La liberación de Ingrid Betancourt, y otras 14 personas invade de alegría a los colombianos y nos invita a pesar en rehenes que aún se encuentran en cautiverio y en sus familias. Los liberados han vuelto de la selva después de años de ausencia en sus vidas, en sus familias, desde luego, es una operación militar sumamente arriesgada, que a pesar de estar basada en la astucia y no en los disparos, no sólo puso en riesgo los que hoy por fortuna están libres, sino también a los que quedaron.
Para las Farc lo ocurrido debería demostrarles la necesidad de buscar salidas negociadas. A pesar de los recientes éxitos militares del ejército el conflicto armado colombiano sigue lejos de solucionarse y se extiende por amplias regiones del territorio nacional. El pueblo colombiano merece la paz y no se le puede someter a otra década esperándola. Los apetitos de "victoria militar" del bando que transitoriamente se pone en ventaja, lo único que han dejado es dolor y muerte.
Por otra parte, esta liberación pese a lo importante que es, no disculpa ni evade la responsabilidad gubernamental en el cohecho, la violación de derechos humanos y la narcoparapolítica, ni en la crisis institucional a que condujeron. Recordemos cómo Fujimori está preso y está siendo juzgado por sus delitos, aunque antes logró la liberación de los rehenes de la embajada del Japón y además venció completamente a Sendero Luminoso.
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