Enviado por: Odalis Mejía
San Pedro de Macorís.- Familiares, vecinos y testigos de la muerte de tres hombres a manos de agentes policiales rechazaron que estuvieran involucrados en el asesinato de dos sargento de la policía ocurrido en esta ciudad el pasado domingo 29 de junio.
Aunque reconocen que los muertos tenían antecedentes delictivos, señalan que los policías actuaron en represalia por el asesinato de dos de sus compañeros.
En tanto, que las escenas de dolor eran desgarradoras en la casa del sargento Ramón Antonio Lebrón, de 35 años. Dos de sus pequeñas hijas se aferraban al ataúd del cadáver de su padre, a quien querían darle un beso de despedida. A Lebrón le sobreviven cinco hijos.
Su esposa, Angela David, afirmó que su marido fue muerto cuando salía de la casa de una hermana en el sector Loma de Cochero y en ese instante una patrulla policial venía siguiendo a los delincuentes que habían asaltado una señora.
David dijo que a Lebrón lo despojaron de su arma de reglamento y le asesinaron junto a su compañero el sargento Marino Moreta. Este último fue velado en su natal provincia de San Juan de la Maguana.
La balacera ocurrió próximo a las 11:00 de la mañana del domingo 29 de junio en la calle Barahona frente a la casa de Federico Lanoni, quien estaba cerca en una barbería y al escuchar los tiros cercano a su residencia, salió a ver que sucedía, alcanzándole un disparo en la cara que le causó la muerte. Lanoni era cartero y bombero.
Los presuntos delincuentes. A raíz de estas muertes, agentes policiales asesinaron horas más tarde a Joel Puello, de 27 años, Franklin Diloné, de 28 y Osiris Cedano de 25.
Lucas Puello, padre de Joel, define el asesinato de su hijo como un abuso, ya que alega estaba tomando cerveza en un colmado cuando llegaron unos agentes y lo mataron de ocho balazos. Dice que aún después de muerto le dispararon.
Julia Valera, madre de Franklin, afirma que eran cerca de las 2:00 de la tarde cuando su hijo venía de comprar un botellón de agua y varios policías le preguntaron su nombre e inmediatamente le dieron un tiro en un pie. Declaró que su hijo corrió y le dieron otro tiro en la espalda con salida en el frente.Valera señala que recogió a su hijo moribundo en un charco de sangre, a dos casas de su residencia. Luego murió en el hospital Antonio Musa y más tarde cuando era velado, la Policía se llevó el cadáver y lo entregó al otro día.
Próximo al velatorio de Franklin Diloné también se velaba al sargento Lebrón, en el barrio Villa Faro.
Mientras que vecinos de Osiris, quien vivía a tres calles de donde mataron a los agentes, cuentan que estaba en toalla en su casa cuando unos agentes lo llamaron y lo sacaron a la fuerza, dándole seis balazos. Expresaron que los agentes estaban rabiosos y amenazaron con hacerle lo mismo a quienes estaban cerca.
Los allegados a estos tres muertos coinciden en que ellos habían “tenido problemas” y aseguran que fueron asesinados por algo que no cometieron, lo que catalogan como injusto.
En tanto, en la tarde del lunes 30 de junio rumbo al cementerio coincidieron cuatro de los entierros de una tragedia que enluta a esta provincia.
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