¡Gloria eterna a los comandantes Enrique Jimenez Moya (1959) y Manolo Tavárez Justo (1963)!
Allí donde la soledad se eleva hacia la cima heroica
y sostiene en vilo la vertical hazaña del sacrificio vivo
yo sé que escuchas, Comandante;
que aún retumban los versos de René del Risco
en la escarpara sierra, así como los tiros de fusiles.
no los de los soldados, -esos no son perennes-
sino los de sus armas de políticos firmes,
que cambiaron el escenario falso
de convenios hipócritas
por no traicionar la fe del pueblo.
Como si fuera pino de montaña,
ceñido por las piedras que susurran
cuando el viento pretende remover
su fija posición de centinela en la atalaya,
cuidador del último pudor de hombres valientes,
militantes de eternidad contra la desvergüenza
yo sé que nos verán en estado de alerta
al contemplar el paso de los guerrilleros
condecorados por la verdad.
¡Qué a nadie se le ocurra decirme que fue en vano!
Para corroborar la decisión correcta están las altas nubes
coronando su esencia de quisqueyanos buenos.
Y está el aroma de los pinares en constante homenaje.
Y están los afluentes descendiendo por laderas y vertientes
para que el agua pura llegue a los hombres de los llanos
y restaure en las consciencias el sentido del honor.
Muchos, indiferentes ante la inmolación hablan del inútil gesto
pero un muchacho sin miedo conserva en su memoria
el sacrificio en las escarpadas montañas y escribe en su cuaderno
la palabra INMORTAL.
EL MOVIMIENTO 14 DE JUNIO
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El 14 de junio de 1959, tropas del Movimiento de Liberación Dominicana (MLD), un grupo de dominicanos desterrados al exilio, desembarcaron en los pueblos septentrionales de Constanza, Maimón, y Estero Hondo bajo la dirección del Comandante Enrique Jimenez Moya. Un esfuerzo patriótico para derrocar la dictadura trujillista fue parada por el ejército y la fuerza aérea de Trujillo, pero sí logró plantar une semilla de rebelión en la gente dominicana.
Esta fue la inspiración para el nombre de un grupo político organizado más adelante para la resistencia interna contra el régimen: El Movimiento 14 de Junio. Manolo era el presidente del grupo. Un hombre llamado Pipe Faxa era su secretario general, y Leandro Guzmán era el tesorero. Poco tiempo después de la fallada invasión, el Movimiento de Liberación Dominicana organizó otra conspiración, la cual continuó en los 1960's. El 10 de enero de 1960, se reunieron en una finca en Mao, Valverde que pertenecía a Conrado Bogart. Aparentemente el régimen supo de esta reunión porque todos los que estuvieron presentes fueron delatados, arrestados y sometidos a crueles torturas, algunos murieron durante las torturas.
Muchos jovenes dominicanos de clase mediana ahora se oponían al régimen. Trujillo tenía evidencia de esto y procedió a arrestar a cada uno de ellos. Manolo fue detenido, luego Maria Teresa y Leandro lo fueron, y más después Pedro Gonzalez.
Detuvieron a más de 100 miembros del Movimiento 14 de Junio. La mayoría fue llevada a La Cuarenta, la infame cárcel de tortura. Las detenciones de tantos jóvenes generó sentimientos en contra del gobierno. Las detenciones fueron condenadas por la Iglesia Católica. Trujillo estaba consciente de estos sentimientos y, para disminuir la crítica, soltó a todas las mujeres que estaban detenidas. Luego también soltó a todos los hombres que él tenía detenidos por causa de sospechas.
Manuel Aurelio Tavárez Justo (Manolo)
Historia, República Dominicana
Manuel Aurelio Tavárez Justo (Manolo Tavárez, 1931-1963). Dirigente político revolucionario, máximo líder del Movimiento Revolucionario 14 de Junio.
Nació el 2 de enero dde 1931 en Montecristi, hijo de Manuel Francisco Tavárez Ramos, propietario de plantaciones de arroz, y Josefa Justo Rosseau. Cursó sus primeros estudios en la Escuela de Varones Número Uno en Montecristi. Su padre, preocupado por las muestras de rebeldía antitrujillistas, lo envía a la casa de su tía Isabel Justo en la capital a terminar el bachillerato. Ingresó en la Escuela Normal de Varones y después, en el Liceo Juan Pablo Duarte, donde se graduó de Bachiller en Filosofía y Letras.
En 1949 matriculó Derecho en la Universidad de Santo Domingo, y obtuvo un doctorado. Conoció a Minerva Mirabal, opositora al régimen de Trujillo, quien estudiaba la misma disciplina y con la que se casó en noviembre de 1955.
El 14 de junio de 1959 tuvo lugar una expedición de dominicanos antitrujillistas y algunos cubanos que llegó por las localidades de Maimón, Constanza y Estero Hondo. Los invasores fueron apresados y torturados, logrando sobrevivir solo seis. Este hecho provocó que un grupo de jóvenes tomara la decisión de crear un frente de resistencia al régimen imperante. En una de las fincas de Charles Bogaert, situada en Mao se constituyó la organización clandestina, que llamaron 14 de Junio en homenaje a sus compatriotas, y de la cual Manolo fue elegido su máximo dirigente.
El 10 de enero de 1960 el movimiento realizó una de sus reuniones, la cual fue delatada por un infiltrado al Servicio de Inteligencia Militar (SIM), por lo que fueron perseguidos muchos de sus miembros. Manolo fue apresado días después en su residencia de Montecristi, conducido y torturado junto a varios de sus compañeros en la cárcel La 40. De allí los trasladaron a la fortaleza de Puerto Plata. El 25 de noviembre de ese mismo año, las hermanas Mirabal, Patria, María Teresa y Minerva, fueron vilmente asesinadas por orden de Trujillo cuando regresaban de visitar a sus esposos que también se encontraban detenidos en la cárcel.
Después del ajusticiamiento del tirano, ocurrido el 30 de mayo de 1961, Manolo salió de la cárcel y formalizó públicamente el Movimiento Revolucionario 14 de Junio. Una asamblea general de sus miembros lo confirmó como su líder. En esa condición, recorrió todo el país para establecer contactos y dar a conocer el programa revolucionario de la agrupación política, además de pronunciar discursos ante miles de manifestantes y a través de una emisora de Santo Domingo como forma de combatir el gobierno transitorio de Joaquín Balaguer, quien había servido fiel e incondicionalmente a Trujillo.
Celebradas las primeras elecciones generales democráticas el 20 de diciembre de 1962, resultó vencedor Juan Bosch, candidato del Partido Revolucionario Dominicano, fundado en el exilio, y el 27 de febrero del año siguiente se juramentó como cabeza del Poder Ejecutivo. El Movimiento Revolucionario 14 de Junio se abstuvo de participar en los comicios y proclamó su oposición al nuevo Gobierno, porque consideraron que no daba los pasos necesarios para realizar una Reforma Agraria profunda. No obstante, realizó insistentes llamados para alertar de los planes conspirativos que se gestaban contra dicho régimen, lo que sucedió siete meses después, el 25 de febrero de 1963, un golpe militar respaldado por la extrema derecha dominicana derrocó a Bosch.
Consumado el Golpe de Estado contra el gobierno del Profesor Juan Bosch, se desató una persecución policial que lo obligó a vivir en la clandestinidad. El Movimiento 14 de Junio quedó virtualmente desarticulado, debido a la falta de comunicación entre sus principales dirigentes. Manolo se refugió en la embajada de México durante dos días hasta que la abandonó y pudo establecer comunicación clandestina con sus compañeros.
El 28 de noviembre, el 14 de Junio se alzó en armas en las montañas de las Manaclas contra el Triunvirato, un gobierno colegiado integrado por Emilio de los Santos, Ramón Tapia Espinal y Manuel Tavárez Espaillat. Los insurrectos formaron seis frentes dirigidos por Manolo. Asediados por el ejército, Tavárez Espaillat los exhortó por radio y televisión a rendirse bajo la promesa de que serían respetadas sus vidas, lo que hicieron la mayoría de los comandantes guerrilleros.
El frente principal decidió entregarse. Los altos mandos militares enviaron un grupo de cuatro hombres, encabezados por Fidelio Despradel, con la misión de establecer contacto con ellos. Uno de ellos murió en una emboscada y los otros tres fueron detenidos días después. El resto, con Manolo, descendió acogiéndose a las garantías del Gobierno. El 21 de diciembre, en Manaclas, paraje de El Alto de la Diferencia, en la Cordillera Central, el grupo fue interceptado por una patrulla, que abrió fuego matándolos a todos, excepto al destacado historiador Emilio Cordero Michel. Familiares y allegados afirman que fueron ejecutados después de negociar su entrega al ejército. Los cuerpos fueron enterrados en una fosa común y luego entregados a sus familiares.
Su pensamiento político se conserva en discursos pronunciados en concentraciones públicas donde planteó insistentemente la necesidad de una Revolución de Liberación Nacional en República Dominicana. Con su muerte, el movimiento de izquierda dominicano perdió al líder de mayor arraigo en el seno del pueblo.
Himno del Movimiento Revolucionario 14 de Junio
“Llegaron llenos de patriotismo
enamorados de un puro ideal
Y con su sangre noble encendieron
la llama augusta de la libertad.
Su sacrificio que Dios bendijo
la Patria entera glorificará
Como homenaje, a los valientes
que allí cayeron por la libertad.
14 de junio, gloriosa gesta nacional.
Tus mártires están en el alma popular
Hermanas Mirabal, heroínas sin igual
Tu grito vibrante, es el alma de la Patria inmortal.
Llegaron llenos de patriotismo,
enamorados de un puro ideal
Y con su sangre noble encendieron
la llama augusta de la libertad.
Su sacrificio que Dios bendijo
la Patria entera, glorificará
Como homenaje, a los valientes
que allí cayeron por la libertad.
Comandante Enrique Augusto Jiménez de Moya
Nació en Santo Domingo el 27 de agosto de 1913 (fallece a raíz de la referida expedición), hijo de Enrique Jiménez Álvarez (1879-14 de abril de 1942) y de Gloria María de las Mercedes de Moya Cestero, nacida en Santo
Su línea ascendente es la siguiente:
Abuelos paternos: Manuel María Jiménez Ravelo, nació el 14 de junio de 1844 en Santo Domingo, y Calixta Álvarez Viar.
Abuelos maternos: Casimiro Nemesio de Moya Pimentel (19 de diciembre de 1849-27 de mayo de 1915), cartógrafo, político e historiador que ocupó varios ministerios y elaboró los planos detallados de la ciudad de Santo Domingo (1900) y de la Isla (1905), y de Amalia Dolores de las Mercedes Cestero Aybar nacida en 1849 en Santo Domingo, hermana del prócer e intelectual Mariano Antonio Cestero Aybar y tía del connotado escritor Tulio Manuel Cestero Leyba.
Bisabuelos paternos: Manuel Jiménez González (1810-22 de diciembre de 1854), segundo Presidente de la República Dominicana, padre a su vez del dos veces Presidente Juan Isidro Jiménez Pereyra; su esposa María Francisca Ravelo de los Reyes (2 de abril de 1813-junio de 1848). También, Joaquín Álvarez y Jacinta Viar.
Bisabuelos Maternos: Dionisio Valerio de Moya Portes (30 de enero de 1825-5 de febrero de 1868), cura, prócer de la Independencia, congresista por La Vega (1857), termina la Iglesia de La Vega, trae una de las primeras máquinas a vapor, y de Mercedes Pimentel. Además, Manuel Florentino Cestero Martínez de León (murió en 1879) y María Merced Aybar Bello (1809-1900).
Tatarabuelos paternos: Juan Evangelista Jiménez, nacido cerca del 1775 en Cotuí, implicado en la "Revolución de los Alcarrizos" contra la dominación haitiana, muere fusilado en 1824; su esposa, Altagracia González; otros tatarabuelos lo fueron Agustín Ravelo Hernández (1783-8 de julio de 1872), miembro del Consejo de Notables para 1833 y su esposa María Facunda de los Reyes Núñez, padres del prócer independentista Juan Nepomuceno Ravelo de los Reyes (16 de mayo de 1815-24 de diciembre de 1885).
Tatarabuelos maternos: Cristóbal José de Moya Padrón, fallece el 9 de abril de 1873, notable abogado que defiende al patricio Francisco del Rosario Sánchez antes de ser llevado al patíbulo en San Juan de la Maguana (1861); y su esposa y prima Juana Carlota de Portes de Moya, santiaguera, que muere hacia el 1888 y es más conocida con el apodo de La Doña, enterrada en la Iglesia del Santo Cerro. Otros tatarabuelos eran Mariano Hipólito Cestero, puertorriqueño, y Juana Martínez de León García, ésta hija a su vez de Juan Martínez de León, fallecido el 20 de febrero de 1796 y enterrado en el convento de los Dominicos y doña Beatriz García Duarte de Castro.
La ascendencia de Jiménez de Moya puede ser continuada a través de las ramas de Silvestre Aybar Gómez-Tirado, abuelo cuarto, e hijo de Gabriel Aybar y María Gómez Tirado; Francisco de Portes, abuelo cuarto y vinculado con el Arzobispo Tomás de Portes e Infante y Dionisio de Moya Guillén. Es una estirpe de personas que dieron desinteresadamente lo mejor de sí en beneficio de nuestra nación.
Cada 14 de junio celebramos un aniversario más de esa gesta gloriosa, en la cual jugó un papel estelar Enrique Jiménez Moya
Memorable discurso pronunciado por el líder revolucionario del Movimiento 14 de Junio, doctor Manuel Aurelio Tavarez Justo (Manolo) el 14 de septiembre de 1961
Querido pueblo Dominicano:
El período histórico que a partir del 30 de mayo de este año se inicia para el pueblo dominicano, puede ser decisivo. De los hombres dignos, serios y honrados de este pueblo, que han asumido la responsabilidad de orientarlo, depende el veredicto de la Historia: LIBRES O ESCLAVOS. No queda otra alternativa.
La Agrupación Política 14 de Junio, consciente de la gravedad de este momento en la vida nacional, jura de pie ante Dios, ante la historia y ante el pueblo dominicano, su compromiso con las presentes y futuras generaciones del país de ser: ¡LIBRES O MORIR!
Libres sobre una tierra libre y soberana, ¡hermoso ideal jamás alcanzado por el pueblo dominicano! Ni siquiera en los paréntesis de nuestra historia política, creados entre el paso de una dictadura militar a otra; porque si bien adquiríamos momentáneamente el ejercicio de nuestros más elementales derechos: libertad de expresión, libertad de asociación, entre otros, permanecíamos como permanecemos aún, siendo esclavos del hambre, de la miseria económica, del desempleo, de los privilegios, de los latifundios, de los monopolios comerciales e industriales, de la ignorancia.
Esclavos en cuerpo, alma, inteligencia y espíritu, sobre una tierra que cuando no era de unos cuantos de entre nosotros mismos, era esclava de España, era esclava de Francia, era esclava de Haití, era esclava de Norteamérica.
¡Oh, Quisqueya! Por esas trágicas peculiaridades de tu destino histórico, alguien con propiedad te llamó una vez y te llama todavía: “La Viña de Nabot”. Porque sobre tu suelo se han desatado en nefasto contubernio, todas las fuerzas negativas y reaccionarias, en pos de las riquezas de tus entrañas, de tus bosques, de tus montañas, de tus valles, de tus ríos, saqueándolo todo, profanándolo todo y abonando con la carne y la sangre de tus hijos mártires, que caballeros del deber y del ideal han sabido defenderte, cada pulgada de tierra bendita y fascinante. Fuerzas negativas y reaccionarias, he dicho y debo explicarlas, para que se me entienda bien.
Ya que la presencia del 14 de Junio en una tribuna política no tiene otro objetivo que orientar, que educar, que instruir al pueblo, para que al través de un diálogo franco, sencillo y claro, lleno de verdad, que brota emocionado del fondo del corazón, porque nace de la profunda convicción de que sólo al través de esta larga conversación de hermanos podremos entendemos bien, identificarnos más, y estar cada vez más cerca, cada vez más fuertes, para emprender unidos para siempre, sin vacilaciones, sin desconfianzas y sin temores, el camino de la lucha política que habrá de conducimos a la meta soñada por todos: la redención del pueblo dominicano, por la definitiva liberación de los males que vienen condicionando su destino histórico.
Las fuerzas negativas y reaccionarias de este país, como en todas partes, están representadas por el poder político, económico y militar, detentado por un grupo de familias que desde el inicio de nuestra historia colonial, con distintos nombres y apellidos, vienen explotando inmisericordemente al pueblo dominicano. Y para el logro de fines tan repugnantes a la conciencia moral cristiana, han empleado todos los métodos científicos del engaño y la opresión: la interpretación torcida de bulas papales; de mercedes; encomiendas; capitulaciones; constituciones; leyes electorales; supresión de los derechos del ciudadano; práctica del terror psicológico; coacciones económicas; prisiones arbitrarias: torturas, y crímenes en las calles y en la plaza pública, en el mitin y en los hogares.
Por el Poder económico y su medio de acción, el poder político, con su secuela de grandes mansiones residenciales; inmensas fincas agrícolas o ganaderas; privilegios sociales; fastuosidad estúpida en las costumbres; vanidad; lujos y pasiones desenfrenadas que sólo son posibles por la posesión de inmensas riquezas, esclavizó y exterminó el coloso imperio español a nuestra raza indígena. La matanza de Jaragua; el asesinato brutal de Anacaona; las crónicas del padre Las Casas, y la heroica epopeya libertadora de Enriquillo, hablan elocuentemente.
Por esos bastardos intereses, desataron las fuerzas negativas y reaccionarias haitianas, su poder militar contra el pueblo dominicano y sus riquezas; por esos bastardos intereses desgobernaron Santana, Báez, Heureaux, nuevamente España, la ocupación militar americana; y por esos bastardos intereses desgobernó 31 años al pueblo dominicano el más funesto y cruel de todos los tiranos. Ese régimen que todavía proyecta amenazadoramente su sombra por medio de aquellos herederos del oscurantismo de antaño, que se resisten tercamente a aceptar el más leve paso democrático al pueblo, no existía por razón propia. Existía porque era la consecuencia de todos los procesos históricos precarios que había vivido nuestra Patria; porque era un accidente natural en la Historia de Santo Domingo, el resultado del absolutismo en lo político, en lo económico y en lo social en nuestro medio.
Porque, señores, somos un país agrario, semifeudal, atrasado económica, política y socialmente, en el que predominan las formas más atrasadas de producción y de vida, tanto en la ciudad como en el campo. La permanencia durante los últimos 31 años de esta realidad sin modificaciones estructurales profundas, constituye la prueba más concluyente de la incapacidad del régimen para promover un cambio progresista en las condiciones económicas y sociales del país.
Somos consecuencia y frustración de la revolución democrática de mediados del siglo pasado: ESTRUCTURA ECONOMICA Y DESARROLLO SOCIAL DE TIPO FEUDAL. Los ideales de Duarte, Sánchez y Mella se quedaron en nuestra Constitución, como esperanza irrealizada, como un sueño imposible, como letra muerta. Paralelo al feudalismo agrario nos convierten en zona productora de materias primas, campo de inversiones coloniales, mercado de mano de obra barata,
Nuestro problema agrario, es fácilmente comprensible si nos detenemos a mirar el cuadro esquemático de las fuerzas productivas de la Nación en el campo, y ese hambre sudoroso que arranca a la madre naturaleza su sustento, laborando en los surcos de nuestros valles, jaldas y laderas; ese hombre que no es otro que el campesino dominicano.
El cuadro esquemático de las fuerzas productivas a que me he referido, se caracteriza:
a) Por el gran predominio de la explotación minifundio (conuco) cultivada por la familia campesina pobre, con tierra poco productiva, generalmente situada fuera de las vías de comunicación, con ausencia completa de ganado de labor e instrumentos de labranza rudimentarios, cuya reducida producción es destinada exclusivamente al consumo familiar.
b) Por el desarrollo del pequeño agricultor, que emplea métodos rudimentarios de labranza, cuya simple producción es destinada principalmente a las ciudades cercanas;
c) Por el casi inexistente desarrollo de la industria rural, con pequeños o sin ninguna inversión de capital, falta de organización y ausencia de instalaciones, equipos y técnicas avanzadas, cuya producción consumen los mercados urbanos.
d) Por el fortalecimiento de la gran propiedad con relacionada de producción y vida semifeudal (latifundio); y
e) Por el desarrollo de la gran explotación capitalista de cultivo más o menos intenso en tierras fértiles que utiliza equipos y métodos modernos para su explotación (maquinaria agrícola, transporte, abonos industriales) y que se nutre del despojo de los pequeños propietarios y campesinos pobres, cuya producción es destinada a la exportación y en menor escala, al consumo de los mercados urbanos, principalmente los productos de ganadería y sus derivados.
En lo que se refiere a aquel hombre sudoroso y trabajador que existe, aunque no vive plenamente en nuestros campos, daremos algunas cifras tomadas de las publicaciones de la Dirección General de Estadística y Censos, correspondientes al año 1950, toda vez que el Censo de 1960 no merece ningún crédito a las personas sensatas de este país.
La población urbana es de 508,508 habitantes, y la rural, de 1,627,464, o sea que el 75 por ciento de nuestra población labora en el campo.
De estos totales de personas físicas, sólo un 31 por ciento realiza una actividad económica mal determinada. De ahí que el ingreso nacional, la productividad social, el poder adquisitivo de las masas, la adquisición de bienes y servicios, la capacidad del mercado interno, la capitalización, y en general el progreso económico y el nivel de vida de la población tiene que ser necesariamente bajo e insignificante.
El hambre endémica, la miseria crónica y la desesperación tradicional de la mayoría de nuestro pueblo es, desde luego, el resultado de esta agobiante realidad en que vive el país desde la época del coloniaje, agravada aún más durante el imperio de la dictadura trujillista, incapaz de promover cambios progresistas y definitivos en la realidad dominicana.
De ahí que de un millón y medio de habitantes de nuestras zonas rurales, sólo trabaja alrededor de medio millón de personas y en actividades mal determinadas, lo que da como resultado que, de los ya escasos habitantes de zonas rurales que trabajan, apenas una ínfima cantidad reciba remuneración misérrima por el esfuerzo que realiza, o lo que es lo mismo, el 77 por ciento de nuestros trabajadores rurales no gana dinero, en tanto que sólo el 23 por ciento percibe paga por su labor.
De este 23 por ciento de trabajadores rurales que reciben paga por sus labores, las tres quintas partes son personas menores de 14 años, y de este último total, alrededor de la tercera parte resultan ser niños menores de diez años, que trabajan como esclavos en el campo dominicano; que no van a la escuela, que no pueden comer tres veces por día, que van con su sola presencia por nuestros campos mostrando su miseria y su ignorancia.
La gran masa de nuestros campesinos pobres, hombres, niños, mujeres, jóvenes y ancianos. acosados por el desempleo, por el hambre y la miseria fisiológica, constituye una población flotante; seminómada dentro del medio rural, que emigra permanentemente hacia las ciudades o deambula de una región a otra, perseguido por todo tipo de calamidades, empleado temporalmente como peón de los latifundios y haciendas, devengando salarios en especies, subsistiendo bajo un régimen forzado de subalimentación crónica, consumiendo dietas bárbaras, esclavizado, en un estado físico!: mental desesperante, al nivel de las bestias y las alimañas. cantidad de mano de obra barata o gratuita, que mantiene en el campo dominicano un verdadero estado de servidumbre y esclavismo.
La abrumadora mayoría de nuestros campesinos conuqueros los peones agrícolas que trabajan en los grandes latifundios, viven en un nivel mediato al hambre negra. endémica, con una dieta inadecuada a base de alimentos de senda clase, de bajo poder nutritivo, consistente en la simple recolección de productos naturales, el consumo de tubérculos, raíces v resinas vegetales, de la caza y de la pesca, hierbas innumerables y otros suministros de igual calidad y procedencia, que sirven de alimento a hombres y a bestias.
La vivienda en nuestros campos permanece igual que en la época precolombina: ranchos inmundos, hacinamiento y promiscuidad; sin carreteras ni comunicaciones. Estos ranchos, con pisos de tierra apisonada, apretujados de paja y de cañas bravas, tienen por dentro catres, hamacas, enseres rudimentarios y sillas rústicas en algunos casos, y todo lo demás que conocemos.
Estos ranchos, repito, son criaderos de vectores, parásitos y enfermedades flagelantes, que como resultante de toda esta tragedia colectiva en que vive nuestro campesinado, determinan el porcentaje de mortalidad infantil y adulta de nuestras zonas rurales, sea el más alto en América.
Esas muertes se condensan en el siguiente dato: de 1943 a 1946, de 62,622 defunciones en el campo, 31,119 fueron niños de uno a diez años de edad. Las causas principales del 50 por ciento de esas defunciones son las enfermedades. El veinte por ciento del campesino fenecido murió de paludismo, el 13 por ciento de tuberculosis, y el resto por desnutrición.
Todo cuanto acabamos de decir y muchos otros aspectos más de la vida en nuestras zonas rurales, en cuya exposición pasaríamos días enteros, ponen en evidencia el patético desequilibrio social entre el campesinado y los privilegiados, por todo lo cual es imperiosa la necesidad de una Reforma Agraria profunda, técnicamente realizada, concebida con amplio criterio económico y social, encuadrada dentro del desarrollo general de la Revolución Democrática y de la Independencia del país, que hará posible rescatar al campesino dominicano de su estado actual de servidumbre, y darle todo lo que durante siglos le ha sido negado por la injusticia social, restableciendo así el equilibrio social de todas las partes que integran la estructura de nuestra sociedad, como único medio de evitar la violencia y el caos. Porque cuando en lo social una parte se hipertrofia a expensas de las otras, la unidad social y sus funciones se alteran y las relaciones normales tórnanse desatinadas y funestas. Ya que toda violencia social es un efecto de causa, y sólo puede suprimirse reparando el desequilibrio que la engendra.
Oponer la violencia a la violencia puede ser un mal necesario, pero es transitoriamente una agravación del mal. Sólo puede ser un bien si de ella surge un nuevo estado de equilibrio fundado en mayor justicia. Si bien es cierto que hay naciones pobres y épocas de pobreza que nadie puede prevenir ni evitar, no es menos cierto también que la miseria de una sola clase o de varias clases, nacen del desequilibrio interno de la economía de las naciones, porque es una desproporción entre las funciones ejercitadas y las recompensas recibidas. El hambre de algunos es injusta cuando otros ostentan opulencia, y lo es más si, como es frecuente, ella recae en los que trabajan para mantener en la ociosidad a los que no la sufren.
Este estado de cosas, querido pueblo que me escuchas, sólo podrá extinguirse promoviendo las causas que lo han producido, y poniendo en su lugar la justicia como fundamento de la ética social, la verdad como base de la cultura colectiva y el trabajo honesto como primera condición de mérito.
El privilegio, el egoísmo, el desempleo, la injusticia y la superstición son los enemigos de la paz social.
Penetrado y condicionado por estas verdades incontrastables, las necesidades de remover el pasado y las causas que han producido este estado social de desequilibrio parcialmente referido, para evitar que la combinación de valores que él originó resulte de imposible reproducción en el futuro, surgió en la clandestinidad el Movimiento 14 de Junio, como una organización política que agrupó en su seno representativos de las distintas actividades de la vida nacional, plenamente identificados en un ideario político, social, económico y cristiano, de carácter eminentemente insurreccional, revolucionario y nacionalista, que propugnaba por el ideal de Libertad y justicia social.
Pero, desafortunadamente, nuestra actividad resultó frenada en su marcha por la detención y largas prisiones de cuantos compartíamos este ideal de Libertad bien entendida. Tortura y muertes, coacciones económicas, atropellos morales y materiales, sufrimientos indecibles, y toda esa enorme montaña de padecimientos inenarrables que sabe el pueblo, no pudieron ni podrán apartarnos de nuestro ideal de Libertad Absoluta, de Libertad o Muerte.
Superada esa etapa, la de la clandestinidad, por el hecho del 30 de mayo, el pasado Movimiento 14 de Junio, fiel a su carácter de entidad política, fiel a su postura definida ante otros organismos, leal a sus postulados ideológicos surge públicamente a la vida política dominicana, como la AGRUPACION POLITICA 14 DE JUNIO, en la Asamblea general de delegados celebrada el 30 de julio pasado en esta capital, para iniciar la lucha pública, acogiéndonos a las garantías ofrecidas por el gobierno.
Pero ese clima propicio no existe. Ha sido convertido por el gobierno en una farsa macabra, como lo demuestran los repetidos atropellos en esta misma calle de El Conde; la muerte en sus hogares de Sosúa del doctor Alejo Martínez y del compañero Pedro Clisante; el asesinato a mansalva en Ocoa de José Tomás Díaz; las muertes de Erasmo Bermúdez Espaillat y Fausto Jiménez Guzmán en Santiago y de Pedro García Monclús, y Marino Guzmán Abréu, en Moca; el bárbaro ametrallamiento de la ciudadanía indefensa en la explanada del puente Juan Pablo Duarte, que culminó con la muerte de nuestros inolvidables compañeros doctor Víctor Rafael Estrella Liz y Manuel Martínez Cabrera; la detención en masa de dirigentes y miembros de Unión Cívica Nacional y del 14 de Junio en el pasado mes de agosto; el asalto nocturno a los locales de las oficinas de las distintas agrupaciones políticas, con su secuela de robos y destrucción de equipos y documentos; las coacciones económicas desatadas contra los empleados públicos y privados simpatizantes; el terror, la coacción económica y la campaña de mentiras desatadas contra los sectores mayoritarios de nuestra población campesina; la expulsión de un número de connotados luchadores contra el régimen, con el pretexto de que profesan ideas extremistas; la deportación de pacíficos comerciantes españoles bajo inculpación antojadiza de intervención en la política doméstica: encarcelamiento de otros comerciantes en Santiago, por unirse al dolor del pueblo en que conviven, y la existencia de una trabazón legal caracterizada por nuestra Constitución y nuestra Ley Electoral vigentes, productos maduros de un estado de tiranía, violencia y perturbación profunda de toda índole, que deben ser objeto de fundamentales reformas para adaptarlas a las necesidades del pueblo dominicano, ya que nuestra primera Constitución de 1844, aunque mezcló instituciones de regímenes políticos evolucionados, no supo adaptarlos a nuestro medio ambiente típico, y en rigor hizo más obra de copia de sistemas de derecho público que de verdadera adecuación sociológica, conforme a la idiosincracia del pueblo dominicano. Por ende, no causa sorpresa que la principal amenaza a la estabilidad de un gobierno democrático y ordenado, hoy en día, sea el desdén extremado a la autoridad constitucional. En pocas palabras, para el común de los dominicanos, el gobierno constitucional es una frase vacía, huérfana de sentido práctico.
Nuestra Constitución ha sido cambiada innumerables veces, para satisfacer las aspiraciones egoístas del individuo o del partido en el Poder, jamás ha sido enmendada en interés del pueblo en general.
En vez de ser respetada como la carta sagrada de las libertades del pueblo, la Constitución dominicana ha sido considerada como fuente legítima de ventajas para el partido o para el hombre en el poder; de ahí que haya sido modificada a intérvalos tan frecuentes y sin la debida reflexión y consideración, sino solamente para satisfacer los deseos de la conveniencia de aquellos que la propusieron o impusieron. Mientras no llegue el día en que quede abolido el sistema actual que permite que la Constitución dominicana sea enmendada o reemplazada nuevamente a instancias del Congreso, o el Poder Ejecutivo, no podrá existir ninguna garantía positiva de estabilidad. La misma facilidad con que se puede enmendar la Constitución estimula el mal señalado. La única esperanza de remediar este mal fundamental estriba en la posibilidad de que con el aumento de la prosperidad y de la difusión de la educación cívica, el mismo pueblo dominicano llegue a negarse a permitir que los directores de las Agrupaciones Políticas antepongan sus ventajas inmediatas a los intereses de la Nación, o en la adopción de un sistema en el cual se requiera el lapso de cierto número de años, antes de que pueda proponerse al Congreso Nacional ninguna enmienda, ni que ésta sea incorporada a la Constitución ni por una Asamblea Constituyente. Esta es una de nuestras principales necesidades para hacer posible la existencia de un clima propicio a la lucha cívico-política.
Otra de nuestras imperiosas necesidades es la de revisar el procedimiento electoral para que garantice a cada votante del país, la seguridad de que su voto para escoger el gobierno que ha de regirlo sea libremente depositado y finalmente computado. La Agrupación Política 14 de Junio cumple con el deber de informar al pueblo que optemperando a una solicitud de la Comisión Técnica de la Organización de Estados Americanos, ha preparado y depositado un memorándum en el cual hacemos un estudio exhaustivo de estas materias, en que planteamos todas IJS medidas y reformas necesarias que son a nuestro juicio procedentes para hacer posible que al través de la lucha política se llegue al proceso electoral.
Pero no obstante todo esto, la Agrupación Política 14 de Junio no va a cruzarse de brazos, como quizás consideren oportuno nuestros solapados enemigos. No... Tenemos el derecho y el deber de organizamos, de capacitarnos, para poder ofrecer al pueblo dominicano, cada día que pasa, una labor más eficaz y constructiva, para fortalecernos más y fortalecer más al pueblo dominicano en su decidida lucha a muerte contra la tiranía. Este pueblo sufrido, que espera que sus hermanos de América, y en especial, de los organismos Internacionales con poder moral suficiente para detener la barbarie organizada, la ayuda sin reservas en su lucha y el mantenimiento o elevación de las sanciones económicas a que está sometido el gobierno delincuente de este País. Hermanos en el ideal y en la Patria:
Habéis venido a escucharnos y a compartir con nosotros este memorable instante en que el 14 de Junio levanta su voz para clamar por la verdad, por la justicia social, por la paz verdadera sin torturas ni muertes. El 14 de Junio os lo agradece de corazón y este mismo diálogo de hermanos que estamos sosteniendo, nos impulsa y nos obliga a redoblar nuestros esfuerzos para continuar decididamente en esta lucha patriótica en que estamos empeñados.
Dios, el Supremo Hacedor de Todo lo Creado, es nuestro más fiel testigo.
Dominicanos:
Seremos libres, absolutamente libres, sobre una tierra libre y soberana. Por esto mantendremos firmemente nuestra lucha, y por ello estamos y estaremos prestos a entregar nuestras vidas si fuera necesario.
No queda otra alternativa: LIBERTAD O MUERTE...!
Muchas gracias,
DR. MANUEL A. TAVÁREZ JUSTO