Danilo y la sacralización del Poder en tiempo de COVID-19
Escrito por: Enrique Cabrera Vásquez
«Cada mata de hierbas esconde un enemigo», Léopold Sédar Senghor
San Pedro de Macorís, lunes.- 30.- marzo.- 2020.- Partiendo de la visión sobre el arraigo presidencial en nuestro medio socio-cultural y político que tiende a endiosar la categoría del Presidente de turno en una ultranza proyección magnética cimentada en un estridente y dimensional culto a la personalidad que sobrepasa los protocolo y convencionalismo de la parafernalia del Poder, nos atrevemos a señalar con propiedad política que la distorsión que se exhibe favorece lamentablemente la figura de Danilo Medina cuyo ejercicio se ha venido caracterizando por el acaparamiento instrumental de todos los resortes institucionales alrededor de su persona. Con premeditada alevosía a dispuesto para sí y sus intereses de grupo de todo el aparato público estatal. No ha habido parámetro ni escrúpulo en su despótico interés de concentrar en sus manos la diversidad institucional. Todo lo tiene en sus manos con un afán de continuidad más allá del ejercicio de su período constitucional.
Desde el poder del peledeísmo gobernante se le da una connotación cuasi sobrenatural a su nombre. Un sacrilegio que atenta e irrespeta la investidura que representa en todos los órdenes la condición de Primer Magistrado de la nación emanado del juramento Constitucional. El presidencialismo con claro ribete trujillista ahora tiene una nueva encarnación: Danilo Medina. Se percibe en los poderes obtenidos al amparo de la pandemia del COVID-19. Se utiliza la calamidad de este virus peligroso para manipular el miedo al contagio; crear una sensación colectiva de desamparo que obligue a mirar su figura presidencial como el único salvador que puede rescatarnos de la proyección contagiosa.
El gobierno Danilo-Gonzalo-PLD está manejando el COVID-19 con criterio político más que con el desempeño científico profesional que amerita el caso. El peligro a la salud se manipula desde una subjetividad hipnotizante. El primer objetivo se ha logrado: priorizar el COVID-19 por encima de las elecciones congresual y presidencial de mayo. Reconocemos la necesidad de afrontar este desafío a la salud con la firmeza y el aplomo debido. Ello se debe hacer con sinceridad sin contaminar la lucha con espurio intereses, la problemática hay que afrontarla pensando primero en la salud del pueblo como objetivo fundamental. Sin maniobrar para convertir la situación en un trampolín clientelar y electorero. Se actúa en una dirección chantajista buscando acorralar a la oposición para que recule, zigzaguee, vacile, y se vea compelida a insertarse en un precipitado pacto o acuerdo cuestionable y hasta deshonroso. Caer en una negociación de reparto en el entendido de que para todo perdido es mejor algo ganado.
Y en esta estrategia de continuidad con o sin elecciones mediante un gran Acuerdo Nacional de sacrificio y entrega entran en juego los actores tradicionales de las encerronas y las emboscadas traidoras cuyo accionar nocivo ha perjudicado los intereses de la nación. Su vocero Agripino Núñez Collado con la experiencia de innumerables tratadas bochornosas e imborrables en las páginas de nuestra historia se mueve con sigilosa frialdad. Es el hombre que empata los tentáculos de la impunidad y el borrón y cuenta nueva que siempre han prohijados los grupos de poder. La intocabilidad de los corruptos y el perdón de su afrenta. En este tenor coordina y promueve un dialogo sospechoso en favor del gansterismo gobernante. Activa un pacto monitoreado y manipulado por las elites hegemónicas cuya avaricia no se detiene ante nada, han sido los grandes beneficiados del aluvión de contratos, préstamos y hechos corruptos cuya repercusión son de dominio público. Del robo y el saqueo de los bienes del pueblo patrocinado y protagonizado por la asociación conformada por Danilo-Gonzalo-PLD. Aquí, en este escenario calorífico de trúhanes y delincuentes de cuello blanco que idolatran a Danilo Medina viéndolo como el gran hombre cuya humanidad se hace necesaria para mantener flotando la nave de la nación arrinconada por la desgracia del COVID-19, se hace un lobismo lleno de sucieza para malograr el deseo de Cambio que demanda la actual situación política. Desde ese podio de inmoralidad santificada se vende la imagen de Danilo Medina entre vítores y aplausos resonantes como el gran líder y «estadista», que jamás puede ser sustituido, pregonando por todas partes que solo él posee capacidad, sabiduría y la inteligencia para rescatar el país de la hecatombe. ¡Vaya jugada maniquea!
Aceptar semejante dislate bajo cualquier argumento o convencimiento profano constituye un sacrilegio a toda legalidad, a todo racionamiento sensato y principios éticos. Usar el COVID-19 como arma política, como instrumento de dominio público, constituye una vileza propia de seres perversos y malvados. La pandemia debe tratarse con criterios humanos. Verla como una apremiante situación que obliga al desprendimiento y a la solidaridad y no como una coyuntura oportunista para consumar cualquier despropósito delincuencial contra la salud de la patria. El general Rafael Leonidas Trujillo Molina usó la devastación que produjo el huracán de San Zenón en septiembre de 1930 para iniciar su reinado de muerte y terror que se prolongó por 30 años.
De la asociación de asesinos sociales que se han adueñado del Palacio Nacional no se puede dudar nada. Han demostrado en los años en el poder que son capaces de la peor vileza. Son compulsivamente insaciables en su afán de riqueza robada.
Danilo-Gonzalo-PLD están convirtiendo la desgracia del COVID-19 en su plataforma político y electoral, usan la pandemia como estratagema buscando con ello rendir por agotamiento, frustración o desesperación a las mayorías nacionales que en la contienda de marzo pasado se le impuso con su voto de castigo y justicia.
Danilo-Gonzalo-PLD apuestan al conservadorismo de clase del liderazgo opositor, intuyen que no tendrán el valor y la entereza de principio para enfrentarlo en un nuevo escenario donde la tensión por el brote epidémico desvía y distrae la atención social y popular y la mano del gobierno a través de las instituciones públicas se vende no como una obligación y responsabilidad inherente a sus funciones públicas frente a cualquier contingencia nefasta sino como ayudas proveniente del único que en verdad tiene sensibilidad para auxiliar a los afectados.
Esa falsedad se politiza con sistematicidad psicológica obedeciendo a una línea de acción mesiánica que proyecte en la psique externa la imagen de Danilo Medina como el ser más preclaro y visionario del momento por cuya obra bienhechora merece que él y su PLD continúen por tiempo ilimitado dirigiendo la nación dominicana. Es la vía que le queda para intentar cerrarle el paso al Cambio, ese Cambio que comenzó con el triunfo opositor en las recién pasadas elecciones municipales del 15 de marzo.
La lucha continua, continua sobre cualquier turbulencia imprevista, sobre las fuerzas del oprobio, enfrentando pesimismo y vicisitudes. ¡Venceremos!!!