pasado factura ni ser parte de una nómina en viáticos, combustible, dieta o emolumento alguno por el trabajo político prestado.
Creemos en la inteligencia y atributos de decencia y honestidad que caracterizan a mi amigo Luis Abinader, y por lo tanto, esperamos que éste actúe en consecuencia, con equidad y justicia, demostrando su capacidad para manejar contradicciones internas.
Luis Abinader exhibe una ética pública que inspira confianza, no es un político del montón que utiliza la simulación, el cinismo y la demagogia para ganar adeptos en el terreno político. Lo considero un hombre de bien, solidario, leal a los amigos y que jamás se dejará sorprender, confundir, ni manipular, por personas cegadas por el odio, el revanchismo, indisponiendo a sus contrarios internos para sobresalir y tener vigencia protagonizando una malquerencia ponzoñosa.
¡¡¡Viva la candidatura presidencial de Luis Abinader! ¡Viva el Partido Revolucionario Moderno! ¡Abajo la intriga, la calumnia y el chisme alevoso!
Enrique Cabrera Vásquez (Mellizo). Teléfonos, 1-829-756-9227, correo electrónico o email, coloso23@gmail.com
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