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domingo, 17 de febrero de 2019

¿Es el ensayo una obra literaria?

¿Es el ensayo una obra literaria?

(Nota: las imágenes colocada por la edición de EL COLOSO DE MACORIX).

Escrito por: George Reyes

Michel de Montaigne fue el primero que en 1580 dio el nombre de “ensayo” a sus personalísimas obras.

18.- febrero.- 2019.- El ensayo textual es invención de la Edad Moderna ante la necesidad de reunir géneros y disciplinas para la reinterpretación de la realidad. Los debates sobre este género se han venido dando desde el siglo XX, con el fin de insertarlo dentro de algún sistema global de géneros y de definir las características de las formas ensayísticas que pertenecen a la filosofía y a la literatura. Un debate actual proveniente de Europa es el llevado a cabo desde el materialismo filosófico como teoría literaria. Es con base a esta teoría que el académico español Jesús G. Maestro1 ha lanzado una crítica candente contra el ensayo como literatura; según Maestro, el ensayo es un material carente de aquel componente esencial de toda legítima creación literaria: poética y ficción o materialidad carente de existencia operatoria. Además, siendo el ensayo un trabajo de naturaleza retórica, piensa Maestro, no puede ser catalogado como literatura, razón por la cual no cabría situarlo en ninguno de los tres grandes géneros literarios naturales, si bien la teoría de géneros no podría limitarse a ellos: poesía, narrativa y teatro.

Existe una diversidad de géneros que ha quedado a menudo fuera de los tratados de la poética por su condición no mimética.

Las dificultades que enfrentamos a la hora de tratar sobre este tema es que el ensayo no ha gozado históricamente de una clara definición genérica, si bien tiene una larga tradición en lengua española —María Zambrano, Ortega y Gasset, Alfonso Reyes, Octavio Paz y otros latinoamericanos— y su influencia ha sido notable en los recientes años; la dificultad mayor está en que existe una pluralidad de perspectivas sobre lo que el ensayo es o debiera ser; de ahí que no sea fácil afirmar ni negar que éste sea un género literario. Sin embargo, aunque mi perspectiva podría mejorarse todavía más, pienso que el ensayo es un legítimo género literario no estrictamente literario-artístico ni científico, pero destinado a la crítica, la exposición o la argumentación intelectual reflexiva breve sobre un tema determinado dirigido muchas veces a lectores no especializados.

La perspectiva de Maestro pareciera convincente. Su tendencia ideológica deconstructivista y su excesivo racionalismo aunado a su carencia de sensibilidad creativa lo conducen a un reduccionismo duro. Es reduccionismo reconocer como género literario únicamente al literario-artístico, ya que existe una diversidad de géneros que ha quedado a menudo fuera de los tratados de la poética por su condición no mimética, pero esa diversidad debe ser reconocida y estudiada por la teoría literaria actual e incorporarla al sistema de géneros como ya algunos han venido haciendo. Por ejemplo, Pedro Aullón de Haro opina que existe un “sistema de géneros literarios que parte de un sistema tripartito que puede ser representado como una pirámide compuesta de tres vértices: géneros ensayísticos, géneros científicos y géneros artístico-literarios o poéticos”. En esa misma obra y página, Aullón de Haro agrega: “De esa manera es posible recomponer el concepto dieciochesco de literatura en cuanto producción integradora de ciencia, pensamiento y arte, como expresión del todo. Ahora bien, es imprescindible la redelimitación de las producciones del discurso científico-técnico moderno, producciones que en tanto integradoras de códigos de lenguaje no natural y estratificaciones intensamente terminológicas abandonan la entidad de los discursos literarios. Por ello, estará constituida la literatura mediante el conjunto de géneros poéticos y géneros ensayísticos”. Es que para Aullón de Haro “el sistema de géneros propiamente literarios es binario, de doble segmento de géneros ensayísticos y géneros artísticos, y éstos a su vez de disposición triádica (temáticamente no determinados, ensayo y temáticamente determinados / narrativos, líricos y dramáticos)”.3 Al igual que Aullón de Haro, hay quienes hoy no sólo rechazan la clasificación de las obras literarias según esquemas que tienen que ver meramente con la forma de los textos —defendidos por las poéticas clásicas que imponían una normativa abstracta para cada género—, sino que también, junto a Ortega y Gasset, sostienen que es la elección temática la que determina el género escogido, un tono y un estilo adecuados.4

El ensayo es una obra inteligible y posee la libertad de tratar acerca de todo aquello susceptible de ser tomado por objeto conveniente o interesante de reflexión, incluyendo temas literarios, artísticos y culturales. En razón de sus dimensiones, puede hablarse de dos tipos de ensayo: el breve (a menudo presentado en forma de artículo, o como colección o compilación de éstos) y el extenso (con frecuencia presentado unitaria e individualmente en forma de libro). Hay autores que piensan que en este género se pueden encontrar manifestaciones textuales literarias y no literarias, en prosa o en verso, todas las cuales compartirían una serie de características comunes o condiciones marco de tipo expresivo, referencial y comunicativo, con pruebas retórico-argumentativas no demostrativas como en el ensayo científico, caracterizadas por la subjetividad, la imaginación o el punto de vista personal; de ahí su carácter eminentemente artístico, aunque se valga de elementos propios de la argumentación.5 Es de recordar que fue Michel de Montaigne el primero que en 1580 dio el nombre de “ensayo” a sus personalísimas obras, concibiéndolas como citas, anécdotas, ejemplos copiados, reflexiones prácticas y experiencias; todo ello articulado por impresiones personales, que confieren al ensayo un carácter íntimo que lo acompañará siempre. Es que el ensayo adquiere con Montaigne el sello del género. Posteriormente, junto a Francis Bacon, establecería los principios históricos y estilísticos del género, y lo ubicaría entre los géneros literarios naturales, junto a los otros tres tradicionales: poesía, narrativa y teatro.

En síntesis, y respondiendo a la pregunta, el ensayo es una obra literaria porque es un género literario, quizás el cuarto, cuya construcción textual es la argumentación ideológica breve en prosa, que se caracteriza frecuentemente no por la estética, sino por la divagación literaria (libertad teórica, digresión y desorden en la exposición del pensamiento) y la hibridez (que oscila entre la pura filosofía y la pura literatura) con finalidad de persuadir al lector. Sin embargo, este género manifiesta una espontaneidad controlada por el trabajo del intelecto que establece una dirección unificadora, que es la derivada del fin argumentativo y que determina la coherencia semántica interna del discurso; además, puede evidenciar una expresa construcción textual poético-literaria. Todo depende del escritor. Del predominio y combinación de unos elementos u otros dependerá que un ensayo sea considerado parte de la historia de la literatura, la historia de la filosofía, la historia de la ciencia, por ejemplo. A su vez, vale recalcar, este esfuerzo en pro de un registro que permita la comprensión rápida e inteligible de algún tema puede ir unido a la intención de cada escritor por cuajar un estilo personal que dé al ensayo una dimensión artística, pero donde el lenguaje figurado que se usase no es un mero ornato, sino un factor contribuyente a la formulación del pensamiento; pero habrá, de todos modos, estética y pensamiento. Nuevamente, todo depende del ensayista.

  
George Reyes

Poeta, ensayista, profesor y presbítero ecuatoriano. Reside en Ciudad de México. Su reciente poemario es El azul de la tarde (Apostrophes Ediciones, Santiago de Chile, 2015). Poemas y ensayos suyos han sido publicados en diferentes revistas literarias y antologías virtuales e impresas. Además ha sido incluido en la antología de poesía mundial Poetas del siglo XXI y está registrado en la Enciclopedia de la Literatura en México de la Fundación para las Letras Mexicanas (FLM) y el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes de México (Conaculta). Tiene en su haber los poemarios inéditos Filosofía risueña, Mañana y otros.

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