El poco interés, indiferencia y menguada participación de los sectores populares en la cruzada cívica contra la corrupción y la impunidad
Escrito por: Enrique Cabrera Vásquez.
Foto del periodista Enrique Cabrera Vásquez (Mellizo), autor del presente trabajo.
SAN PEDRO DE MACORIS.- Desde hace varias semanas se vienen escenificando movilizaciones de protesta contra la corrupción y la impunidad en las principales ciudades del país, las mismas han estado acompañada de duros pronunciamientos, denuncias y comparecencia pública a través de los medios de los más connotados organizadores y convocante de esta jornada, que también ha tenido el respaldo de reconocidas personalidades del ámbito social y comunicacional.
El éxito de la llamada marcha-caminata verde llevada a cabo el pasado domingo 22 de enero en Santo Domingo demostró el grado de repudio que ha concitado en la sociedad nacional el flagelo de la corrupción y el robo en la administración publica.
A partir de ese día se han venido sumando más voluntades a esta cívica y moral lucha contra los depredadores del patrimonio público. La indignación crece con ahínco y decisión resuelta.
La firma del Libro Verde es la expresión más simbólica de la vocación ética de la sociedad nacional; los firmantes lo hacen desde una perspectiva moral basada en las ansias de lograr un país más decoroso. Son firmas de responsabilidad ciudadana, y la convicción de creer en un mejor destino para nuestra sufrida y victimada patria.
No obstante el empuje del movimiento anti corrupción y anti impunidad al mismo la falta la fuerza del pueblo. Más del 90 por ciento de los que están integrado y apoyando esta justa causa provienen de sectores de clase media; profesionales, intelectuales, hombres y mujeres de negocios, pequeños comerciantes, sectores gremiales y sindicales, sectores eclesiásticos y religiosos, sectores de la pequeña burguesía, sectores burgueses y empresarios, han estado claramente identificado con este movimiento que aboga por un saneamiento moral y ético en el ejercicio de la política en República Dominicana.
Pero, ¿dónde están los sectores populares, la gente de a pie, los que viven y residen en los barrios de miseria y pobreza? ¿Dónde están los más afectados por los ladrones de los fondos públicos? Los que acuden a los hospitales por salud y lo encuentran abandonado, sin medicamentos ni equipos tecnológicos para hacerle los diagnósticos. Los que no tienen recursos para pagar la educación de sus hijos, mayoritariamente víctimas de la inseguridad ciudadana por cuantos los barrios populares han sido tomado por el narcotráfico que lo ha llenado de puntos de ventas de drogas. Barrios inundados de colmadones--prostíbulos, bancas de juego de azar y una calamitosa situación de supervivencia osada. ¿Dónde está ese pueblo el cual que se le ha visto ausente en esta lucha social y patriótica?
Los auspiciadores, organizadores y convocantes de esta lucha cívica y sin colorido partidarios deben buscar la fórmula de llegarle a esa gente. Son las principales víctimas de la corrupción y la impunidad.
La indiferencia y el poco interés mostrado, hasta ahora, por los sectores populares en sumarse a esta lucha quizá parta de la percepción que tiene mucha gente de que la mayoría de los partidos y políticos son mentirosos, farsantes, ladrones, corruptos, hipócrita y demagogo. Percepción fortalecida por los constantes hechos de corrupción ocurrido en los últimos gobiernos. A la vista de esta realidad muchos ciudadanos simplifican que todos los políticos quieren llegar al poder para hacer lo mismo. Además, los que ejercen la corrupción y los que se benefician de ella masifican ese discurso de frustración, resignación e impotencia, a ellos le conviene, pues mientras más personas crean que de nada vale combatir este mal más posibilidades tienen ellos de ser intocable y continuar su felonía y latrocinio.
Es verdad que desde el poder se mantiene una línea de perversa de acoso, intimidación, chantaje y presión psicológica contra los beneficiarios de la Tarjeta Solidaridad, Comer es Primero, Bono Gas y demás programas sociales del gobierno, pero ello no debe ser óbice para no llegarle a esos sectores con una predica sustancial y objetiva, denunciando enérgicamente ante el mundo el carácter inhumano y violador de los Derechos Humanos de tal práctica, e indicando que dichos programas ameritan ser mejorado, ampliado y fortalecido para que le llegue a todos los excluidos por razones política y mezquina, y que los recursos apropiados por la corrupción imposibilita un mayor alcance significativo.
La protección a los políticos y funcionarios corruptos tiende a desmoralizar a la ciudadanía para no integrarse y luchar contra la impunidad. Entienden que todo es pantalla y que al final todo seguirá igual o peor.
Hay que motivar al pueblo, acercarse directamente a él con un discurso de conciencia, pues esta lucha es y debe ser de todos los dominicanos de dignidad patriótica. Debemos ampliar el programa de lucha como vía de interés más amplio. Consignar claramente que la corrupción y el robo que se comete desde las instancias del poder, así como, la inseguridad ciudadana, el aumento de la delincuencia, la criminalidad, el narco y consumo de drogas, el alto costo de los alimentos, medicina, salud, deterioro de los servicios públicos, crisis constante en la educación, aumento frecuente de impuestos, voracidad fiscal, tributaria e impositiva, apañamiento de funcionarios delincuentes, contribuye grandemente al aumento y consolidación de su pobreza y miseria.
La lucha contra la impunidad debe incrementarse desde una propuesta programática posible. Desarrollar actividades culturales, sociales y públicas directas en elseno de la población. Esta jornada cívica debe traspasar la frontera de los medios y los círculos pensantes.
Escrito por: Enrique Cabrera Vásquez.
Foto del periodista Enrique Cabrera Vásquez (Mellizo), autor del presente trabajo.
SAN PEDRO DE MACORIS.- Desde hace varias semanas se vienen escenificando movilizaciones de protesta contra la corrupción y la impunidad en las principales ciudades del país, las mismas han estado acompañada de duros pronunciamientos, denuncias y comparecencia pública a través de los medios de los más connotados organizadores y convocante de esta jornada, que también ha tenido el respaldo de reconocidas personalidades del ámbito social y comunicacional.
El éxito de la llamada marcha-caminata verde llevada a cabo el pasado domingo 22 de enero en Santo Domingo demostró el grado de repudio que ha concitado en la sociedad nacional el flagelo de la corrupción y el robo en la administración publica.
A partir de ese día se han venido sumando más voluntades a esta cívica y moral lucha contra los depredadores del patrimonio público. La indignación crece con ahínco y decisión resuelta.
La firma del Libro Verde es la expresión más simbólica de la vocación ética de la sociedad nacional; los firmantes lo hacen desde una perspectiva moral basada en las ansias de lograr un país más decoroso. Son firmas de responsabilidad ciudadana, y la convicción de creer en un mejor destino para nuestra sufrida y victimada patria.
No obstante el empuje del movimiento anti corrupción y anti impunidad al mismo la falta la fuerza del pueblo. Más del 90 por ciento de los que están integrado y apoyando esta justa causa provienen de sectores de clase media; profesionales, intelectuales, hombres y mujeres de negocios, pequeños comerciantes, sectores gremiales y sindicales, sectores eclesiásticos y religiosos, sectores de la pequeña burguesía, sectores burgueses y empresarios, han estado claramente identificado con este movimiento que aboga por un saneamiento moral y ético en el ejercicio de la política en República Dominicana.
Pero, ¿dónde están los sectores populares, la gente de a pie, los que viven y residen en los barrios de miseria y pobreza? ¿Dónde están los más afectados por los ladrones de los fondos públicos? Los que acuden a los hospitales por salud y lo encuentran abandonado, sin medicamentos ni equipos tecnológicos para hacerle los diagnósticos. Los que no tienen recursos para pagar la educación de sus hijos, mayoritariamente víctimas de la inseguridad ciudadana por cuantos los barrios populares han sido tomado por el narcotráfico que lo ha llenado de puntos de ventas de drogas. Barrios inundados de colmadones--prostíbulos, bancas de juego de azar y una calamitosa situación de supervivencia osada. ¿Dónde está ese pueblo el cual que se le ha visto ausente en esta lucha social y patriótica?
Los auspiciadores, organizadores y convocantes de esta lucha cívica y sin colorido partidarios deben buscar la fórmula de llegarle a esa gente. Son las principales víctimas de la corrupción y la impunidad.
La indiferencia y el poco interés mostrado, hasta ahora, por los sectores populares en sumarse a esta lucha quizá parta de la percepción que tiene mucha gente de que la mayoría de los partidos y políticos son mentirosos, farsantes, ladrones, corruptos, hipócrita y demagogo. Percepción fortalecida por los constantes hechos de corrupción ocurrido en los últimos gobiernos. A la vista de esta realidad muchos ciudadanos simplifican que todos los políticos quieren llegar al poder para hacer lo mismo. Además, los que ejercen la corrupción y los que se benefician de ella masifican ese discurso de frustración, resignación e impotencia, a ellos le conviene, pues mientras más personas crean que de nada vale combatir este mal más posibilidades tienen ellos de ser intocable y continuar su felonía y latrocinio.
Es verdad que desde el poder se mantiene una línea de perversa de acoso, intimidación, chantaje y presión psicológica contra los beneficiarios de la Tarjeta Solidaridad, Comer es Primero, Bono Gas y demás programas sociales del gobierno, pero ello no debe ser óbice para no llegarle a esos sectores con una predica sustancial y objetiva, denunciando enérgicamente ante el mundo el carácter inhumano y violador de los Derechos Humanos de tal práctica, e indicando que dichos programas ameritan ser mejorado, ampliado y fortalecido para que le llegue a todos los excluidos por razones política y mezquina, y que los recursos apropiados por la corrupción imposibilita un mayor alcance significativo.
La protección a los políticos y funcionarios corruptos tiende a desmoralizar a la ciudadanía para no integrarse y luchar contra la impunidad. Entienden que todo es pantalla y que al final todo seguirá igual o peor.
Hay que motivar al pueblo, acercarse directamente a él con un discurso de conciencia, pues esta lucha es y debe ser de todos los dominicanos de dignidad patriótica. Debemos ampliar el programa de lucha como vía de interés más amplio. Consignar claramente que la corrupción y el robo que se comete desde las instancias del poder, así como, la inseguridad ciudadana, el aumento de la delincuencia, la criminalidad, el narco y consumo de drogas, el alto costo de los alimentos, medicina, salud, deterioro de los servicios públicos, crisis constante en la educación, aumento frecuente de impuestos, voracidad fiscal, tributaria e impositiva, apañamiento de funcionarios delincuentes, contribuye grandemente al aumento y consolidación de su pobreza y miseria.
La lucha contra la impunidad debe incrementarse desde una propuesta programática posible. Desarrollar actividades culturales, sociales y públicas directas en elseno de la población. Esta jornada cívica debe traspasar la frontera de los medios y los círculos pensantes.
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