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sábado, 19 de abril de 2008

Tras cinco años, Faluya sigue bajo asedio

Organizaciones locales denuncian el incremento de cáncer y malformaciones congénitas

Enviado por:Ali al-Fadhily y Dahr JamailIPS News.
Traducido del inglés por Paloma Valverde

Después del ataque estadounidense de noviembre de 2004 contra Faluya, la ciudad sigue en estado de shock. El desempleo, la carencia de servicios sanitarios y de agua potable en la ciudad, situada a 60 kilómetros de Bagdad, sigue siendo un problema permanente. La libertad de movimiento aún está restringida.

En los cinco años de ocupación, Faluya quizás haya sufrido más que ninguna otra ciudad de Iraq, pero lo peor ocurrió en 2004 cuando padeció dos devastadores ataques estadounidenses que destruyeron gran parte de los edificios o sufrieron grandes daños. Muchos de ellos se derrumbaron por los continuos bombardeos y nunca se han reconstruido. Pilas de bloques de hormigón junto con montones de escombros siguen allí donde cayeron.

“Nos preguntamos por qué hemos sido objetivo militar de los estadounidenses desde los primeros días de la ocupación”, declara a IPS el Dr. Mohamed Abed, de la Universidad de al-Anbar. “Esta ciudad ha sacrificado miles de ciudadanos a lo largo de los cinco años de ocupación, simplemente porque dijeron ‘No’ a un proyecto que amenaza el futuro de su país”, continúa. Actualmente, afirma, se está produciendo un tipo de destrucción menos visible: “La nueva ola de destrucción es el desgajamiento del tejido social”. Los estadounidenses pagan enormes cantidades de dinero para que los ciudadanos de Faluya combatan unos contra otros” .

Asedio a la ciudad

A día de hoy, la gran autopista que une Amán con Bagdad y que llega hasta Faluya es transitable, pero no se permite la entrada en la ciudad a nadie que no sea de Faluya y que pueda demostrarlo con una documentación muy sofisticada, la cual únicamente puede conseguirse tras someterse a una identificación biométrica que lleva a cabo el ejército estadounidense, un proceso que incluye un escáner de retina, cacheos y toma de huellas digitales para obtener un carné de identidad de código de barras.

La ciudad sigue cerrada a cal y canto. Muchos residentes se refieren a Faluya como “una gran prisión”. “Faluya ha perdido todas las características de la vida natural de una ciudad al llevar cinco años completamente aislada”, declara a IPS Ahmed Hamed, un ex concejal del ayuntamiento. Hamed continúa:

“En 2003, un hombre que ha vivido la mayor parte de su vida entre británicos y estadounidenses nos contó que no podía llegar a ningún acuerdo con ellos [la ocupación] porque los estadounidenses consideran Faluya como el centro de la unidad del pueblo iraquí. Nos dijo que dividirían Iraq en regiones, provincias e incluso tribus, pero en el ayuntamiento no le hicimos caso.”

La ciudad sigue en tensión debido a las luchas de poder y a las escaramuzas entre los jefes tribales y los mandos del Consejo del Despertar, tanto en Faluya como en otras zonas de la volátil de la provincia de al-Anbar. Las disputas entre el Partido Islámico Iraquí y los Consejos del Despertar también están creando tensas situaciones de inseguridad. Las milicias Despertar están formadas por antiguos combatientes de la resistencia a los que ahora EEUU paga para que estén de su parte .

Contaminación radiactiva

Más allá de la seguridad, la situación sanitaria de la ciudad es particularmente difícil. El pasado 4 de marzo se presentó ante el Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) un estudio sobre la situación sanitaria llevado a cabo, durante dos años, por dos organizaciones civiles, el Centro de Conservación del Medioambiente y Reservas en Faluya y el Observatorio de Derechos Humanos en Iraq, junto con la dirección del Hospital General de Faluya. El informe constata que en 2006, se produjeron “5.928 nuevos casos de enfermedades hasta entonces inexistentes en Faluya”, de los cuales alrededor del 70% eran “cánceres y malformaciones” en niños menores de 12 años:

“Durante los seis primeros meses de 2007, se produjeron 2.447 nuevos casos, más del 50% de los afectados eran niños. Esto simplemente significa que la mayor parte de las víctimas son niños, lo que supone una amenaza para la futura generación de esta ciudad”, afirma el informe.

“[…] Ahora nos enfrentamos a muertes de todo tipo”, manifiesta un médico del Hospital General de Faluya. “[…] Además de todas las enfermedades que conocemos, otras nunca vistas antes nos invaden”. Por ejemplo, el paludismo hemoglobinúrico [6] era una enfermedad desconocida en nuestra zona, pero ahora se extiende como la pólvora. No tenemos medicamentos para tratar a nuestros pacientes y el mercado negro de medicamentos florece.

“[…] Nuestros mejores médicos huyen de la ciudad por temor a que los estadounidenses y las fuerzas policiales los detengan simplemente por haber ayudado a los civiles durante los dos asaltos de 2004. Ahora consideran a los médicos terroristas o al menos simpatizantes de los terroristas, cuando debieran haberlos condecorado por su heroico trabajo ayudando a su pueblo.”

Recientemente, un médico —que [por miedo a las represalias] se hizo llamar Dr. Kamal manifestó a la prensa que, en términos sanitarios, “el asedio [de Faluya] es absoluto” si hablamos de la carencia de fármacos, oxigeno, electricidad y agua potable en el Hospital General de Faluya.
Los mandos militares estadounidenses afirman que la reconstrucción está en marcha y que se está enviado ayuda a los hospitales. La gente no ve nada de eso: “Tras la brutal destrucción de Faluya llevada a cabo por el ejército estadounidense no se ha realizado reconstrucción alguna, como si estuvieran castigando a la ciudad por su actitud contra la ocupación”, afirma Kaltan Fadhil, un ingeniero de Faluya. La reparación del suministro de agua y electricidad, las instalaciones sanitarias y las carreteras se ha hecho “de forma que únicamente quienes colaboraron con la ocupación se enriquecieron aún más ricos”, afirma Fadhil, quien añade: “No han hecho más que repintar algunos edificios para que parecieran más bonitos y después anunciaron nuevos contratos para rehabilitar lo que ya estaba rehabilitado”.

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