Vistas de página en total

viernes, 22 de mayo de 2009

La novela “Después del Viento” de Lipe Collado, “más que un acto personal”.

La novela “Después del Viento” de Lipe Collado,  “más que un acto personal”.
  
Esta manifestación literaria sitúa a Lipe Collado en un sitial alto, bien alto de la literatura dominicana.
  
 …Eran Tígueres Gallos, Tígueres Bimbines, Tígueres Cinturistas y Tígueres, sin reparos e incapaces de llorar ante el cadáver de una madre”

Escrito por:  Enrique A. Cabrera Vásquez. (Periodista científico).

Nota: este ensayo de crítica  literaria fue  publicado primero en el periódico matutino de circulación nacional EL Siglo, el sábado 25 de diciembre de 1999, página 6E en su sección cultural, y luego reproducido en el periódico semanario  EL COLOSO DE MACORIX.

Foto del periodista Enrique Cabrera Vásquez (Mellizo),) leyendo el presente ensayo en el Centro Cultural Español, Santo Domingo, República Dominicana.

REPUBLICA DOMINICANA.- Sin convencionalismo literario, en un esfuerzo por condensar todo ese acervo de frescor ameno que nos brinda la prolifera creatividad intelectual y el talento de un prosista en ciernes, podemos decir, libre de mezquindad literaria, que la novela “Después del Viento” del amigo periodista Lipe Collado es un pastel sabroso, sustancioso y hasta cariñoso.
La misma nos permite concentrarnos en una lectura deliciosa, refrescante y agradable. Es una novela hecha con la elegancia y la gracia propia de una artística de vuelo alto. Sin esa tautológica teorética y monótona tan frecuente en algunas novelas frívolas y masivamente muy publicitadas; sin ese soliloquio cargado de hastío fatigante.

Foto del periodista, ensayista, profesor de comunicación   y escritor Lipe Collado 
“Después del Viento del conocido periodista y profesor universitario  Lipe Collado es todo una pieza literaria lograda con esmero. Con una excelente administración lingüística y morfológica del lenguaje, empleando apropiadamente un léxico adecuado propio del entorno ambiental donde se desarrolla la escena de la novela. Es la historia viviente, cruda, amarga, pintoresca de “El Barrio”. De esa expresiva manifestación de pueblo donde la cultura popular se asienta con profundidad y exigencia de subsistencia. Hilvanando trazos literarios concebidos con la genialidad propia de un escritor veterano y acucioso, que no brinca detalles y conduce al lector más exigente por la ruta de la satisfacción.
En esta novela hay prosa poética, ideas morales, y conceptos filosóficos de la vida. De una vida llevada con sacrificio y heroísmo personal, libre de ataduras formales y de cumplidos convencionalismo social. Es la vida suelta, espontánea, directa de “El Barrio”. De ese rincón de pueblo; de ese pedacito de nación, de esa parte de la patria, que se construye, se desarrolla y reafirma de cara al sufrimientos; penurias, privaciones; arrinconados por la opresión gobernante. 

(Foto del autor del libro, periodista  Lipe Collado).

La lectura de esta obra nos lleva por los recodos de la imaginación y de la fantasía. Nos conduce a la retrospección gozosa. A una película real de la vida donde contemplamos a “Los Buitres” protagonizando la hecatombe. Dando mandariazos; subvirtiendo la “tranquilidad” barrial con su presencia de espanto y destrucción. Repentinamente aparecieron ellos, "Los Buitres", cargando contra tradiciones seculares; emprendiéndola contra el género humano con alegre morbosidad propia de seres siniestros, perversos, malvados y odiosos.

 (Foto del autor del libro, periodista  Lipe Collado).

El primer capítulo arranca describiendo a esos seres canallas. Dice que durante tres días consecutivos, los moradores de El Barrio vieron escenas anticipadas de demoliciones. Que sus casas caían destruidas con mandarrias, picos, martillos y cinceles, (...). Explica que, “vieron hombres desarrapados, malolientes, alborotadores, orgullosos, de largos labios. Eran “trabajadores ’conocidos como "Los Buitres".

A mandariazos, picazos y martillazos dejaban ruinas, sembraban dolores, desilusiones y rencores. (…). El comienzo narrativo que inicia el recorrido literario es todo un esbozo patético de escenas escabrosas, duras, implacables y despiadadas. Es la llegada abrupta y violenta de una banda de lumpenes, “con caras de amargados, con cicatrices profundas de cuchilladas y navajazos”…”Sus brazos y pechos tatuados con mujeres de cuerpos perfectos, corazones flechados y nombres y apodos femeninos: “Cuca”, La China”, “Rosa”, María La Jaba”…Eran Tígueres Gallos, Tígueres Bimbines, Tígueres Cinturistas y Tígueres, sin reparos e incapaces de llorar ante el cadáver de una madre”.

Con un lenguaje sencillo y preciso la novela de Lipe Collado introduce al lector por los adentros de una escena social y comunitaria abusiva y atropellan te. Un panorama de desesperación, angustia, llanto e impotencia. Es la entrada salvaje del modernismo desalmado que se lanza a la destrucción de valores ancestrales, de símbolos añorados por moradores y vecinos de un inquieto barrio capitaleño de la capital dominicana que ven alterados sus normas de convivencia como precio a sus manifiestos sentimientos históricos y culturales. 

 (Foto del autor del libro, periodista  Lipe Collado).

Ese es “El Barrio” que dejó 15 años atrás Alfredo Verguero y al que regresa tras su amor de siempre: Matilda Caó, para caer estupefacto, borracho de impresión al contemplar azorado y sorprendido que “El Barrio ya no está…Sólo queda la blancura de los recuerdos de otros tiempos. Como los lejanos e inconclusos tiempo de la mantecoterapia, de la vida afótica y bohemia”. El protagónico Barrio de “Después del Viento”, puede ser un barrio cualquiera de cualquier país subdesarrollado del mundo.

Son hechos y situaciones tan frecuentes a todo lo ancho de República Dominicana que en esta epopeya trágica repite el vivo retrato de lo que acontece y puede estar aconteciendo en algún lugar de nuestro país y el mundo.

Lipe Collado nos denuncia esos detalles de absurdo, de dolor y estupideces en que se apoya el modernismo consuetudinario que trata afanosamente de casarse con el nuevo milenio conquistando el nuevo siglo. Es la impronta atropellada y bestial que ignora sentimientos y lazos espirituales. Vale destacar la justa utilización de la prosa como elemento cualitativo en los argumentos que le dan sentido y adorno al largo episodio del relato literario.

La obra tiende a ser, por momento, un largo poema que nos emociona y sacude los interiores. Que tremola nuestro intimista hálito rebelde adormecido por la rutina consumista impuesta por estos tiempos glaciales sostenidos por vocablos sofisticados que minimiza la denuncia y la deshumanización que catapulta el nuevo modernismo destructor. “Un viento infatigable, fúnebre, cantaba en los densos espacios nocturnos, y las estrellas blanqueaban como aretes agitados. El viento se llenaba de sonidos y estremecía el alma.

Arrastraba voces huecas y extrañas, ruidos caseros, cuchicheos de viejas y monótonos gritillos de recién nacidos. Ríos de sombras camino del mar cubrían las calles y el cielo se deshilachaba incomprensiblemente en telarañas que formaban una gruesa capa sobre los techos. Y las mañanas se envolvían en una calma profunda, brumosa, con un silencio todopoderoso, graso y gris, que pesaba en los oídos”.

Esta manifestación literaria sitúa a Lipe Collado en un sitial alto, bien alto de la literatura dominicana. Ese dominio de la prosa; esas descripciones tan bien llevada y concebidas, con esa profunda carga imaginativa merece un reconocimiento propio de un escritor consumado. A todo lo largo de las 366 página de “Después del Viento” nos encontramos con tramos de rica prosa. De verdaderos poemas sentimentales y sociales, como cuando dice “Al escampar, el cielo se expandió en tres franjas: roja, azul y blanca, y surgieron nubes níveas de silencios remotos alrededor de un túnel de consecutivo arcoíris unidos, con ligeras aberturas de ruido y retazos de palabras indescifrables.”

O cuando nos explica la bárbara acción destructiva de "Los Buitres" contra El Barrio, que no reparan ante nada ni se detienen ante nadie. Los Buitres la emprendieron “tierra arrasada” contra todo, con salvajismo inhumano, con cólera pusilánime; con ciega violencia despótica, con ruin fanfarronería; con irracional crueldad “se ocuparon de la vegetación. Los pétalos de las rosas, mimadas por el jardinero con un inocultable aire femenino, volaron camino del mar cual mariposas alborotadas.

Crueles machetes cortaron las matitas de rosas a ras del suelo. Y hubo llegado el momento en que matas floridas, y frondosos árboles de tronco magníficamente arrugados, cayeron amargamente bajo un rumor difuso. Quedaron al suelo como viejos cadáveres y sus raíces de pelo revuelto miraron al cielo azoradas ante la repentina revelación lumínica”.

Los episodios que caracterizan la simbiosis del recorrido de Alfredo Verguero hacia el tramo del reencuentro con su añorada Matilde Caó, pasando revista mental a aquel pasado anecdótico que era la raíz de su regreso y razón de sus tumbos, en procura de aquellos tiempos donde prevalecía una vida folklórica amenizada con la presencia de los “más famosos refranistas, aforistas y proverbistas” que les daban coloridos a la existencia sin detenerse ningún instante en trazar la ruta del devenir de aquella vida que comenzaba en El Conde para encaminarse hacia El Barrio; ese lugar de ensueños y desvelos, pintarrajeado con el trajín cotidiano, alegre y noble, de gentes sencillas; gentes de pueblo, con su peculiar cultura ingenua incapaz de comprender el Decreto del “progreso” que ordenaba la demolición del barrio que de boca en boca se iba transformando “según el temor de quienes vivían desde siempre en el cojín algodonado de sus tradiciones rosáceas”.

Es “Después del Viento” una obra hecha “aquí, en Santo Domingo”, donde –según su autor-“ nacen todos los verdes del mundo”, se concatenan coordenadas que procuran decir y cantar la historia con todos sus detalles; una historia que se inicia con el comienzo de la vida en la famosa e histórica calle El Conde adoquinado, ilustrado por esa vetusta arquitectura inspiradora de la musa poética de extraordinarios bardos que nos enseñaron que la vida es un canto infinito de amor, donde las imágenes nunca mueren en los labios revolucionarios de un René del Risco Bermúdez, un Mateo Morrison o un Tony Raful; ni con la inmolación y el martirologio del doctor Manolo Aurelio Tavares Justo, "en las escarpadas montañas de Quisqueya", en 1963, inolvidable episodio de nuestra historia mencionado en la obra en cuestión

La búsqueda afanosa de Alfredo Verguero de su Matilde Caó lo remonta por intrincados recorridos imaginativos, de desvelo, mala noche, pesadilla y espejismo. Es el deseo obsesivo que produce la pasión morbosa por un amor fantaseado durante 15 años de forzada ausencia, y que se acrecienta frente a la cruda realidad de la destrucción a golpes de mandariazos de un pasado frondoso, libre de ataduras ceremoniosas: la transformación del barrio. Alfredo Verguero continúa indagando por su Matilde Caó; aquel amor de su vida, por la “joven, exuberante muchacha. Tremenda mujer! Que dejó atrás hace 15 años.

En ese trajín de poco tiempo, llevado celosamente por su Rolex, se afirma en el espacio tiempo de su nostalgia; de su viviente pasado que reivindica para justificarse a sí mismo y con ello tener el coraje de enfrentarse a la amarga realidad del presente que encuentra.
Lo busca con ahínco y sin desmayo, con desesperación; “El pasado es lo único que uno puede afirmar, lo único palpable. Como el agua en el cuerpo humano, es el pasado en la vida de la gente “Por eso él amaba el pasado. Era lo que le daba vida y sustancia.
Tras los pasos de su Matilde Caó va dándole rienda suelta a su imaginación, con un tiempo de 15 años, reviviéndolo en cada paso, en el reflejo de cada rostro que ve, en el doblar de cada esquina, avivando la luz de su recuerdo y el deseo exacerbado que le llena de música el corazón.
Y pregunta incesantemente por ella, por su Matilde Caó; da con doña Cuchumbita, una mujer de 4-7 de estatura, que lo hospeda y enseña el pasado barrio en el entorno de su medio; que se le identifica como la administradora del pasado, que le habla de los tiempos dulces y agradables idos, atizándole el alma al penetrar “en el túnel de melcochas ruidosas de su sueño. Un sueño acompasado por ronquidos de cerdo halado por la cola”.
Son 64 capítulos apreciables, llenos de vivencias. Donde el autor da demostración del dominio de los adjetivos, con un estilo pedagógico y didáctico, mantiene en vilo al lector, seduciéndolo a seguir, atrapado emocionadamente en la lectura de manera disciplinada, tras el posible encuentro de Alfredo Verguero con su Matilde Caó.
En saber en que parará aquello, para al final estrellarse con la verdad: Alfredo Verguero en vez de dar con su amor tan idolatrado, idealizado y reverenciado, se encuentra con el estandarte figura patriótica del coronel Francisco Alberto Caamaño Deñó, símbolo enhiesto e histórico de la resistencia constitucionalista contra la intervención norteamericana de abril de 1965.

Luego de salir de la consulta del brujo, donde fue llevado por doña Cochumbina y Euduvina, sin saber a ciencia cierta el destino real de su Matilde Caó, Alfredo Verguero divaga alocadamente de norte a sur, de este a oeste, ensimismado en sus interminables pensamientos; en su devaneo patológico, recorre calles y lugares perdido en su ancestral barrio hasta llegar al puente Duarte, donde es “atrapado por el espectáculo de olores, sonidos y visiones”…”Un silencio denso impera en el puente y sus alrededores. La quietud arroja murmullos de paz…Los olores quedan en los recuerdos. Las luces y humedades se han evaporado totalmente. Ya la virgen no se peina. Y a lo lejos un gallo canta acoplado por el abanico de sus alas agitadas. Su canto se oye desesperado al rebotar en las paredes de los silencios”…

Nota: este ensayo de crítica  literaria fue  publicado primero en el periódico matutino de circulación nacional EL Siglo, el sábado 25 de diciembre de 1999, página 6E de su sección cultural, y luego reproducido en el periódico semanario  EL COLOSO DE MACORIX.
 

jueves, 19 de marzo de 2009

En obra literaria Balaguer desdeña el río Higuamo

En obra literaria Balaguer desdeña el río Higuamo

Escrito por: Enrique Cabrera Vásquez, periodista científico

Nota: este trabajo fue publicado en el semanario El Coloso de Macorix, de fecha 15 de agosto de 1996, en la página 9.
 
SAN PEDRO DEMACORIS.- El doctor Joaquín Balaguer quien ha alcanzado notoriedad relevante por su larga y profunda carrera en el ejercicio político, siendo presidente de la República Dominicana en los período1958-62, 1966-78,-86-96, también se ha destacado por sus condiciones intelectuales, culturales y literarias.

El rosario de su novedosa producción literaria lo ha situado dentro del selecto de los más laureados genios de la literatura nacional; el prontuario de obras publicadas así lo atestiguan.

Y dentro de este rico arsenal de producción literaria y cultural puso a mediado de 1996 en circulación su obra literaria, “Yo y Mis Condiscípulos”, la cual es un sumario de anécdotas, vivencias, recuerdos al conjunto de la plasmación de nuevas ideas humanas y filosóficas.

Entre sus remembranzas el escritor Joaquín Balaguer le dedica más de 13 páginas a los ríos, haciendo particular mención a los que considera los mas importantes del país y de otras latitudes del universo.

Su valorización de los ríos la inicia señalando que “Nací y crecí, como ya he dicho, en una sección rural de la provincia de Santiago, es decir, en una aldea situada estratégicamente en la ruta que comunica desde el corazón del Cibao Central hacia el oeste con el puerto de Montecristi y hacia el norte de Puerto Plata”, señala el ilustre escritor dominicano.

De inmediato se adentra por los recodos del devaneo referencial enfatizando la importancia geográfica del río Yaque diciendo que “Esta vía fluvial era entonces cristalina y poderosa”, destacando que sus visitas a ese río eran diarias y que durante mucho tiempo formó parte de sus “diversiones preferidas”.

“Los ríos son los que personalizan a las ciudades y los que dan nombre a ella. Los pueblos que tienen la dicha de crecer a la vera de un gran río o de un manantial cualquiera por pequeño que sea, son pueblos privilegiados que viven y prosperan en gran parte, gracias a ese regalo precioso de la naturaleza”, dice.

A continuación el doctor Balaguer hace referencia poética del Sena de París y el Támesis de Londres, considerándolo los principales encantos de esas dos grandes ciudades "“pese a que en sus aguas contaminadas y sin viejo esplendor no se reflejan ya ni las piedras multiseculares de la Abadía de Westminster ni las viejas plazas en que fueron decapitadas las reinas María Estuardo y la segunda mujer de Enrique VIII, Ana Bolena”, dice.

Expresa que “Esa joya histórica que se llama Florencia no nos entusiasmaría hasta el delirio ni llenaría hasta el éxtasis nuestro corazón de fruiciones románticas, si en su alrededor no existiera el Arno, en cuyas aguas percibe aún el visitante la sonrisa de la Gioconda y la gracia sobrenatural de la madonas de Rafael”, apunta.

Balaguer señala que la mayoría de las grandes ciudades se conocen más por esos ríos que por sus héroes y por sus monumentos. Tal es el caso de la ciudad de San Pedro de Macorís que se conoce históricamente por el río Higuamo o río Macorix, cuyas aguas fluviales se han convertidos en la “ Musa” inspiradora y motivante de los videntes que han hecho de sus aguas el vehículo protagónico de sus añoranzas y deseos.

Joaquín Balaguer hace mención del río Guadalquivir considerándolo que “se halla inseparablemente unido a la historia del descubrimiento de América” .Cita al novelista uruguayo, Francisco Napoleón Ponce de León, quien en su obra “Maluco”, refiere “el paso por esa arteria sevillana de las pequeñas naves en que protagonizó Magallanes el primer viaje del hombre alrededor del mundo”, explica.

“No menos llena de historia y menos cargada de milagros se hallan las aguas de los ríos por los cuales navegó, desde Cartago hasta el Istmo de Corinto, Fílipo de Macedonia”, agrega.

“Las aguas de los ríos son también fascinantes. Poseen secretos en sus ondas que sólo se hallan al alcance de los dioses. En las del Jordán fue bautizado el Redentor del género humano y en ellas también brilló desde su cenit la estrella del civilizador por excelencia de la raza hebrea”. Sostiene.

Menciona los ríos Nilo, de Egipto, el Rodano de Francia, el Garona, en Lyón, el Marne, francés, el Rhin de Alemania, del cual destaca que una poesía escrita en 1840 en su nombre estuvo al punto de provocar un conflicto bélico entre Francia y Alemania.

Luego de estas referencias de ríos de otros países, Balaguer comienza su referencia de los ríos nacionales. Habla del Yaque del Cibao, del Ozama de Santo Domingo, el Yaque del Sur, “el Yuna, el Camù, el Bao, el Jimenoa, el Soco, el Yásica, el Masacre, y el Artibonito, que carecen de verdadera relevancia histórica pero que cumplen cabalmente con el extraordinario cometido de hermosear la isla y de hacer su espacio habitable”, indica.

En todo lo largo de las más de 13 páginas que Balaguer le dedica a los ríos en ninguna parte menciona al río Higuamo ni al río Soco, ambos situados en el corazón de la ciudad oriental de San Pedro de Macorís. Desdeña e ignora ex profeso la rica historia de estos ríos orientales, y en particular del Higuamo, la importancia que tiene en el sentimiento histórico, espiritual, emocional y moral de los residentes en esta pluralizada comunidad costera.

Balaguer habla de “los prodigiosos charcos de los Tres Ojos, el Amazona de Sur América, el Danubio que inspiró “ las operas de Straus”, en fin, el doctor Joaquín Balaguer, hace un vasto recorrido literario de lo que él considera los más importantes ríos del mundo y de nuestro país y en ningún caso se asoma a mencionar el río Higuamo, cuyas aguas fétidas, contaminadas y putrefactas por el descuido, en gran parte, de los gobiernos de 22 años que él encabezó y en el cual se toleró y patrocinó las más criminales talas de sus manglares y flora, el asesinato de sus especies y la arrabalización de su contornos y entornos.

Ignoró su propia palabra en la que califica justamente a los ríos como “principal recurso natural de que disponen los pueblos, se convierten a veces en el símbolo supremo de los sentimientos patrios. Por sus aguas viaja en imágenes toda la nación, con sus paisajes más hermosos, con su cielo más transparente y con su sueño más pura. Cada ciudad, como Narciso, según en la contemplación de su propia belleza”, apunta el extraordinario poeta y escritor dominicano.

(En el entorno geográfico de San Pedro de Macorís están los ríos Higuamo y Soco).

El río Higuamo, nuestro amado río Higuamo, posee más que los encantos primorosos de sus nostálgicas aguas la fuente de vida de las más altas voces de la poesía nacional. Inspirados en sus aguas nacieron los versos de los hermanos Deligne, de Francisco Domínguez Charro, de José Joaquín Pérez, entre otros exquisitos poetas nuestros; también ha sido un estimulo literario para consolidar la grandeza de la patria con la lírica majestuosa y conmovedora trazada por nuestro inmortal Poeta Nacional Pedro Mir. Sin el rocío mágico del río Higuamo ellos jamás hubiesen existidos.

Nota: este trabajo fue publicado en el semanario El Coloso de Macorix, de fecha 15 de agosto de 1996, en la página 9.

Clamando por la vida del Río Higuamo

http://elcolosodemacoris.com/


Por: Enrique Cabrera Vásquez, periodista científico


SAN PEDRO DE MACORIS.- Quizás sea un clamor en el vacío. Una voz solitaria ignorada ex profeso por las autoridades competentes que se niegan a enfrentar con coraje y valentía la caótica situación que le afecta. Pero huelga que insistamos en el asunto hablando por escrito sobre el flagelo que lacera el Río Higuamo de la ciudad de San Pedro de Macorís.

Y es que el deterioro creciente de sus aguas, la contaminación de su existir. La arrabalización social, el asesinato de sus peces, fauna, flora y entorno ambiental nos obliga a ello. El Río Higuamo siempre será motivo de reflexión y de lucha por su supervivencia.

Sobre su pasado, presente y futuro se han escrito miles de cuartillas. En su nombre se han lanzado centenares de manifiesto y proclamas. Este río tan manoseado en la referencia intelectual y literaria de la historia de nuestra comunidad oriental muere. Si, esta muriendo paulatinamente. Sus pulmones ya han sido tomados por empresas y particulares que le lanzan sus desperdicios y desechos industriales tóxicos. Cruelmente, con asechanza y alevosía lo están eliminando lentamente.

Tras aquel decreto 112-5 emitido por el entonces presidente de la República doctor Joaquín Balaguer se pensó en ese momento que amparado en las disposiciones del Decreto-Ley se emprendería alguna acción punitiva contra sus agresores; ingenuamente llegamos a considerar como realmente serias ciertas actitudes y pronunciamientos de algunas autoridades y de algunos empresarios en la ocasión. Desde esa fecha hasta el presente todo has sido bla, bla, bla, bla y nada más.
Las plantas de tratamiento se han quedado en los papeles. Los compromisos de saneamiento solo fue allante y aguaje de los principales de la situación. La descontaminación de sus aguas y desarrabalización de su contorno y entorno ha sido un montaje de prensa con fines politiqueros.

El río Higuamo, al igual que el Maguá de Hato Mayor, y otros tantos del país; ha sido convertido en kilométrica cloaca común. Quienes a despecho de la contaminación de sus aguas se han ganado millones para dejarlo en los grandes casinos, sus amantes y corridas licenciosas tratarán siempre de entorpecer cualquier iniciativa sincera a favor del río Higuamo; solo atinarán a hablar sandeces para entretener y nada mas, asumiendo poses teatrales, cínicas y demagógicas. Jamás levantarán una posición clara y responsable para salvar el río Higuamo.

Petróleo, aceite, materia fecal y toda clase de basuras, inmundicias y desperdicios tóxicos dañinos van a parar al Ríos Higuamo. A ello se suma el saqueo de sus propiedades naturales.

Algún día vendrá una generación que se sublevará contra los cumplidos convencionales y sociales para sustentar la magna tarea de rescatar a la República Dominicana de la vorágine del desorden y la corruptela dominante. Solo así podremos de verdad salvar todos los ríos nuestros entre ellos nuestro ancestral Río Higuamo de San Pedro de Macorís.
Sepultemos la barbarie gobernante, luchemos todos y triunfaremos...

¡Vida permanente para el Río Higuamo!

lunes, 2 de febrero de 2009

La ciencia, un reto al periodista. Escrito por: Enrique Cabrera Vásquez, periodista científico

La ciencia, un reto al periodista

Escrito por: Enrique Cabrera Vásquez, periodista científico


(A propósito de mi participación en el 1V Congreso Iberoamericano de Periodismo Científico celebrado en Valencia, España, en noviembre de 1990, donde participé en mi condición de periodista científico como delegado internacional junto al periodista Lipe Collado, representando República Dominicana, y en mi condición de miembro y dirigente  de la Asociación Dominicana de Periodistas Científicos. En  la clausura de ese magno evento que contó con la presencia de destacados hombres de ciencias de varios paises de Europa, Israel, Sur America, Centro America, Africa y otros, fui escogido, a solicitud del periodista científico don Manuel Calvo Hernandez, Presidente de la Asociación Iberoamericana de Periodistas Cientificos,  para pronunciar el discurso de gratitud, en nombre de todos los participantes  de esa trascedental actividad internacional, en la Universidad Complutense, en Madrid, España).


 Nota: este  ensayo analítico  se publicó en el periódico semanario Macorix, en su edición correspondiente al  primero (1ro) de Febrero del año de 1993, en su página 11.

 La ciencia, un reto al periodista

Escrito por: Enrique Cabrera Vásquez, priodista científico

Apoyándonos en el significativocriterio conceptual donde se establece que: “La ciencia es un importantísimo elemento de la cultura espiritual, la forma superior de los conocimientos humanos". Destacando, además,  "Que es un sistema de conocimiento en desarrollo, los cuales se obtienen mediante los correspondientes métodos cognoscitivos y se refleja en conceptos exacto, cuya veracidad se comprueba y demuestra a través de la práctica social”, (A. Spirkin M. B. Kedrov), agregando que, la ciencia, “constituye un sistema históricamente formado de conocimientos ordenados cuya veracidad se comprueba y se puntualiza constantemente en el curso de la práctica social”, (Diccionario Filosófico de M.M. Rosental y OP. F. Ludin); asumimos, desde un optimo sentido de apreciación, el atrevimiento de adentramos en la búsqueda afanosa de las posibles respuestas científicas que podrian situarnos  cualitativamente en la cúspide del conocimiento más aproximado posible en la obtención de soluciones nítidas a los múltiples problemas planteados que se manifiestan en el ente del exigente proceso social de la sociedad, que ordena y reglamenta la investigación constante y sistemática en aras de ampliar los conocimientos y lograr respuestas claras. Entendiendo,  por lo tanto; que la ciencia requiere de una disciplinada disposición y voluntad de trabajo permanente que  compromete su valorización y condiciona su divulgación.



 (Foto del destacado periodista científico español Manuel Calvo Hernando).

La Ciencia en tanto como producción cualitativa del genero humano necesita más que de la diafanidad y la sensatez, de una contundente y profunda actitud de asimilación objetiva de cara a enriquecerse en la continuidad de su proceso de desarrollo; entendiendose como permanentes desafíos, de cotidiano reto ante logros obtenidos; venciendo las apremiantes dudas que  puedan surgir al ponerse a prueba frente a la realidad implacable que encierra la necesaria e imprescindible práctica social.

 (Foto del laureado científico y Premio Nobel, Albert Einstein, físico alemán de origen judío, nacionalizado después suizo y estadounidense. Es considerado como el científico más conocido y popular del siglo XX.  Fecha de nacimiento: 14 de marzo de 1879, Ulm, Alemania Fecha de la muerte: 18 de abril de 1955, Princeton, Nueva Jersey, Estados Unidos).


La ciencia está atenazada dialécticamente al “conocimiento verificable”. Se pueden dar en ella factores exógenos resultante del azar, verbigracia, el descubrimiento de los Rayos X realizado por Roentgen, o la Ley de la Gravitación Universal formulada por el físico inglés Isaac Newton, pero en sentido general, y obviando las excepciones, la ciencia como tal no puede depender de circunstancias ni del azar de coyunturas sociales.

 (Foto del destacado físico alemán Wilhelm C. Roentgen fue galardonado con el primer Premio Nóbel de Física, en 1901, por su descubrimiento de una radiación invisible más penetrante que la radiación ultravioleta, a la que denominó rayos X.)

Su accionar y desarrollo está circunscrito a un riguroso método que la concatena y entrelaza con formas, actitudes, criterios, evaluación, análisis, comparaciones, investigaciones, ideas, explicaciones, producción científica, proceso crítico, estudios de laboratorio, aplicación, comprobación, y, sobre todo, con la práctica del conocimiento, lo que eleva a la ciencia al privilegiado sitial de un objetivo concepto creativo diseñado, procesado y acabado.

(Foto de Isaac Newton, físico, filósofo, teólogo, inventor, alquimista y matemático inglés. Fecha de nacimiento: 4 de enero de 1643, Woolsthorpe-by-Colsterworth, Reino Unido. Fecha de la muerte: 31 de marzo de 1727, Kensington, Londres, Reino Unido.).

La conclusión del producto científico ya elaborado, trabajado, procesado, situado en la categoría que sobrepasa la mera apreciación de “verdad teórica”, superada con la exposición tangible del conocimiento práctico, al rebasar el intrincado proceso que espontáneamente se le ha yuxtapuesto; no es más que la culminación gradual dada en el estudio y absoluto dominio que se debe tener de las leyes, fórmulas e hipótesis recorrido que presupone el parto científico.

La ciencia al entrar al complejo y complicado proceso del conocimiento público camina sobre el movedizo terreno del debate, del cuestionamiento, de la prueba práctica, de evidenciarse científica y tecnológicas, concomitantemente con el curso de esta situación inherente pasa a ser atracción informativa y noticiosa; consumo publicitario y propagandístico, punto de partida, y, de sostenimiento, para robustecer y /o "afirmar verdades”.

Por lo tanto, la ciencia surge con un solemne compromiso; con el deber y la responsabilidad de explayar sus interioridades, de expresarse sin tapujos, libre de tabúes y prejuicios dogmáticos, exponiéndose con su práctica comprobación al juicio público. Al inapelable juicio critico valorativo de la exigente opinión pública y creencia popular. Al llegar a esta fase de su desarrollo; a esta etapa de su recorrido, la ciencia en cuanto como producción científica del genero humano se convierte en lamentable o alegre propiedad social pública de toda la humanidad que pasa a poseerla celosamente.

La ciencia es un engendro de la humanidad que la ha concebido conjuntamente con su intrínseco desarrollo dialéctico, y al ser un producto generalizado de la humanidad, la ciencia entra al inescrupuloso avatar de la confrontación pública. “La ciencia no es ya el patrimonio de un grupo, lo que se llamaba la aristocracia de la inteligencia, sino de una comunidad de masas, de la totalidad del género humano”. (Ciencia y Periodismo. Manuel Calvo Hernando, Madrid, España)

Cuando la ciencia ocupa esta condición sine qua non en su supervivencia y proyección, la ciencia, o mejor dicho, el producto científico, es asaltado por el “siempre insatisfecho” periodista o comunicador social, quien necesariamente  se ve compelido a actuar apegado comercialmente a informales normas y reglamentaciones sumamente vulnerables, comprometido con una ética pública, y sometido a la marrullería de la caprichosa e indecente impersonalizada competencia de intereses encontrados.

La ciencia como un ente público necesita del concurso periodístico y comunicacional para su amplia y vasta divulgación. Cada acontecimiento científico acompaña una serie de reportajes y producción periodística.

Es el periodista la vía expedita para llevar la producción científica al público consumidor, este es, el principal responsable noticioso de difundir; de dar a conocer, de informar noticiosamente a través de los diferentes medios de comunicación, radial, televisivo, cine, escrito, etc., sobre el logro científico.

Al pasar por el cedazo periodístico el producto científico adquiere la connotación necesaria para entrar al libre juego de ser una “mercancía” noticiosa. Sobre esta realidad se manifiesta la estrecha ligazón, la interrelación que debe existir entre el hombre de ciencia y el periodista, como un todo armónico y estructurado.

Al sistematizarse como realidad procesada la creatividad científica asume una especial cualidad que la expande racionalmente en función de sus necesidades públicas. Al entrar aquí, es manejada, ordenada y hasta cierto punto regularizada por el agente responsable de su divulgación noticiosa a través de los medios de comunicación.

El periodista es el primero que se ha adueñado del producto científico y lo hace con ahínco, vehemencia y definida voluntad competitiva. La razón: que se siente ser el vehículo más apropiado para dar a conocer a través de los medios de comunicación de masas el ya elaborado y “terminado” producto científico, porque como bien dice AAAT. Gisolf, “El producto es un mensaje científico”, y Manuel Calvo Hernando nos dice que: “Uno de los deberes de los científicos-no necesariamente de todos-, es poner a disposición del público profano los hechos y las teorías de su ciencia”.

Como se ve, existe una conexa intersección que encadena y asocia la responsabilidad del científico con el comunicador social: divulgar la acción científica.

“Estamos en la Era de la Ciencia y, por tanto, el reflejo de la actualidad científica y tecnológica en los medios informativos es, o debería ser, la Gran Noticia, la explicación diaria del Universo, el instrumento de participación de la gente en esta singular aventura de la especie humana que es el conocimiento científico y su aplicación técnica”. “En los decenios finales del siglo XX y en los umbrales del tercer milenio, la actualidad periodística no es ya sólo la información, sino su vertiente explicativa, educativa y también, el pensamiento, el mundo, el hombre y sus contradicciones, los problemas que nos ocupan y a veces nos aterran, los hechos naturales que nos conmueven”. (C.P.M.C.H)

Esta acertada aseveración coincide con el criterio expuesto sustancialmente por Aspirkin M. B.Kedrov, cuando señala al respecto que: “La ciencia es un sistema de conceptos acerca de los fenómenos y leyes del mundo externo o de la actividad espiritual de los fenómenos y leyes del mundo externo o de la actividad espiritual de los individuos, que permite prever y transformar la realidad en beneficio de la sociedad". "Una forma de actividad humana históricamente establecida, una “producción espiritual” , cuyo contenido y resultado es la reunión de hechos orientados en un determinado sentido, de hipótesis y teorías elaboradas y de las leyes que constituyen su fundamento, así como de procedimientos y métodos de investigación”.

El recorrido de ese espacio catalizador de hipótesis, teorías, tesis, opiniones, etc., proceso exterior que posibilita un encuentro preconcebido entre la ciencia ya como producto de consumo noticioso, informativo, educativo, concienciar, orientador y la sociedad; aplicándose la máxima de que: “La ciencia científica tiene por objeto hacer partícipe al público de la gran aventura de la ciencia y en la alta dignidad del conocimiento y quienes tienen a su cargo esta especialidad informativa desarrollan su trabajo en las fronteras del conocimiento, con las servidumbres que tal situación impone”. (C.P.M.C.H).

En efecto, apremia el embate competitivo dado en el ente de la necesidad innovadora y creativa que demanda el avance tecnológico e industrial, social, económico, cultural y hasta político de los tiempos actuales.

He aquí la simbiosis que atenaza la ciencia con su divulgador: el periodista o comunicados social, que al ahondar en los recodos de esta rama del saber y del conocimiento humano, se especializa, adquiriendo el cientificismo cultural al respecto, una singular condición basada en el manejo constante de datos informativos, actuando como un agente protagónico de la divulgación científica, catapultando la objetiva comprensión de que:
“El objeto fundamental de la comunicación científica acorde con el enfoque internalista es informar sobre los descubrimientos científicos las nuevas teorías, los nuevos conocimientos y la nueva imagen de la naturaleza que la ciencia nos ofrece a cada momento”. (Miguel Ángel Quintanilla, Ciencia e Información en una Sociedad Democrática). En otras palabras, participar a la gente del neonato episodio encontrado.

Este “enfoque internalista” , constituye para el periodista que se asocia con la ciencia, un comprometido reto adornado por el tenaz esfuerzo y la inquebrantable voluntad de actuar profesionalmente, concomitantemente con una acuciosa actitud en procura de obtener la documentación, los datos, la precisa información y el cabal conocimiento que entraña semejante reto.

La ciencia es exigente y muy comprometedora, pero el público consumidor de la información, así como la sociedad como un todo son mucho más exigentes. Siempre presiona la indagación y nunca se muestra satisfecho.

La ciencia está obligada a ceñirse a esquemáticos procesos de disciplina, orden, programación y rigurosa dedicación, ello es una constante del conocimiento, del saber; capacidad, tecnología, y muy encarecidamente la imperiosa necesidad de tener una base cultural que contribuya a tener las herramientas teoricas apropiadas  de las leyes que rigen el conocimiento científico, obligado tramo a abordar para poder explicar la interpretación y conocimiento del hecho científico.

Poder apreciar en toda su dimensión científica la realidad del Universo, los fenómenos del mundo; entender partiendo de  la verdad científica, cómo se desarrolla y manifiesta cualquier hecho o acontecimiento; el “por qué se realiza”, el salto cualitativo en los razonamientos,  fenómenologicos que conduzcan a la convicción del análisis del delicado campo de la ciencia.


Nota: este  ensayo analítico  se publicó en el periódico semanario Macorix, en su edición correspondiente al  primero (1ro) de Febrero del año de 1993, en su página 11.

viernes, 2 de enero de 2009

A través de las lágrimas del arzobispo de Ayacucho lloró la humanidad ahíta de sangre y violencia

A través de las lágrimas del arzobispo de Ayacucho lloró la humanidad ahíta de sangre y violencia

 Escrito por: Enrique Cabrera Vásquez

SAN PEDRO DE MACORIS.- El sentido de humanidad obliga a reflexionar sobre un hecho inhumano y bestial. Como olvidar aquella fiesta de sangre y exterminio; aquel trágico final de aquellos jóvenes lleno de beatitud utópica que de manera osada y temeraria tomaron violentamente una sede diplomática en el Perú de Fujimori.

Si aquel día memorable apresuradamente y de manera competitiva los cables internacionales de prensa dieron cuenta al mundo la tarde del 23 de abril de 1997 del alarmante hecho: tropas elite del gobierno peruano del ingeniero Alberto Fujimori habían iniciado el “asalto” a la residencia del embajador de Japón, ocupada sorpresivamente desde hace 126 días por un comando subversivo del Movimiento Revolucionario Tupac-Amaru-MRTA-, en las que se encontraban 172 rehenes, tomados por la fuerza hasta ese momento.

 
Tan pronto el mundo fue enterado de los acontecimientos una avalancha de telegramas con congratulaciones y felicitaciones se sucedieron, también competitivamente, de parte de los gobiernos “democráticos” que rápidamente se solidarizaron con la acción emprendida por su homólogo peruano.

La llamada “gran prensa” se sumó al concierto de estribillos lisonjeros regocijados por la retoma de la sede diplomática. Un escandaloso ejército de estentóreas voces universales manifestó sus alegres parabienes para el “héroe” Alberto Fujimori. El cinismo y la hipocresía se imponían contra el amplio sentimiento que abogaba por una salida negociada y pacifica a la llamada crisis de los rehenes del Perú.
 
En medio de este festín de congratulaciones y felicitaciones paganas vinieron a la luz publicas las lagrimas vertidas por un hombre abatido por la sin razón y el odio de una claque humana perversa y sedienta de sangre que no cesa de rendirle culto a la violencia y al crimen.

El arzobispo de Ayacucho, Juan Luís Cipriani, dejó escapar a través de sus lágrimas su impotencia y su dolor profundo. Dejó correr públicamente sus lágrimas sinceras frente al desolador y escalofriante cuadro de vileza y villanía, de exterminio total ordenado por el presidente peruano Alberto Fujimori.

Los 14 guerrilleros del MRTA murieron. 14 jóvenes cargados de utopía libertarias y sueños irredentos fueron, según las versiones a posteriori de la acción de rescate, sumariamente fusilados. Despiadadamente exterminados.

Alegremente corrió a raudales sangre joven; sangre de un grupo de muchachos que acorralados por un sistema de injusticia y oprobio se ven en la “necesidad” de asumir la violencia como “partera de la historia”. Con premeditada crueldad y bestialidad todos los insurgentes del MRTA sucumbieron en la “heroica” acción comandada directamente por el déspota Fujimori.

Es verdad que los guerrilleros del MRTA jamás debieron tomar por asalto la residencia diplomática. Que jamás debieron poner en peligro la vida de los rehenes ni asumir una práctica cimentada en la violencia.
La acción del MRTA es propia de un grupo desesperados que recurre estúpidamente a lo que los expertos denominan “terrorismo individual”.

Por más cruel y despiadado que sea el régimen de fuerza de Fujimori. Por más explotación, opresión, marginad social, hambre y miseria que protagonice el régimen peruano, jamás la violencia debe ser el elemento a seguir para enfrentar ese conmovedor y lastimero cuadro social y político.

La acción del MRTA es condenable y repudiable desde toda óptica y visión ideológica. El mundo. La humanidad, esta saturada de tanta violencia y destrucción. Por eso lloró valientemente el arzobispo de Ayacucho. Lloro por los jóvenes del MRTA cruelmente asesinados.

Lloró por el régimen del Perú inicuo, perverso, asesino y despótico. Lloró por toda esa iniquidad cebada por las felicitaciones insensibles y cobardes. Sus lágrimas son una protesta responsable contra el terrorismo individual del MRTA y el terrorismo de Estado del régimen de Fujimori.

La matanza que ejecutó Fujimori. Esa estúpida e inhumana sentencia de muerte que le impuso al comando del MRTA trae a colación aquella reflexión compungida, poética y filosófica, de unos de los grandes hombres de pensamiento fresco y sensible de nuestro planeta: León Tolstoy.

Este en su “No puedo callarme” denunció las sumarias ejecuciones del régimen de la Rusia de entonces, lanzó su anatema contra la pena de muerte. Contra la masacre que flagelaba a su pueblo.

“Todo esto ha sido cuidadosamente dispuesto y planeado por unos hombres cultos e inteligentes, pertenecientes a las clases superiores”. No hay duda de la similitud de aquella época en Rusia y el escenario del Perú de hoy en día.

Para esta innoble tarea (la de asesinar a los adversarios) “Se las arreglan para encontrar a los hombres más depravados y desdichados y, al mismo tiempo que les obligan a realizar la obra por ello planeada, todavía logran aparentar que desprecian y sienten horror por ellos...”.

“...Y la ignorancia es llevada a cabo por hombres desventurados, corrompidos, engañosos y despreciados...”.

¡Monstruos! “no hay otra palabra”, dice Tolstoy. “Y no es solamente esta iniquidad la llevada a cabo. Toda suerte de torturas y violencias son a diario perpetradas en prisiones, fortalezas y colonias penitenciarias, con el mismo pretexto y con la idéntica crueldad, a sangre fría”. ¡Cuánta similitud con el Perú de Fujimori!

Unas de las razones que esgrimió el comando del MRTA fue que en las cárceles del Perú se tortura y ejerce todo tipo de violencia contra sus compañeros detenidos. Y como dice Tolstoy “Esto es monstruoso”.

lo más monstruoso de todo, según Tolstoy, es que no se hace impulsivamente, bajo el influjo de sentimientos que se imponen a la razón, como ocurre en las peleas, en la guerra, incluso en los asaltos a mano armada, sino que, por el contrario, se hace en nombre de la razón y con arreglo a cálculo que se imponen a los sentimientos. Esto es lo que hace estos hechos tan particularmente pavorosos.

Pavorosos, porque estos actos cometidos por hombres que, desde el juez hasta el verdugo, no lo desean, prueban más vivamente que nada hasta que punto es pernicioso al alma el despotismo, el dominio del hombre sobre el hombre”.

Eso fue lo que pasó en el Perú de Fujimori. Los hombres de Fujimori vencieron a los hombres del MRTA. Con asechanza y alevosía; con premeditación científicamente calculada, con sofisticadas y técnicas formas de combate se emprendió la indigna y monstruosa tarea de disponer de la vida de los 14 jóvenes guerrilleros asediados en la sede diplomática. Nunca habrá argumento para justificar semejante tropelías.

Siempre habrá espacio para el diálogo y la concertación por la paz. Lo del Perú fue un episodio que afrenta a la humanidad y pone en evidencia la catadura inmoral, sádica, cruel, paranoica de aquel gobierno que solo supo apoyarse en la violencia y la sangre.

Nota informativa: publicado en el periódico semanario EL COLOSO DE MACORIX, semana del 2 al 9 de mayo de 1997, pagina 5.  

martes, 16 de diciembre de 2008

El asesinato de Maximiliano Gómez, El Moreno

El asesinato de Maximiliano Gómez, El Moreno

“Los montes culminan en picos y los pueblos en hombres”-José Martí-

Escrito por: Enrique Cabrera Vásquez (Mellizo)

Nota: publicado en la página 5 del periódico semanario MACORIX, edición No. 49, del 30 de mayo de 1985.


SAN PEDRO DE MACORIS.- Cada año nos vemos precisados a evocar en el recuerdo histórico de la patria  el incógnito asesinato de ese inmenso monumento humano llamado Maximiliano Gómez, El Moreno; uno de los más grandes lídere revolucionarios comunistas producido en la historia contemporánea de República Dominicana.

Oriundo del laborioso y orgulloso pueblo de San Pedro de Macorís, El Moreno, popular apodo con que lo bautizan sus camaradas de faenas en la lucha política revolucionaria y como comúnmente también le llamaban sus compañeros, las masas y la historia.

Autodidacta y depurado erudito, con un talento extraordinario asimiló la cultura política adquirida en el movimiento obrero revolucionario al grado tal que alcanzó la cima por encima de una pequeña burguesía urbana protagónica, individualista y egoísta, arropada de una manifiesta presencia de intelectualismo retórico parlanchín, caracterizado por un teoricismo locuaz apabullante.

El Moreno, cuya recia contextura física (con más de seis pies de estatura y con más de doscientas libras), con una cautivante y amplia sonrisa perenne, alcanzó el pináculo de un amplio y ancestral liderazgo anti-balaguerista.

Su enorme capacidad de análisis expresada en sus tesis políticas: “Golpe de Estado Revolucionario”, emanada de la Conferencia Nacional de Cuadros Hilda Gautreaux, (1969) , como una forma concreta de desplazar violentamente del poder al balaguerato autocrático y despótico.


Su tesis del “Desarrollo Híbrido y Económico” de la sociedad dominicana; sus dotes naturales de gran táctico y genio político-militar forjado en los combates frente a las tropas interventoras durante la Guerra Patria de abril de 1965, así como la creación de los Comandos Clandestinos Revolucionarios Anti-Reeleccionistas en 1968-71; mas su roce y vinculación permanente con el pueblo, apegado siempre a su condición de obrero.

De proletario curtido en la vinculación directa con la producción en el central azucarero Ingenio Porvenir, convirtieron al Moreno en el enemigo principal de la oligarquía balaguerista y neo-trujillistas de entonces considerándolo un peligro para sus intereses.

Por ello el balaguerismo y el imperialismo norteamericano decretaron su prematura muerte.
Es verdad que sus sobresalientes condiciones revolucionarias le granjeó el odio de las fuerzas reaccionarias de República Dominicana. Más por encima de ese enfermizo odio de clase y  racial de las fuerzas del oscurantismo creció vertiginosamente su ascendencia en el pueblo, su influencia entre las masas populares.

La contundencia de su prestigio era de tal magnitud que por momentos en el ambiente publico se sentía que entre El Moreno y el entonces joven y fogoso líder político democrático anti imperialista José Francisco Peña Gómez, a la sazón Secretario General del Partido Revolucionario Dominicano (PRD), había cierto pugilato, pues aparentaba que se diputaban la simpatía popular como figuras estelares de la oposición política al gobierno del presidente Balaguer.

Ambos dirigentes populares vanguardizaban con creces sus respectivos proyectos políticos, polarizando la efervescencia del anti-balaguerismo revolucionario y anti-imperialista del pueblo dominicano.

Por demás los dos se tenías gran afecto y se prohijaban una fuerte amistad. El doctor José Francisco Peña Gómez siempre elogió y respeto los valores y condiciones que encarnaba el Secretario General del Movimiento Popular Dominicano (MPD) Maximiliano Gómez, El Moreno, hijo de una humilde mujer, lavandera y de oficios domésticos, doña Mariana Nazario y del obrero portuario, Papito Gómez, apenas llegó al octavo curso de la educación intermedia.

No obstante logró superar las limitaciones académicas y las lagunas culturales de su medio social concomitantemente con su entrega a la causa de la clase obrera y del pueblo sufrido, transformándolo en uno de los hombres más importante parido por nuestro pueblo.

Su práctica revolucionaria, su lucha, su sacrificio y su muerte a mano del imperialismo en contubernio con sertores del movimiento revolucionario dominicano están grabados eternamente en la conciencia del pueblo, y su figura crece y se agiganta cada día más en nuestros corazones.
“Cuando se muere en brazos de la patria agradecida termina la muerte, la prisión se rompe y empieza al fin, con el morir, la vida”. José Martí.

El Moreno era al momento de su cobarde, premeditado y vil asesinato en Brusela, Bélgica en mayo del año 1971 el cíclope del movimiento revolucionario dominicano. Con su muerte todas las estructuras del movimiento de lucha anti-balaguerista para desplazar violentamente al gobierno surgido de la nefasta intervención extranjera  de 1965 quedaron atónitas.

Fue un golpe contundente, demoledor y aterrador, el pánico asomó entre las fuerzas populares que impotentes, taladradas de dolor, iniciaron un forzado repliegue táctico que se prolongaría hasta mermar las emociones y los sentimientos de lucha. La Revolución dominicana retrocedió. La voluntad de combate fue mermada.

“Los revolucionarios seguimos haciendo la revolución aún después de muerto, cuando ya no tenemos voz para propagar nuestros ideales, quedan nuestros huesos que servirán de banderas”. Amin Abel Hasbùn.

Un comando revolucionario anti-reeleccionista secuestró al agregado militar de la embajada de los Estados Unidos, coronel Donald J. Crowley, logrando la excarcelación negociada de El Moreno y otros 18 presos políticos. Tras salir al exilio fue tenazmente perseguido por los organismos de inteligencias que lograron darle caza y asesinarlo en la citada capital europea.

Los que cumplieron la orden cobarde  de asesinar al Moreno se descalificaron como hombres. Como seres humanos. En cambio el nombre y la figura de El Moreno crece cada segundo en el sentimiento histórico del pueblo dominicano. Su nombre es más que historia es un símbolo redentor de las masas oprimidas que luchan por un futuro luminoso.

“! Sólo las flores del paterno prado tienen olor ¡/ ¡Sólo las ceibas patrias del sol amparan¡ Como en vaga nubes por suelo extraño se anda; las miradas injurias no parecen ¡ Y el sol mismo mas que en grato olor, enciende en ira no de voces queridas puebla el eco los aires de otras tierras, y no vuelven Del árbol espesos entre las ramas Los pálidos espíritus amados¡. “José Martí.

Maximiliano Gómez, El Moreno, gran titán de la lucha patriótica, hijo de estas tierras de poeta y caña de azúcar, tu nombre jamás será borrado de la conciencia de tu agradecido pueblo.

Y, a pesar de que muchos de los que ayer te admiraban, te endiosaban y te acrisolaron para congraciarse con la coyuntura del momento, de la efervescencia política, aparentando con su pose que eran parte del ejercito de patriota que tu encabezaba.

La historia dice lo que son, apóstata de tu ejemplo revolucionario comunista, y en consecuencia desarrollan una práctica traidora, pusilánime y reaccionaria, blasfemando tu nombre y en algunos casos esporádicos levantan tu memoria para cosechar pingues beneficios sociales, materiales, económicos y políticos, viviendo de fábulas, exhibiendo poses ridículas y vergonzantes, levantando el glorioso e histórico pasado que tu majestuosamente conduciste con sello de tu preciada sangre de héroe y mártir contra nuestros explotadores y opresores..

Esos cuaimas que ofenden tu memoria no pasarán ya el pueblo lo tiene ubicado, ellos ya no tienen futuro, su falta de consistencia ideológica y entereza revolucionaria lo ha lanzado al fango del desprecio.

Más pudieron las prebendas materiales de la clase opresora y los placeres del poder  que la lealtad que debieron profesarte.

El proceso revolucionario con su alta y su baja, con sus yerros y deserciones continúa su ritmo histórico, su curso dialéctico, hacia la concretización de los ideales por los cuales tú caíste.
Gloria eterna para Maximiliano Gómez, El Moreno, el más grande dirigente proletario, hijo de San Pedro de Macorís.

Nota: publicado en la página 5 del periódico semanario MACORIX, edición No. 49, del 30 de mayo de 1985.
 

miércoles, 3 de diciembre de 2008

Maurice Bishop: ayer Libertador; hoy Mártir

http://elcolosodemacoris.com/



Por: Enrique Cabrera Vásquez

Maurice Bishop, el líder granadino que fuera depuesto como jefe de la revolución que él iniciara con el Movimiento Nueva Joya, el 13 de marzo de 1979, fue un consagrado defensor de su pueblo para quien siempre soñó lo mejor.

Dotado de una gran capacidad política, excelente orador, político sagaz y atrevido, inició los profundos cambios que necesitaba su Granada del alma, asumiendo siempre una actitud de cara al pueblo y a la historia.

Jamás asumió desde antes y durante la revolución una posición desesperada ni se dejó atrapar por la anarquía. Fue un líder político con mucho tacto y respeto.

El proceso revolucionario de Granada tuvo su punto de partida en enero de 1974 cuando estalló una huelga nacional independentista para impedir que Eric Mattewa Gairy usurpara el poder.

Gairy era un aventurero mafioso y sin el menor escrúpulo; aprovechó la crisis de 1951 a raíz de una huelga realizada por el primer sindicato creado en la isla. A mediado del siglo veinte este sindicato irrumpió violentamente en la vida pública de la isla, y en 1951 organiza una gran huelga, Eric Grairy, un desalmado joven lleno de codicias que había residido casi toda la vida fuera de la isla asume la conducción de la isla instalando una de las tiranías más bestiales del mundo, al grado tal que la prensa lo bautizó como el Idí Amín del Caribe.

El Movimiento Nueva Joya, que había nacido en marzo de 1973 como resultado de la fusión del Movimiento para Asambleas del Pueblo, MAPI, fundado en 1972 por Maurice Bishop y Kendrik Radik y Jewel, movimiento creado por Selwyn Strachan en 1972, tomaron el poder el 13 de marzo del 1979, iniciando un profundo proceso de corte nacionalista y de marcada orientación socialista en la reestructuración de la economía y los servicios sociales de la nación caribeña.

A partir del gobierno ligereado por Bishop Granada inició un proceso de organización sin precedente en la historia de esa pequeña isla del Caribe. Un amplio programa de planificación y desarrollo de la economía se puso allí en marcha, demostrándose un significado incremento de su Producto Interno Bruto y una mejor distribución de los ingresos, así como la ampliación de la cobertura de los servicios de salud, educación, la recreación para la mayoría de la población y grandes reivindicaciones sociales, lo que posibilitó que Bishop calara hondamente en la conciencia de su pueblo, el cual tenía fe en él, y en consecuencia era receptivo con su inmenso liderazgo.

Bishop fue un hombre sensato y ecuánime que desarrolló el proceso revolucionario granadino con gran flexibilidad democrática. Sus detractores y golpistas o mal interpretaron esta actitud de Bishop o trataron de ignorarla concientemente en interés de sus apetencias personales.

No hay ninguna razón valedera para justificar su vil asesinato de parte de una pandilla de anarquistas dogmatizados. Bishop era el verdadero representante de las voluntades e intereses de los granadinos. Su liderazgo era tan sólido que las masas lo rescataron, momentáneamente, horas antes de su muerte de su cautiverio para llevarlo en brazos a tratar de retomar el poder arrebatado por la insensatez y la ignominia.

Los Estados Unidos, que siempre fraguaron planes para derrocarlo, no pudieron hacerlo, no sólo por la coherencia que en vida de Bishop tenía el Estado Revolucionario granadino, sino por la carismática influencia que éste ejercía hacia el pueblo .

Si los norteamericanos hubiesen invadido Granada en vida de Bishop la situación interna fuera otra y la externa más enérgica y militante en contra de la intervención militar estadounidense que allí se produjo tras su derrocamiento y cobarde asesinato.

La invasión de los Estados Unidos en Granada fue la consecuencia de un descabellado y torpe acto político de quienes cegado por su ambición y miopía política, se sobrestimaron por encima de la realidad histórica del momento.

lunes, 24 de noviembre de 2008

Nueva York, entre lo portentoso y el miedo

Nueva York, entre lo portentoso y el miedo

http://www.viejoblues.com/Bitacora/coloso-de-macoris

Escrito por: Enrique Cabrera Vásquez

Nueva York.- Esta gigantesca urbe metropolitana cuyos encantos peculiares deja anonadado al visitante primario, trémula, portentosa, se muestra hacia el universo mostrando con orgullo su variado contraste y perfección arquitectónica.


“La Gran Manzana” o “La Capital del mundo” se explayó al firmamento internacional con signo histórico al erigirse como capital de los Estados Unidos de América desde 1785 hasta 1790.


Desde entonces se convirtió en la gran ciudad apetecible por la generalidad de los inmigrantes universales que la visitan en procura de un mejor horizonte económico y social.


Esta mega ciudad de multicolores contrastes, extensa e inmensa, muestra orgullosa sus más de 129 mil kilómetros cuadrados que conforma su condición de uno de los más importantes estado de la Unión.


Con sus montañas, ríos; unos 8 mil lagos, 205 kilómetros de playa sobre el Océano Atlántico. 603 kilómetros de costa entre los lagos Ontario y Erie y las famosas cataratas del Niágara del lado norteamericano.
Con su famoso Central Park, el Empire State Building, monumental edificio del arte deco con sus 102 pisos de alto, la catedral de San Juan El Divino, la construcción neogótica más grande del mundo.


El Chrysler Building construido en 1930 y que fuera en esa época el edificio más alto del mundo; el Citicorp Center, uno de los rascacielos más famosos de la ciudad, el bello edificio que aloja el Ayuntamiento; el City Hall, del período de la arquitectura Federal, su popular Estatua de la Libertad, un regalo del pueblo francés a los Estados Unidos en 1884.


El World Trade Center conocido como las mundialmente Torres Gemelas de 110 pisos de alto, ( destruidas por un acto terrorista el 11 de septiembre del 2001), el Rockefeller Center, todo un bien diseñado conjunto de majestuosos edificios de gigantescas alturas, sus impresionantes puentes que simbolizan su alto desarrollo material, las Torres con cúpulas de cobre, la isla Ellis y la línea del horizonte de Manhattan, todo una hipnótica belleza; en fin, es Nueva York una inmensa y agradable metrópolis atractiva llena de belleza material y florecimiento social.


Pero esta encantadora realidad entra en abierta contradicción con su situación humana. A la par que se exhibe ese Nueva York maravilloso, el que vemos en las películas y los documentales interesados, se oculta el Nueva York en el que abundan los hechos de violencia y bestialidad humana.


El índice de criminalidad y delincuencia resultante de la brega de consumo y tráfico de estupefacientes es sumamente alarmante. Miles de potenciales y presuntos delincuentes criminales han tomado sus calles.
Aquí nadie esta seguro; nadie se preocupa por la suerte del otro sino por la propia. El individualismo predomina en las relaciones humanas. La cultura del miedo, del pánico domina las interrelaciones humanas.


En Nueva York, nadie confía en nadie; una desconfianza creciente reina en su entorno social. Todos se miran con recelo y temor. Nadie saluda a nadie. Las miradas se cruzan en un ritual de silencio incógnito, siempre a la expectativa, en la espera de la potencial agresión o del asalto.


Una vida humana vale menos que un arete de 30 dólares, el precio que cargaba una joven mujer, de 23 años, cuando fue arrojada a las líneas férreas del tren en Brooklyn por un mozalbete de apenas 15 años de edad.
Bajos los efectos alucinantes de las drogas miles de adolescentes se lanzan implacablemente contra el género humano. Asesinan, secuestran, matan, asaltan, violan, atracan, roban, engañan, mienten, en fin; cometen las peores tropelías, atrocidades y canalladas imaginables.


Ni siquiera en los apartamentos de los Builldig se esta seguro. Cada vez que alguien toca una puerta anunciándose, desde su interior le responde una voz temerosa y desconfiada que cree le llegó su turno de ser asaltado.
De nada ha valido el esfuerzo de las autoridades para reducir a su mínima expresión el auge de la delincuencia criminal, resultante del auge del consumo y venta de estupefacientes. Cada segundo se reporta la ocurrencia de un nuevo hecho de sangre o de la explosiva conducta criminal de un maniático psicópata víctima del consumo excesivo de drogas.


La magnitud de esta preocupante situación ha desarrollado en el sentimiento personal una actitud insensible y hasta inhumana. Todas las fibras humanas han sido invadidas por la cultura del miedo y el espanto. A nadie le importa la suerte ajena. No hay espacio para la condición humana sino para la bestialidad.


Muchos analistas culpan de la situación a la emigración hispana, asiática y árabe, entre otras. Otros más osados y atrevidos asumen una posición racista y claman por el cierre de la frontera norteamericana como una solución para contrarrestar el mal.


El debate ha llegado al más alto escenario político, y los aspirantes a la Casa Blanca tocan el tema asiduamente con profundidad en cada campaña electoral.


No se puede culpar a la inmigración, la sociedad estadounidense históricamente por si misma es una sociedad de forastero, de inmigrantes. Nadie puede considerarse auténticamente norteamericano.
Ese país fue creado por llegados de otras tierras lejanas y cercanas. Es verdad que hay inmigrantes indeseables e indignos de permanecer guarecidos por el “sueño americano”. Pero la mayor verdad es que la mayoría de los que llegan a esa gran nación lo hacen esperanzados en encontrar un trabajo digno que le permita socorrer sus necesidades vitales. Allí llega gente buena y mala como también hay norteamericanos buenos y malos que van hacia otros países.


El problema no está en la inmigración sino en el propio desarrollo desenfrenado y sin control. Los lumpenes, los degenerados y anti sociales que siembran el terror y el llanto en las calles de Nueva York son una minoría. Un reducido conglomerado multiétnico carente de conciencia y responsabilidad moral. Esa claque parasitaria y nefasta se ha amparado en la hospitalidad para vivir del desasosiego y el temor.


Estados Unidos como un todo es una extraordinaria nación digna de respeto y admiración, y Nueva York es una magnifica ciudad, acogedora y placentera. Sus cinco distritos, Manhattan, Brooklyn, Bronx, Queens y Staten Island, conforman todo un mundo deseado y apreciado.


Es verdad que hay dos Nueva York, el de los rascacielos; el Centro Lincoln de Bellas Artes, el Museo Metropolitano del Arte, el Museo de Historia Natural, el Museo Gauggenheim, el Puerto Marítimo de la Calle Sur, el Puente Queensboro, el puente Verraza, el Muro del Recuerdo, Greenwich Village, el edificio que aloja la sede de las Naciones Unidas, el Centro de Convenciones Jacobo Javits, el Madison Squeare Garden, la belleza impresionante del centro y el bajo Manhattan, el Times Square, la larga calle Broadway “ donde se cruzan dos caminos del mundo”, la plaza World Wide y el Edificio Old Flat Iron, La Catedral de San Patricio, las avenidas Quinta y Sexta, la Plaza Rockffeller, la Original Torre Spirling, la Terminal Grand Central con su reloj Mercurio, Hércules y Atenas, el edificio Crown, la Mansión Marcy, el Holiday Inn Crown Plaza, el Hotel Essex House, el Gran Hotel Hayatt, el Hotel Carlyle.


El Nueva York de las películas pintoresco y sustanciado por las extravagancias absurdas y escandalosas; y el otro Nueva York; el de los negros de Harlen, el de los drogadictos que pululan por sus calles, el de las gangas de jovenzuelos asesinos y desalmados, el de los consumidores y vendedores de drogas, el de los hampones y más altos y refinados delincuentes, el del miedo y la inseguridad.


El Nueva York “de los bajos mundo de Manhattan”, ese que no se presenta en revistas ni documentales turísticos. Ese que cada día crece ante la impotencia de sus autoridades y que es visto con ambición por los cazadores de fortuna mal habida.


Este es el gran contraste de esta “manzana”, que se debate antagónicamente entre su portentoso desarrollo tecnológico, material, económico, industrial, descomunal y social, y su creciente individualismo cargado de insensibilidad humana. Entre el esfuerzo de sus dirigentes y la constante provocación y desafío de la sociedad delincuencial que trata por todo los medios de apoderarse de sus calles.


Entre la titánica entrega al trabajo productivo y un ejército de parásitos sociales, de vagos, prostitutas, vendedores de drogas, lumpenes y delincuentes de la peor ralea.


En sentido general Nueva York es una ciudad hospitalaria y acogedora. Portentosa y majestuosa. Monumental y atractiva. De llamativos encantos y singular belleza arquitectónica.


La de los dólares y más dólares, la que simboliza el progreso y el desarrollo. La que siempre se mantendrá imponiendo como “LA CAPITAL DEL MUNDO”.


Enrique Cabrera Vásquez


http://www.viejoblues.com/Bitacora/coloso-de-macoris


http://elcolosodemacoris.com/

.